Emprender es también tener capacidad comercial. Esta cualidad es necesaria pero no suficiente para triunfar y consolidarte, y te asegura un altísimo porcentaje de posibilidades de que tu proyecto salga bien.
Muchas veces nos preguntamos cual es la clave de cualquier emprendedor para poder triunfar. Yo al final llego a la misma conclusión. Hay que saber vender o por lo menos disponer de estos recursos comerciales en el proyecto. He visto triunfar proyectos como Polymita, Estal Packaging, Eurekakids, Semantix o Ecowash. Todas estas empresas han diseñado unos mecanismos comerciales que las sitúa como pioneras en sus respectivos mercados.
Ya sea el CEO o el director Comercial, la empresa o proyecto tiene que ser un primer espada en el mundo de la venta. Esto no es nuevo pero lo que si resulta innovador es la capacidad que puede tener el impulsor del proyecto. La misma tiene que estar volcada al mundo de la venta, destacando su labor de vendedor de las soluciones como de la empresa en su conjunto. Nadie mejor que el propio impulsor podrá convencer y deleitar de las virtudes del proyecto empresarial. Y los emprendedores tienen que aprender la lección que lo más importante de cualquier proyecto no es la tecnología, la innovación o el valor añadido de determinada aplicación. Lo más relevante es saber vender lo que ofrece el proyecto.
Muchos proyectos de emprendedores empiezan con un diseño casi perfecto de las operaciones, del prouecto o servicio, de las campañas de marketing, y de una ajustada pero precisa financiación. Pero muchos de ellos se olvidan de la parte más importante que es salir a vender. Los emprendedores deben prestar especial atención a la rentabilidad del proyecto, a vender ellos mismos y a dedicar el máximo de recursos y atención a la actividad comercial y de generación de ingresos. Nadie piensa por nosotros y debemos liderar esta tarea nosotros mismos.
Quien conozca a Juan Antonio de Guiadenovios, o a Robert de Digital Samba, o a Eduardo Molet e sus servicios inmobiliarios o a la cupula del Grupo Intercom, se dará cuenta que todos ellos se preocupan diariamente por la tarea comercial. No hay día que se pregunten como van las ventas, qué han vendido este día o qué pueden implementar en los procesos de la empresa para facilitar las ventas del día siguiente. Es una obsesión comercial que se traduce en un dinamismo operativo propio de copiar.
Ya sabes, si no eres vendedor, hazte! o rodéate de colaboradores que lo sean.
Fuente: Oscar Sánchez (Economista.es)