Las personas con gran éxito en su vida profesional suelen tener ciertas características comunes en cuanto a su modo de vida o de hacer. Hay cosas que les diferencian del “resto de los mortales” y que son precisamente las que les han llevado a alcanzar la cima.
Son personas que nunca dejan de aprender, que viven en una constante inquietud por formarse y por no quedarse «obsoletas». Leen, acuden a charlas y ponencias, a eventos, actualizan sus conocimientos sobre nuevas herramientas en su campo…
Y por lo tanto son también inconformistas, además de arriesgadas y atrevidas. No se conforman ni con lo que tienen ni con lo que saben: siempre quieren más. Buscan mejorar hasta el mínimo fallo y no dejan pasar nada que sea susceptible de mejora.
Tienen una serie de metas definidas que no pierden de vista jamás, ni con el paso del tiempo ni con la evolución de su carrera. Esas metas pueden variar con el tiempo pero una vez conseguidas se establecen otras para lograrlas. Sin metas a conseguir la vida de cualquier persona no tiene sentido.
Por supuesto, no hay que confundir a personas importantes y con éxito con personas despóticas o que viven en su propio pedestal. Las personas con éxito tienen que ser humildes y buscar apoyo en los demás: en sus empleados, en su familia, en sus amigos… El éxito no vale de nada si no tenemos con quién compartirlo.
Además, son personas que no se amedrantan ante los problemas, y aprenden de los errores. Para ellos cada crisis es una lección y logran salir airosos de cualquier circunstancia adversa que se les presente. Saben que tienen que convivir con los problemas pero los asumen como parte del aprendizaje empresarial.