En enero, Valentín Pich accedió al cargo de presidente del Colegio de Economistas. Desea que su mandato se vea marcado por la vocación de prestar servicio. Está preocupado con el plan de Bolonia, que abrirá la armonización de los planes de estudios en toda Europa, «porque nos jugamos nuestra competitividad. Por ello trabajamos codo a codo con las universidades para que eso no ocurra». Asimismo, como gran enamorado de su profesión, destaca que «los economistas no deben dejar de recibir una formación pluridisciplinar. Es nuestra gran fuerza y un valor en alza. Ser capaces de manejar las herramientas de la profesión, como la contabilidad o los estudios de mercado, pero a la vez disfrutar de la polivalencia que da una buena formación legal, en técnicas de gestión… Por eso, hay economistas en todos los ámbitos».
-Como presidente de los economistas ¿qué mensaje desea lanzar en el Congreso de Emprendedores?
-Me gustaría transmitir que los emprendedores son un valor imprescindible en la economía actual. También que debe hacerse una distinción muy clara entre lo que es un emprendedor y un especulador. Al emprendedor no le mueve únicamente el ansia de ganar dinero. Le acompaña casi siempre un gran proyecto vital, una forma concreta de ver la vida.
-¿Cómo se definiría a un emprendedor?
-El emprendedor, tanto si es una persona individual como un grupo de personas, busca independencia laboral y económica. El emprendedor no sirve para ser un asalariado. En una época de bonanza económica como la que acaba de pasar España, si no hubieran existido emprendedores, todo el mundo se hubiera limitado a comprar y vender casas sin poner en marcha proyectos ni ideas. Básicamente, el emprendedor siente que tiene la necesidad de hacer algo y lo lleva cabo con valentía, con las ideas claras. Sus intenciones son más nobles que el simple deseo de ganar dinero, aunque eso sea importante.
-¿En España los emprendedores disfrutan de todas las facilidades que deberían tener por parte de las administraciones?
-La realidad económica, legal y financiera es cada vez más compleja, pero el emprendedor debe ser alguien con ganas, con empuje, con las ideas muy claras para poder lograr su objetivo. Debe tener una gran capacidad de sacrificio y son gentes no demasiado preocupadas por las ayudas. Sobre todo, porque las formalidades administrativas ahogan al emprendedor. El emprendedor «pasa» de subvenciones y va a su objetivo, a sacar adelante su idea. Un emprendedor nunca es un «cazador» de subvenciones.
-¿En periodos de crisis o desaceleración como el actual, hay cabida para los emprendedores?
-Los periodos de turbulencia son tradicionalmente buenos para los emprendedores. La ambición, las ganas de conseguir lo que desean, la necesidad de independencia económica y personal están por encima de la crisis. Ya vemos, y veremos aún más, un nuevo tipo de emprendedores que son muy habituales desde hace tiempo en Gran Bretaña y que allí han llegado a ser grandísimos empresarios: los inmigrantes. Reúnen ganas de superación, conocen la importancia del sacrificio y están dispuestos a asumir riesgos. Muchas veces sólo consideramos, al hablar de emprendedores, a los grandes proyectos, pero para mí también es un gran proyecto el de un matrimonio que monta un bar o restaurante, emplea a 15 ó 20 personas y con mucho esfuerzo y muchas horas de trabajo acaba consiguiendo un patrimonio importante.
-¿Los economistas deben ser emprendedores?
-El economista debe ser más un profesional al servicio del emprendedor. Hay que diferenciar claramente al emprendedor del asesor y gestor que esa es la labor del economista.
Fuente: Diario ABC