por Dr. Horacio Krell
Los pensamientos negativos se adquieren por vivencias del pasado que permiten analizar mejor el presente para no volver a equivocarse. Arrepentirse, por ejemplo, provoca dolor, pero sirve para aprender de los errores y a no repetirlos. Preocuparse por el futuro mueve a hacer cosas hoy, aunque no gusten, por creer que aportarán recursos más adelante. La ira protege para reaccionar ante los abusos y lograr que lo respeten. Puede ser útil pensar en negativo: nos hace menos crédulos y más cautos. El optimismo, en cambio puede conducir al error, a no prepararse lo suficiente, a creer que se tiene todo para triunfar lo que sería un exceso de confianza.
Ser humilde es muy importante para no caer en los excesos de la arrogancia.
Se feliz
El acento de la psicología positiva en el tema de la felicidad y en poder controlarla puede resultar perjudicial muchas veces. Instruir para ser feliz es como pedirle a alguien que no piense en un elefante; la mente funciona al revés y hace pensar en el obstáculo.
No cumplir con el imperativo de ser feliz frustra y genera culpa. El propósito de la vida no es ser feliz. Es ser útil, honorable, compasivo, lograr que valga la pena haber vivido y vivido bien. Se puede ser negativo en el pensamiento y optimista en la acción.
Difícil de elegir
Un porcentaje elevado de optimismo o pesimismo viene del pack genético. Para la persona con tendencia natural hacia la negatividad saber cómo funciona su cerebro «su número de serie» es aún más importante que para el optimista moderado. Y esto es así porque el pesimista natural necesitará, para incrementar su bienestar, aprender a cambiar sus circuitos cerebrales. De otra manera su inconsciente siempre estará jugándole una mala pasada.
La situación puede ser la misma. Pero los pesimistas eligen el lado negativo, los optimistas el positivo. En la crisis los pesimistas ven la amenaza y los optimistas la oportunidad. Si la botella está por la mitad los optimistas dicen: está medio llena y los pesimistas está medio vacía.
¿Qué conviene ser?
Henry Ford dijo “Siempre tenemos razón, cuando pensamos que nos irá bien o mal o que nos irá mal”. Los optimistas creen que pensar en una dirección aumenta su viabilidad, el que cree en algo lo hace más posible. Afirman que la mente tiene una capacidad auto sugestiva que transforma en acto lo que decide aceptar. El iluso construye castillos en el aire. El optimista realista, en cambio, tiene los ojos en el cielo, pero los pies en la tierra.
Entrenamiento cognitivo
Se puede educar a la mente para combinar las actitudes primarias naturales con el role playing (ponerse en el lugar del otro). El “Yo” queda protegido porque remiten al papel interpretado. El ego sale de vacaciones sin reprimir al pensador. Es una técnica que dirige la atención hacia zonas no visitadas habitualmente modificando la dinámica del cerebro en el pasaje de la intención a la acción. Es prepararse para pensar de otra manera:
El sombrero blanco
El actor busca los hechos objetivos y se pregunta: ¿qué tengo?, ¿lo puedo verificar? No busca encajar los datos, asume la neutralidad.
El sombrero rojo
Se legitima la expresión de la emoción sin tener que justificarla: me huele mal ¿no me pregunten por qué? Aflora la intuición sin ocultar el sentimiento.
El sombrero negro
El intérprete es pesimista. Actúa como el abogado del diablo. Critica lo que está mal sin temor a destruir, porque esa es su función.
El sombrero amarillo
Es el sombrero del optimismo. En oposición al negro, busca el lado positivo para lograr que las cosas ocurran. Aplica mejor las viejas ideas, es constructivo.
El sombrero verde
Es la esperanza, la prima del optimismo, busca promover la novedad generando movimiento.
El sombrero azul
Coordina, dirige, afina y escucha los aportes que sintetiza en función de prioridad. Define la agenda: ¿cómo encaja esto en la estrategia global?
Actitud, reflexión y acción
Estimulando opciones se evita el automatismo del sistema perceptivo. Si el sombrero negro pesimista señala un peligro se lo enfrenta, se acepta la amenaza, pero con una solución. Como es más fácil destruir que crear, si se trata una idea nueva conviene usar el amarillo. Para comprender es mejor usar el sombrero blanco que provee información y el rojo que aporta la emoción. Para analizar las causas el blanco, para evaluar el negro; para generar el verde, para decidir o planear, el rojo y el blanco, para dirigir el azul.
En la vida práctica …
Alvoptimistavse lo ve como ingenuo y el ceño tosco del pesimista aparenta sabiduría. El pesimismo brota de la duda, de la desconfianza, es como la certeza que se cierra a la experiencia, evitando el cotejo con lo real. Mientras que el pesimismo es fácil, el optimismo demanda un esfuerzo de la voluntad. La alegría no tiene la autoridad de la tristeza que goza de un gran respeto. Cuando se asocia a un pensamiento con tristeza se convierte en pesimismo. Hay que resistir al pesimismo, justo hoy que tiene tan buenas razones.
La victoria es continuar cuando otros se detienen. Churchil dijo: “un optimista ve una oportunidad en cada calamidad y el pesimista una calamidad en cada oportunidad”.
Para Platón “el comienzo es la parte más importante de cualquier trabajo”.
El entusiasmo
Hay personas que amanecen con una energía incontenible, otras apenas pueden levantarse. Esa virtud misteriosa es como el poder transformador del viento, invisible pero efectivo y ante el cual hasta las hierbas se inclinan. El entusiasta despliega libremente su energía porque su fe mueve las montañas. Es proactivo no se ata a los sucesos. Como la profecía que se autorrealiza, lo logra porque cree. Su libertad es plena, y la potencia no se la da el intelecto ni el objetivo, sino la fuente de la cual se nutre. Y el entusiasmo se contagia.
El dinero y la salud no hacen la felicidad
La mejoría económica hace felices a los más pobres, pero quienes obtienen ingresos de golpe, retornan a la media. A la buena la salud se la considera normal y sólo se la añora cuando se la pierde. Buscar el éxito obsesiona y se convierte en un obstáculo. Al que le va bien sigue haciendo lo mismo sin advertir que debería cambiar.
Con el homo sapiens la educación para la felicidad sobrevaloró lo racional y descuidó lo emocional. La emoción anuncia la presencia del peligro o la ausencia de felicidad. Relaciones profundas y pasión por lo que se hace son la clave. La felicidad siempre está en el porvenir. Es una promesa de trabajar duro hoy para mañana, pero cuando llega ya queremos otra cosa.
Economía del comportamiento y de la felicidad
Aplican la metodología psicológica y la económica como termómetros del bienestar emocional. La economía del comportamiento surgió con Daniel Kahneman (luego Nobel de Economía 2002) y Amos Tversky, quienes postularon que el comportamiento racional de los neoclásicos era más una excepción que una regla.
Surgen estrategias para evitar que este comportamiento irracional genere resultados negativos.
No está claro como corregir tales conductas. Aún en los casos en que se encuentran daños, no está claro cómo podrían evitarse. Tampoco es posible separar el comportamiento irracional que distorsiona los precios del especulativo que los empuja al equilibrio.
Habría que obligar a empresas y organismos a dar más información al consumidor y a ser más transparentes, pero no está claro que sean aportes de la economía conductual o simple sentido común. Es cierto que a veces tomamos malas decisiones. Pero si estas opciones reflejan los valores y preferencias de las personas, ¿podemos justificar intentos de cambiarlos? Hay decenas de países que en la actualidad realizan mediciones oficiales de bienestar emocional en la población. Hay correlaciones en este aspecto de lo que a uno se le ocurra: se reportan subas de felicidad promedio por actividades que van desde cortar el pasto hasta ver películas tristes.
Medir la felicidad
Si ella existe no se la advierte, pero sí se recuerda la pasada. No advertimos la de hoy, sí la de ayer. El presente es un lamento, pero en el hoy se moldea el mañana. Atada al pasado o al futuro, la felicidad no se deja atrapar. Paraguay es un país donde más gente experimenta emociones positivas: -divertirse, reír, sentirse descansado y ser tratado con respeto-
En el Informe de la ONU se hicieron preguntas sobre el bienestar, e identifica a Dinamarca, Noruega, Suiza, Países Bajos y Suecia en los niveles más altos. Las emociones positivas reflejan el estado de ánimo en momentos determinados, mientras que el bienestar refleja el estándar de vida. Los latinoamericanos son más emocionales, no necesariamente más felices. Expresan más sus emociones que otras culturas, y esto es cierto también para las emociones negativas.
El dinero no la compra
Pero su falta compra la miseria. No se trata de que ser rico sea bueno, sino que ser pobre puede ser muy malo. Lo importante es medir la miseria para reducirla. Si se les preguntara si están conformes con los servicios públicos que reciben o si creen que son tan felices como los escandinavos, el resultado sería distinto. En lugar de hacer preguntas sobre la felicidad, habría que preguntar sobre la infelicidad. Sería menos divertido, pero más útil.
A todos nos pasa algo parecido. Vivimos acelerados, corremos en ciudades que nos cuesta abandonar porque la adrenalina se usa como sustituto de la felicidad. En cinco minutos cierra el banco, el médico es inflexible con los turnos y no hay clase de yoga que nos calme. Pedimos días de 48 horas, noches eternas, ojos que no necesiten dormir.
El mandato letal es empujar el límite y ver hasta dónde podemos redoblar la apuesta.
El deseo de los jóvenes
Los jóvenes de hoy extienden la adolescencia, no pueden independizarse de sus padres, terminar la universidad, o trabajar en aquello que estudiaron.
En Argentina existen millones jóvenes que no estudian ni trabajan. La exclusión y la deficiencia educativa repercuten en los empleos. No pueden elegir una profesión que los haga felices. Y qué futuro podría tener la felicidad donde sus dirigentes del futuro no comprenden lo que leen.
Un nuevo paradigma en medicina
La biotecnología logró que el médico indague sin medios invasivos, sin entrar con el bisturí en el cuerpo. Las imágenes pueden mostrar el cerebro en detalle a pesar de estar como dentro de una caja fuerte. Ha provisto al médico de drogas curativas o paliativas, que permitieron –junto con elementos de confort como el agua potable– prolongar la vida humana como nunca había sucedido. Pero se suele atender más a la enfermedad que al enfermo. La tecnología va en detrimento del cuidado y la atención a ofrecer a quien está con la angustia de su enfermedad. Es la deshumanización de la medicina. Médico tiene como acepciones “cuidar”, “curar” y “medicar”.
Tener razón o ser feliz
En un experimento el hombre debía estar de acuerdo en todo lo que opinara su esposa sin quejarse. Parece ser que tener razón, o creer que se la tiene, mejora la calidad de vida. Intentar ser feliz y estar de acuerdo con lo que no se está de acuerdo lleva a ser infeliz. Acordar en todo no es el mejor plan. Hay estudios que intentan validar lo inviable.
Un mundo infeliz
En la crisis 2008 los contribuyentes debieron cargar con el costo mientras que los culpables, los amos del mundo, preparan el próximo cataclismo. Creamos sociedades infelices. China, Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica amortiguaron la crisis ante la caída, para convertirse en los centros neurálgicos del siglo XXI. Pero en su lucha contra la pobreza provocan similares problemas. La felicidad no se mide por el ingreso sino por lo que se hace con él. Cuando el dinero es un fin la felicidad es una utopía. El rey Midas al convertir en oro todo lo que tocaba se murió de hambre. El materialismo se combate con políticas de estado.
La religión de las cifras
Se pensó que el crecimiento terminaría con la pobreza, pero aumentó la desigualdad. El PBI crece en las catástrofes por la reconstrucción y no contabiliza su costo, no mide la salud social, no suma voluntariado, esparcimiento, educación, salud ni seguridad. EEUU es 1ro en PBI, pero en el Programa de Desarrollo Humano de la ONU, otros lo superan.
La polémica llegó al reino de Bután. No miden el PBI, sino felicidad bruta interna: esperanza de vida, bienestar económico y educación. No es fácil. De pilares como economía, cultura, medio ambiente y gobierno, desglosan bienestar, ecología, salud, educación, cultura, uso del tiempo, vitalidad social, gestión y variables dispares como la oración o pensar los suicidios.
Decían que la copa desbordada del vaso de los ricos se volcaría sobre la sociedad. Pero se impuso el individualismo, la insociable cualidad de doblegarse ante el deseo. La Naturaleza se autorrealiza, pero el hombre la depredó. Su insociable sociabilidad desarrolló su fuerza ante la pereza, pero lo llevó a la ambición desmedida. Sin eso sería un animal doméstico que no habría llenado el vacío que dejó la creación a su destino racional. Ha llegado la hora de ajustar las acciones a una razón que lleve al debe ser, considerando al hombre como un fin en sí mismo.
La sociedad de consumo
Huxley en “Un tiempo feliz” anticipó que el hombre aceptaría ser esclavo a cambio de placer y entretenimiento. El hombre moderno es teledirigido. El consumo desata pasiones como la atracción por las estrellas mediáticas. Sin demasiado interés, elige gobernantes, necesita que le digan en quién creer, cómo educar a sus hijos. Sigue las ondas que le marcan. El hombre feliz es autodirigido. Una brújula interna lo ilumina y crea su futuro.
Avanzar despacio y llegar a tiempo
Hay que cambiar los paradigmas de tiempo es dinero. Estrés, cerebro quemado, fatiga crónica y depresión resultan de la sobre estimulación y de la sobre agenda. Hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar. La tecnología crea sistemas que no puedan usarse, software que exigen cambiar la PC cada año. Lo ideal es trabajar por metas. Vivimos 700.000 horas, nos pasamos 70.000 trabajando. Concentrémonos en las otras 630.000.
Educar la mente
Vivir así desconecta la conciencia, la tensión mata y la creatividad muere. Usa bien el tiempo desde tu capacidad plena, valoriza la lectura, integra cuerpo-mente, pasa más tiempo con amigos, aprende a crear. En el film «Perfume de Mujer» el ciego invita a la chica a bailar, ella responde: no puedo, mi novio llega en minutos. Él contesta: “pero en un momento, se vive una vida» y bailan un tango. John Lennon dijo que: “la vida se nos pasa mientras planeamos el futuro. La felicidad no es la estación a la que se llega sino el modo de viajar.