¿Por qué el hombre, indefenso al nacer, se convirtió en el dominador del planeta? Porque fue el único entre todas las especies que aprendió a tallar el alfabeto en su cerebro.
El secreto de este valioso capital intangible permitió globalizar la comunicación, superando las barreras del tiempo y del espacio.
Pero la creación requiere formación. Borges dijo: "No somos lo que somos por lo que escribimos, somos lo que somos por lo que leemos".
Y como la vida es muy corta para aprender todo de la experiencia, Newton expresó: "No soy un genio, estoy parado sobre las espaldas de gigantes".
La lectura es la gimnasia del cerebro. Se puede comparar con el manejo de un auto: en cualquier momento, podemos detener la marcha y reflexionar. En cambio, el mensaje audiovisual es como viajar en avión: una vez que estamos volando ya no podemos bajar.
La paradoja de la sociedad de la información es que mientras la producción de textos y conocimientos crece exponencialmente, las habilidades lectoras se mantienen constantes o disminuyen.
El cambio acelerado requiere una actualización continua para sostener el nivel competitivo.
El problema que encierra el funcionamiento de la memoria es que, cuando nos detenemos para registrar lo que leemos, dejamos de recibir información, lentificando los procesos perceptivos y disminuyendo el atractivo por leer.
En la comunidad educativa, empresaria y política, no existe una conciencia clara sobre el valor de la lectura, ni una visión estratégica sobre los beneficios sistémicos que promueve.
Sin embargo, existen métodos, cursos y programas de capacitación que permiten aumentar de 3 a 10 veces la velocidad y comprensión en la lectura.
La buena noticia es que se puede reaprender a leer, porque leer cualquiera sabe.
Dr. Horacio Krell : Fundador de Ilvem