Es indudable que Silicon Valley, ubicado en el estado de California, es el mejor lugar para emprender en el mundo. ¿Algunas razones? Poseen grandes universidades como Stanford y Berkeley que atraen a una buena parte de los mejores alumnos de todo el mundo; poseen incentivos tributarios que hicieron que gran cantidad de empresas decidieran instalarse ahí, transformándose en una ciudad joven y con empuje; tienen gran cantidad de ejemplos exitosos, que hacen que los jóvenes prefieran ser emprendedores que ejecutivos y, por último, tienen una gran cantidad de opciones de financiamiento con un centenar de inversionistas y de fondos de venture capital.
¿Cómo funcionan la mayoría de estos fondos? Básicamente con la teoría del casino. Apuestan a muchos proyectos o empresas esperanzados que algunas pocas sean un gran hit y con eso el fondo rente lo esperado. ¿Les ha dado resultado? En muchos casos sí, sobre todo cuando tienes transacciones de muchos millones de dólares.
¿Cómo ha sido la experiencia en Chile? Una de las grandes críticas que le hago a nuestro sistema es que ha tratado de copiar el modelo de Silicon Valley sin ninguna distinción. Copiar sin adaptar. Si revisan las condiciones que hacen tan especial a California, ninguna se cumple en nuestro país. O al menos no en un gran porcentaje. No tenemos universidades World Class, no llegan los mejores alumnos de todo el mundo a estudiar a Chile, al ser un mercado nuevo no hay muchos ejemplos exitosos y todavía la cantidad de fondos de venture capital son limitados.
Algunas de las experiencias de nuestros fondos de inversión tampoco han sido buenas: algunos han cerrado antes de tiempo y otros no han logrado la rentabilidad esperada. Muchos han apuntado a una especialización en tecnología esperando dar un gran golpe, pero la prueba indica que si se usa la teoría de casino en mercados poco profundos, es mucho más probable que falles a que le aciertes. Otros fondos sí lo han hecho muy bien.
A mi entender, el desafío de los que administramos fondos de inversión de capital de riesgo es comprender que hay que adaptar y no copiar las mejores prácticas de la industria, que innovación no siempre hay que ligarla con la tecnología, que un buen negocio es un buen negocio independiente del sector, que hay que encontrar nuestras ventajas comparativas como país, que hay que dedicarle mucho tiempo a la gestión de las empresas y no gastarse todo el tiempo solo en buscarlas y seleccionarlas. También es muy importante involucrar a los aportantes en las decisiones, su experiencia es vital para el éxito de las compañías. Y, por supuesto, seguir contando con el aporte de la Corfo, que ha sido vital para el nacimiento y desarrollo de esta industria.
Sumado a lo anterior, y para saltar al siguiente nivel, necesitamos convencer a muchos más inversionistas que crean en este tipo de oportunidades de inversión (cómo no va a ser más desafiante invertir en una empresa chilena en desarrollo que en un fondo mutuo de acciones en Europa). Las pruebas indican que si se hace bien, es mucho más rentable que cualquier otro producto financiero, además de ser un aporte al desarrollo de nuestro país.
fuente: Diario Financiero
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