por Dr. Horacio Krell*
El Dr. Robert N. Butler acuñó el término para referirse a los estereotipos negativos de los que son objeto.
Cuando se consulta a las personas más jóvenes sobre la tercera y la cuarta edad hay también palabras de admiración como sabiduría o creatividad y roles como el de abuela. Pero senilidad se usa mucho, como referencia a la debilidad física y el declive con términos como encorvado, enfermo o decrépito. La discriminación por razones de edad provoca algo más que sentimientos heridos. Afecta la salud física y cognitiva y el bienestar de forma cuantificable.
Esas ideas que tienen un sesgo desfavorable, se aplican también a las mujeres y las personas de color, y lleva a los afectados a peores resultados de salud del mismo modo que los sentimientos negativos sobre la vejez perjudican a las personas mayores.
Estas estupideces que están impregnadas en la educación y en la vida social deben atacarse con contradiscursos. Un estudio reveló que la supervivencia era 7,5 años mayor en quienes tenían ideas positivas sobre el envejecimiento, en comparación con los que tenían actitudes negativas.
El edadismo es una patología social que produce resultados adversos según las estadísticas:
Eventos cardiovasculares, como la insuficiencia cardíaca, los accidentes cerebrovasculares y los infartos de miocardio tienen el doble de riesgo en los que a edad temprana asimilaron estereotipos negativos sobre el envejecimiento.
Función física. Entre 100 personas mayores de 80 años promedio las que fueron expuestas a estereotipos positivos implícitos sobre la edad semanalmente durante un mes obtuvieron mejores resultados en las pruebas de marcha, fuerza y equilibrio.
En un estudio sobre los habitantes de New Haven mayores de 70 años, los que tenían creencias positivas sobre la edad también tuvieron más probabilidades de recuperarse completamente de una discapacidad grave que los que tenían creencias negativas.
Enfermedad de Alzheimer. Algunos de los participantes donaron su cerebro para autopsias. Los que tenían más creencias negativas sobre la edad a edades más tempranas presentaban un descenso más marcado del volumen del hipocampo, la región asociada a la memoria. También mostraban más placas y ovillos cerebrales que son biomarcadores del Alzheimer.
La lista continúa. Las personas mayores con una visión positiva del envejecimiento obtienen mejores resultados en las pruebas de audición y en las tareas de memoria. Son menos propensas a sufrir enfermedades psiquiátricas como ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático y pensamientos suicidas. La discriminación por edad, los estereotipos negativos sobre la edad y la autopercepción negativa del envejecimiento provocan un gasto anual adicional e innecesario de 63.000 millones de dólares por enfermedades asociadas.
En Japón, donde la cultura social es de respeto y admiración por los ancianos, sus habitantes tienen la mayor esperanza de vida del mundo. A los mayores se los trata de una manera diferente. Los centenarios son las estrellas de la sociedad. Queda claro que los valores culturales y los prejuicios de la gente sobre la edad pueden afectarlas.
Asimilamos esos estereotipos desde edad temprana a través de representaciones despectivas en los medios de comunicación y cuentos de hadas sobre viejas brujas malvadas. Pero las instituciones -empresas, organizaciones de salud, políticas de vivienda-, muestran rasgos similares al poner en práctica el edadismo estructural. Revertir esa situación exigirá cambios radicales, crear un movimiento de liberación de la edad. A tal punto afecta a las personas que muchos se realizan cirugías estéticas para aparentar tener menos años.
Las ideas perjudiciales sobre la edad pueden cambiar. Utilizando las mismas técnicas subliminales que miden las actitudes estereotipadas, se ha conseguido aumentar el sentimiento de competencia y valor entre las personas mayores. Investigadores de muchos países han reproducido buenos resultados. No se pueden crear creencias, pero sí activarlas, exponiendo a la gente a palabras como «activo» y «lleno de vida», en lugar de «gruñón» o «incapaz», para describir a los adultos mayores. ¿Podría una sociedad emprender semejante misión? ¿Cuánto tiempo podrían durar los beneficios de esas intervenciones? ¿Necesitaría la gente refuerzos periódicos para ayudar a asociar el envejecimiento con la experiencia y las posibilidades en lugar de con chistes incómodos? Aunque los niños pequeños ya tienen estereotipos negativos sobre la edad, estos no están grabados en piedra». Son maleables y podemos cambiarlos.
Eutanasia pasiva. La situación de muchos adultos mayores se parece. Algunos lo sienten así cuando deben pedir una cita previa por teléfono y les contesta una máquina. Se puede asimilar la situación a una “muerte asistida” el agobio que supone vivir en el abismo digital. Los adultos con más de 65 añosson los que han visto como todo se convirtió en una aplicación del móvil. Deben usar un aparato donde las letras y números son invisibles por su tamaño, los términos son desconocidos, y del otro lado ya no hay un humano. Son muchos llos quereclaman ayuda porque no tienen hijos u otras personas para que hagan por ellos lo que no son capaces de hacer.
Las barreras de la inclusión. El rechazo a aprender los lleva a decir “yo no quiero” o “no me hace falta”. Esta suele ser una de las primeras barreras que enfrentan a la hora de acercarse a la tecnología. Luego está la dependencia de alguien que les ayude con tiempo y dedicación. Aunque se le entregue un smartphone, lo desconocen totalmente. A estas dificultades se suman las limitaciones propias de la edad, como la pérdida vista y el oído. También está el lenguaje con palabras o frases que nunca habían escuchado. Les cuesta entender qué son los términos y condiciones, el PIN de seguridad o por qué hay que rechazar las cookies no deseadas.
Una persona que necesita pedir ayuda para hacer un trámite administrativo está en situación de vulnerabilidad digital. Pero más allá del papeleo, las otras esferas de la vida, como el ocio o la cultura, también se han trasladado a la pantalla. Parece que solo son ciudadanos vistos como personas que pagamos impuestos y debemos hacer gestiones por internet como cualquiera.
Pero deberían capacitarlo en tecnología y seguir aumentado su conocimiento, para que pueda estar informado, hacer sus compras hasta que adquiera autonomía e independencia.
La vía digital se ha convertido en la única para llevar a cabo las tareas y actividades que durante toda su vida han hecho con otras personas y deben ponerse al día.
Los que lo hacen participado en talleres exploran sin miedo las aplicaciones de su móvil. Usan YouTube para ver recetas de cocina o cosas de costura, los mapas para ubicarse cuando sale a la calle y la cámara para leer a los códigos QR en los restaurantes. A la lista de cosas que sí o sí hay que hacer con un móvil o una computadora, se puede mencionar los pasajes de tren, autobús o avión, que a veces es casi imposible comprarlos personalmente, o los transportes por aplicativos VTC, como Uber, Bolt y Cabify, en ciudades donde hay estos servicios.
La educación digital es imprescindible para integrar a los adultos mayores
Virtudes de los cerebros que vivieron más de 60 años. Al contario de los que creen en el edaismo hay evidencias concretas de que el cerebro puede progresar toda la vida. El cerebro de una persona mayor de 60 años es mucho más práctico, la interacción de los hemisferios cerebrales se vuelve armoniosa potenciando su creatividad. Es por eso que se pueden encontrar muchas que acaban de iniciar al llegar a esa edad sus actividades creativas.
Si bien su cerebro ya no es tan rápido gana en flexibilidad, toma de decisiones correctas y queda menos expuesto a las emociones negativas. Alrededor de los 70 años, el cerebro sigue funcionando con toda su fuerza. Con el tiempo, aumenta la cantidad de mielina en el cerebro, sustancia que facilita el paso rápido de señales entre neuronas. Debido a esto, las habilidades intelectuales aumentan en comparación con el promedio.
Después de los 60 años, una persona puede usar los dos hemisferios al mismo tiempo. Esto le permite resolver problemas complejos. El cerebro del anciano elige el camino que consume menos energía, elimina lo innecesario y deja solo las opciones adecuadas.
Características del cerebro de una persona mayor.
1. Las neuronas del cerebro no mueren. Las conexiones desaparecen si uno no se dedica al trabajo mental. Lo que no se usa se pierde.
2. La distracción y el olvido surgen debido a una sobreabundancia de información. Por lo tanto hay que concentrarse en lo importante. La ley de Pareto ilustra sobre el tema. Afirma que el 20% de los factores en cualquier problema explican el 80% de los resultados.
3. A partir de los 60 años, una persona utiliza ambos hemisferios.
4. Con un estilo de vida saludable, con una actividad física viable y con actividad mental, las habilidades intelectuales crecen continuamente, alcanzando un pico entre los 80 y 90 años.
No hay que tenerle miedo a la vejez. Aprendiendo y desarrollando habilidades, interesándose por la vida, con relaciones y planes: ¡todas las cosas buenas están todavía por venir.
El cerebro no se arruga, el cuerpo sí. Lo dijo Rita Levi Montalcini, quien obtuvo el premio Nobel, por aislar el factor del crecimiento neuronal. A los 100 años, se mantenía muy activa por la plasticidad de su cerebro. Pese a que mueren muchas neuronas, creaba nuevos caminos porque lo que lo mantenía ilusionado y activo. En “El as en la manga” dice que el cerebro es el “as” en el juego de la vida. La plasticidad compensa la pérdida de neuronas reorganizando a las que sobreviven. El requisito es conservar la curiosidad, el empeño y la pasión.
Como una página en blanco. El arrugue del cerebro es necesario para que las neuronas quepan en el cráneo, así como se arruga una hoja dentro de un vaso. Los bebés no se bastan a sí mismos, pero una tortuga recién nacida no depende de nadie. Esa debilidad le brindará la oportunidad. Muchas destrezas superan al instinto o la genética. La habilidad mágica de tallar el alfabeto en el cerebro, le da a la larga la superioridad sobre todas otras especies.
Hay viejos jóvenes y jóvenes viejos, ricos y avaros, enamorados y sin amor, lúcidos y viejos. El anciano compensa la rebaja de su agilidad, con la inteligencia cristalizada, fruto de la experiencia y del conocimiento. El cerebro cambia con la calidad de vida, una vida aburrida es un seguro de que el cerebro también lo será. Un hemisferio cerebral es la mitad de un órgano único de dos partes, no como el riñón donde se puede perder uno y el otro sigue trabajando. Sin la mitad del cerebro se pierde información única y específica que no puede ser reemplazada.
El cerebro es lo más organizado y complejo de nuestra anatomía, y se desarrolla durante toda la vida, porque siempre podemos aprender. Los cerebros progresan siempre si descubren su genio interior y se entrenan con los mejores métodos que constituyen su principal riqueza. Somos los arquitectos creadores de nuestro propio destino, si nos apoya una educación que promueva el autoconocimiento. Los que lo logran pueden afirmar: “vida nada te debo, vida estamos en paz”.
Una metodología para el cerebro. El cerebro de Einstein no se diferenciaba por el hardware sino por el software que lo hacía funcionar. Al transitar entre el pensamiento lógico y el creativo, descubrió que la imaginación es más importante que el conocimiento. Estudiando el cerebro de los genios se creó un sistema que asocia las inteligencias: espiritual, emocional, creativa, estratégica, ejecutiva, social, comercial y digital; que complementan su inteligencia especial.
El poder inteligente es un querer con eficacia que usa la memoria para crear y no para repetir.
La neuróbica (entrenamiento neuronal) sirve para compararse con los modelos de la excelencia (benchmarking) y para desarrollar el empowerment (poder interior) bloqueado por las carencias metodológicas. Como descubrió Pareto, (ley 80/20), el 20% de los factores provocan el 80% de los resultados. Al aplicar la palanca de Arquímedes sobre los mínimos vitales se potencia el rendimiento. La mejor inversión es educar, potenciar y saber usar los recursos para tener el cerebro listo cuando los años pasen. Es darles más vida a los años y más años a la vida.
El edadismo es una patalogía social peligrosa. Con la complicidad de la educación y los medios de comunicación se instaló en la conciencia colectiva la idea de que ser viejo es una enfermedad. Por eso existe en la mente la necesidad de la jubilación para protegerse.
Pero ¿desde qué edad uno se vuelve viejo? Para muchos la decadencia comienza a los 50 años. Se olvida que los grandes inventos surgen de los cerebros de los adultos mayores que saben equilibrar sus conocimientos con una mente abierta. Hay una combinación entre experiencia e ingenuidad para no aceptar las cosas como inmutables. Equilibrio es la palabra clave: hay un punto mágico, una combinación de conocimiento e ingenuidad que les permite esas soluciones creativas que todos llamamos «descubrimientos».
El cerebro progresa con la edad pero esta patología de creer que la edad condiciona la capacidad atenta contra la idea de aumentar la longevidad. Pero tener cada vez más gente viviendo requiere darle herramientas para poder hacerlo justo cuando los robots reemplazan gran parte el trabajo humano.
Matarlos en vida, como sugiere el edadismo, implica mayores costos de jubilaciones para el resto del sistema. Estamos ante un dilema que no podemos ignorar y debemos resolver.
Lo que está claro es que el cerebro progresa con la edad y no podemos condicionar a las personas por el paso del tiempo. Siempre existirán jóvenes viejos y viejos jóvenes.