El inversor olvida muy rápido y generalmente tiende a esconder en su memoria los malos momentos. Lo ideal sería tratar de tener siempre presente los errores para que de esta forma no volver a repetirlos.
La crisis financiera mundial de 2008 fue realmente muy fuerte. El mundo de las inversiones pareció volverse loco y casi todos los inversores sin excepción perdieron dinero.
Recordemos que la crisis financiera de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime. Las repercusiones de la crisis hipotecaria comenzaron a manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008, contagiándose primero al sistema financiero estadounidense y después al internacional, teniendo como consecuencia una profunda crisis de liquidez. Esto inclusive provocó el colapso de grandes bancos americanos como Bear Stearns.
Fruto de esta situación muchos inversores decidieron vender sus acciones en precios mínimos. Abrumados por pérdidas que muchas veces llegaron a superar el 10% diario, los inversores sólo buscaban detener la hemorragia. El corto plazo es el que domina en esas situaciones. Las emociones se apoderaron de los inversores y los llevaron a tomar malas decisiones.
Por supuesto lo recomendable es mantener la calma en esos momentos y tomar decisiones racionales analizando el contexto. “Fácil decirlo y difícil hacerlo”, dirá. Es cierto. Por ello, con el objetivo de tener esto siempre presente es que le acerco dos lecciones de la crisis de 2008 que no sólo nos pueden servir hoy sino que pueden acompañarnos para siempre.
Son consejos que acercó el sitio especializado MarketWatch y que deben estar entre los principios más importantes que todo inversor debe tener en cuenta. Como cuenta el especialista Larry Swedroe, director de investigación de Buckingham Asset Management, “las personas inteligentes cometen errores. Lo que las separa de los necios es no repetirlos”.
Por ello, vamos a las dos lecciones que nos dejó la crisis de 2008.
1. La diversificación no es una panacea, pero funciona
Los principales índices bursátiles del mundo perdieron dinero en 2008, al igual que muchos bonos de referencia. Sin embargo, los activos que eran considerados menos riesgosos que otros no necesariamente perdieron menos valor.
Por ejemplo, muchos inversionistas en 2008 creían que las acciones de alta calidad y que pagaban dividendos de alta capitalización amortiguarían un golpe que se esperaba afectara las acciones de media y baja capitalización más riesgosas. Pero estaban equivocados. Ese año, el índice Standard & Poor’s 500 de empresas de alta capitalización registró una pérdida mayor que el índice Russell 2000 de las acciones de baja capitalización.
Desilusionados, algunos sabios del mercado pusieron en duda el sentido común, que indica que diversificar una cartera de inversiones lo protegerá a uno en un mercado bajista. Tienen razón, pero sólo en extremo.
Una lección para los inversionistas es que cuando el pesimismo es mayor, es probable que muchas de las inversiones que normalmente siguen su propio camino caigan juntas. Al igual que un impulso positivo mantiene los barcos a flote, un mercado en caída libre aplasta todo a su paso.
Durante períodos más largos, por el contrario, uno obtendrá rentabilidades más estables con una mezcla de activos que no se eleven y se hundan de manera concatenada.
Una verdadera diversificación exige la amplia propagación de una cartera –a través de acciones, bonos, oro y otros metales preciosos, bienes raíces, commodities y más- incluso si eso significa ceder algunas ganancias en mercados alcistas.
En lo que va del año, la mayoría de las categorías de los fondos de inversión en acciones están en baja, pero la mayor parte de los fondos de inversión en bonos y las inversiones vinculadas con el oro están bastante fuertes.
Este es un tema de fundamental importancia para todos los inversores. Si tengo que elegir el error más común entre los inversores individuales elegiría la poca diversificación. Como dice el extracto, la crisis 2008 desafió este principio de la diversificación, porque todo bajó junto. Pero si logramos diversificar aún más la cartera, no sólo incluyendo activos financieros sino también inversiones alternativas y reales los movimientos de mi cartera van a ser mucho más suaves.
Supongamos el caso de un inversor que tiene el 50% de sus ahorros puesto en inversiones financieras. Éstas están totalmente diversificadas en activos y geográficamente. El 50% restante lo destina a inversiones inmobiliarias y alternativas, incluyendo metales como el oro o la plata e inversiones agropecuarias. Eso es una cartera diversificada y esa es una cartera que va a sufrir mucho menos las oscilaciones del mundo de las inversiones globales.
La otra cara de la moneda es un inversor que tiene todo su patrimonio en acciones argentinas. Por más que tenga diez o veinte acciones diferentes, el hecho que ser todas de un mismo país implica una mala diversificación. Ese inversor debería en forma urgente abrir su cartera por activo y por país. Esto lo dejará mucho más seguro.
Y lo atractivo es que hoy no hay que ser millonario para poder armar una cartera diversificada. Todos lo podemos hacer.
2. Los refugios son necesarios
Al comenzar 2008, las Bolsas internacionales habían tenido los activos con mejor rendimiento en cinco años consecutivos y el seguro del portafolio en forma de Bonos del Tesoro casi no valía la pena. Sin embargo, una vez que las acciones tuvieron una caída precipitada, la deuda del Gobierno de Estados Unidos jugó su tradicional papel de protector; los Bonos del Tesoro se convirtieron en el mejor lugar para ganar dinero en 2008.
Los críticos de la política fiscal del Gobierno estadounidense volvieron este año con advertencias acerca de un default y la muerte de Estados Unidos. Incluso la calificadora de crédito Standard & Poor’s despojó al gobierno de su codiciada “AAA”, algo impensado hasta entonces.
Sin embargo, los Bonos del Tesoro superaron a la mayor parte de las otras inversiones en lo que va del año, incluso con una mejoría desde la rebaja de S&P a principios de agosto. Tal vez, como algunos han bromeado, la deuda de Estados Unidos es la camisa menos sucia en el cesto del mundo. Sin embargo, las expectativas de lento crecimiento económico ahuyentan a los inversionistas, que le escapan a bonos federales y municipales de relativa seguridad, deprimiendo los rendimientos y aumentando los precios.
“Para los activos de renta fija, hay que permanecer junto a los Bonos del Tesoro, bonos de agencias gubernamentales y municipales de mayor calificación”, dijo Swedroe. “Todo lo demás, como los bonos basura de alto rendimiento, los bonos convertibles, los bonos de mercados emergentes y las acciones preferentes, pueden tener riesgos que aparecen en el momento equivocado”.
Los Bonos del Tesoro representan una de las raras inversiones que es probable que vayan bien en tiempos de crisis, cuando las acciones y otros activos caen. Por el contrario, podrían estar entre las de peor desempeño la próxima vez que la economía estadounidense y el mercado bursátil despeguen.
Si el miedo y el pánico muchas veces nos invaden y nos llevan a tomar decisiones irracionales, la codicia tiene el mismo efecto. Pero para el otro lado. Nos lleva a armar una cartera más arriesgada de lo recomendable. Por ello, destinar una parte de nuestra cartera a inversiones conservadoras es fundamental. Va a amortiguar los movimientos y también nos va a permitir dormir más tranquilos.
Lecciones que nos deja la crisis y lecciones que todos deberíamos tener en cuenta al hora de planificar nuestras inversiones.
Fuente: Inversor Global
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