Dr. Horacio Krell – Director de Ilvem – [email protected]
Siempre es conveniente medir la salud de una sociedad, lo que no se mide no se puede mejorar.
En el plano personal tal vez lleves una dieta equilibrada, puede que duermas 8 horas por noche, tal vez medites y hagas ejercicio físico, pero faltaría hacerte una pregunta vital para conocer cuál es tu estado de bienestar. Es el tipo de vínculos que tienes y creas y su influencia positiva o negativa, y eso depende de tu habilidad para adaptarte al entorno y a las situaciones sociales.
Hay que conocer gente nueva sin tenerle miedo: se trata de probar y ver. Hay que hacerse el tiempo para generar nuevos vínculos sociales.
Salud no es solamente no estar enfermo
Ser saludable va más allá de la ausencia de enfermedades. La Organización Mundial de la Salud lo define como un estado de completo bienestar físico, mental y social. Se conecta con la “salud holística”, centrada en el bienestar personal y en todos los aspectos de su entorno.
La salud holística es atender las necesidades físicas, mentales, espirituales, financieras y sociales. La idea es que todos afectan y que el malestar en uno puede afectar a los demás.
La flexibilidad social
Tener o no amigos es importante, pero se relaciona con las condiciones de armonía o estrés en que la vida social se desarrolla y depende del tipo de vínculos sociales significativos que establecemos con los demás y con la influencia que ejercen.
Otro aspecto clave es la flexibilidad persona para adaptarse al entorno y a las situaciones sociales. También se conecta con las condiciones de vida, estabilidad económica, empleo, discriminaciones culturales y acceso a actividades recreativas y de ocio.
La salud social es la habilidad para adaptarnos y gestionar los cambios y desafíos en el entorno. También es la capacidad de desarrollar relaciones productivas.
El cerebro es como el paracaídas
Solo funcionan cuando se abren. Hay tipos de vida de diferentes. Y al conocerlos uno se puede comparar con ellos y reconocer que no siempre se tiene la razón. Pero si te cuesta un poco salir tal vez es mejor que te armes planes, que quedes con verte con gente, que te organices. También en investigar un poco qué propuestas están disponibles, e incluso armarte una agenda. Es muy bueno colaborar para que tu entorno se vuelva un lugar mejor y más saludable, intenta contribuir al desarrollo de la comunidad.
El bienestar puede aparecer por momentos como una meta demasiado grande que, sin embargo, se vuelve más cercana si la pensamos a través de objetivos concretos y medibles.
¿De qué se trata? De guiarlos para tomar decisiones orientadas a un estilo de vida positivo y saludable. También de establecer objetivos de acuerdo a las características y motivaciones de cada relación. A partir de esos datos existen programas de beneficios por acumulación de puntos que pueden canjearse por descuentos y premios, incentivando así al cambio positivo.
Los programas de referidos o afiliados están siendo encarados por las empresas y organizaciones para mejorar el capital social e individual de sus miembros y clientes.
Inteligencia emocional e inteligencia social
La primera es la capacidad de entender y gestionar las emociones, y la inteligencia social es la destreza de conocer los sentimientos de los demás para funcionar bien en la sociedad. Son dos factores claves de la salud mental
La cuenta corriente emocional es el reflejo de las relaciones con cada persona y la sumatoria es el capital social de un individuo. Desarrollar conjuntamente ambas inteligencias mejora el resultado de sus cuentas corrientes emocionales y, por ende, de su capital social.
El primer paso para desarrollarlas es medir su estado actual. Para mover el amperímetro es necesario saber cómo reaccionan ante las situaciones estresantes.
1. Contar hasta 10. Un error es la conducta impulsiva, no pensar antes de actuar. La buena reacción es no ver algo personal en el interlocutor y la mala es faltarle el respeto. Advertir que uno perdió el control permite entender que funciona en sentido contrario a los propios intereses.
Antes de reaccionar se deben sopesar los pros y los contras. No saber gestionar los enojos contractura las relaciones. Es un círculo vicioso porque eso deprime y aumenta la dificultad para manejar las emociones. Una baja inteligencia emocional tiene efectos negativos encadenados.
2. Cambiar la percepción. Una situación puede ser vista desde ópticas distintas. Newton recibió el impacto de una manzana sobre su cabeza, sentado debajo de un árbol, se preguntó por la causa y descubrió la ley de gravedad. Al reconocer una emoción negativa también se pueden ver como desafíos a resolver e involucrar a las emociones positivas en un cambio de actitud.
Un ser emocionalmente inteligente percibe un incremento de su ansiedad y en vez de preocuparse empieza a ocuparse de esta situación para superar el desafío que representa.
Una baja IE lleva a la incertidumbre, un ciclo de desesperanza, preocupación y depresión.
Es preocupante la preocupación. Mark Twain en una cena entró en pánico y dijo: «mi pierna derecha está paralizada. La señora que estaba a su lado le dijo: No se preocupe, usted pellizcó mi pierna, no la suya. Twain lo explicó: “Hace 20 años, un médico me dijo: Un día se quedará paralítico del lado derecho, desde entonces me pellizco la pierna derecha 20 veces al día.
3. Los círculos de atención y preocupación. Anticipar un problema es un modo de crearlo. Cuando la preocupación se convierte en acto, preocuparse será todo lo que se haga. Hay dos cosas por las cuales no vale la pena preocuparse: las que tienen solución y las que no la tienen.
El 40% de las preocupaciones son un producto de la mente. El 30% son herencias inmutables del pasado. El 12% son falsos problemas. El 10% conciernen a la salud, que empeora al preocuparte. Sólo el 8% son legítimas y se solucionan eliminando preocupaciones infundadas.
La agenda muestra cómo se invierte el tiempo y la energía. Hay que ocuparse de lo que depende de sí mismo, mejorando competencias, hábitos, sabiendo quién uno es y quién quiere ser.
El área de preocupación depende de los demás o de las circunstancias. El ser proactivo se enfoca al círculo de influencia, se dedica a lo que puede hacer. Se ocupa. El reactivo se queda en la preocupación, en los defectos ajenos, en los problemas del entorno, donde no tiene control.
Así disminuye su espacio de acción y aumenta su preocupación. Se muestra como víctima, reacciona si algo le pasa, si le viene un golpe lo esquiva, pero le falta la motivación interior.
4. La ocupación desplaza a la preocupación. Al enfrentar los problemas estos se desinflan. Al enfocar lo positivo: la meta, la ocupación, señalan que se está en la senda correcta. Preocupación, es ver lo negativo, no abordar la solución, tener miedo al fracaso, evitar que las cosas fluyan y fijar en el cerebro la derrota, porque lo negativo engendra su propio destino.
En la Universidad de Bristol se aisló el neurotransmisor que refuerza el aprendizaje y los cambios. La acción perfecciona las conexiones entre las neuronas que intercambian mensajes y aumenta el número de receptores. Lo que no se usa se pierde y las neuronas mueren. El que se ocupa aumenta su reserva sináptica protectora, el que se preocupa no hace nada.
5. Cambiar emociones. La ansiedad, a nivel moderado, mejora el desempeño, porque aumenta la motivación. Un nivel bajo no estimula y uno elevado lleva a la preocupación. La verdad suele estar en el punto medio y en moverse hacia a niveles moderados.
La Inteligencia Emocional está relacionada con niveles moderados de ansiedad.
6. Ponerse en el lugar del otro. Empatía. Al extenderse más allá de lo personal, se potencia la inteligencia emocional con la inteligencia social. Hay emociones que son complementarias, como la atención al cliente, donde el trabajador debe gestionar sus emociones y las del cliente según las normas de la empresa, aunque, un cliente decepcionado le esté gritando.
7. Entrenamiento emocional. El entrenamiento más efectivo se centra en la gestión y en la expresión de las emociones, las cuales se vinculan a un buen desempeño laboral y a una mejora de la comunicación con clientes y compañeros. Esta competencia cognitiva puede mejorar a lo largo de la vida para desarrollar el potencial de la inteligencia emocional.
El motor del cerebro
Conocerse a uno mismo con la brújula del autoconocimiento es la clave, y no el radar de la sociedad de consumo que imita a ricos y famosos. Empowerment es el poder interior y la fuente de energía es abrevar en esa fuente. Las inteligencias complementarias: emocional, creativa, estratégica, ejecutiva y social, convierten el espíritu en materia.
La energía, como el dinero, puede invertirse en ocuparse o preocuparse. Al ocuparse se crean soluciones. La palabra problema tiene una connotación negativa, sin embargo es un motor.
Qué vacía, aburrida e insoportable sería la vida sin ellos, lo que no te mata te fortalece.
Un error surge de una visión incorrecta de algo, por no enfrentarlo innovando, por ejecutar una estrategia equivocada, por confiar en creencias falsas y por carecer de información.
Nadie es perfecto, se puede aprender del error, el feedback con la realidad evita que el error se convierta en hábito. Quien sabe escalar montañas, conoce lo que es superar la larga y riesgosa primera subida. La satisfacción de superarla genera la conciencia de que es más lo que falta que lo recorrido. Ese éxito es un estímulo callado, luchar por alcanzar ideales aumenta el crecimiento. Un problema se convierte en positivo sintonizando el trabajo con la pasión.
Una rana puesta a calentar a fuego lento muere porque no advierte el cambio. El cerebro también decae, la rutina termina por matarlo. Giuseppe Verdi sobre su longevidad creativa, afirmó: “toda la vida busqué la perfección pero aun no la puede hallar”.
Ocupada en lograr el ideal, la ocupación vencerá a la preocupación y será la fuente del éxito. La inteligencia emocional a diferencia de la intelectual, se concentra en cómo se aplican los recursos en la vida real antes que en medir la capacidad en situaciones abstractas.
La teoría de las inteligencias múltiples
Cambió la forma de medir el coeficiente intelectual ya que se puede ser inteligente de diferentes maneras. Tenemos un poder interior que se convierte en poder inteligente (smart power) cuando conjuga el querer con la eficacia.
No alcanza con saber lo que se quiere; sin conseguirlo el deseo se frustra.
Un primer desajuste es la desinteligencia emocional, la falta de correspondencia entre la vocación y las emociones que se experimentan en la actividad diaria. Otro factor es la carencia metodológica. Nietzche sugirió que los métodos son la mayor riqueza del hombre. También se bloquea el querer por falta de imaginación, o la bohemia: calentar la pava pero no tomar el mate.
El bloqueo estratégico es no saber planear. Otro error común es no saber ejecutar el plan. Son destrezas que deben entrenarse (aprender a aprender y a emprender). Una virtud clave es la inteligencia social: implica elegir bien a los que nos acompañarán en la ruta de la vida.
El capital social es la sumatoria de las relaciones productivas.
El verdadero “desarrollo” no es lo que tenemos sino lo que hacemos con eso, para convertir el espíritu en materia. Para que el genio que llevamos dentro no se quede encerrado en la lámpara de Aladino, debemos poder crear ideas y llevarlas la práctica.
Desbloquear la inteligencia emocional es el primer paso para armonizar los tres cerebros humanos en conflicto:
- el cerebro que heredamos de los reptiles y que se manifiesta en los instintos,
- el cerebro emocional que provoca los sentimientos y que surgió de los afectos que los mamíferos tienen por su cría y
- el cerebro racional, que es el producto de la creación del alfabeto y donde está la sede de la razón humana.
Armonizar estos tres cerebros en conflicto deber ser la función clave de la educación, porque si no el corazón siempre tiene razones que la razón no entiende.
La inteligencia emocional y la social van de la mano. Lo primero es conocerse a uno mismo para potenciar las emociones positivas y controlar o eliminar las negativas. La inteligencia social tiene que ver con las relaciones con los demás para ampliar el círculo según la norma: dime con quién andas y te diré quién eres.
Alianzas estratégicas múltiples
Las empresas y las personan poseen capacidades que no se usan por sus debilidades y fortalezas, mientras existen también amenazas y oportunidades. Los recursos inactivos provocan pérdidas, como reflejan los asientos vacíos del avión que ya partió.
Las crisis demandan acción y no brazos cruzados. Se puede inventar un destino aun en las peores condiciones. Y la debilidad puede resultar una ventaja, si ésta permite integrarse al mundo global, por ejemplo, al asociarse en alianzas estratégicas internacionales.
El test de las alianzas estratégicas productivas consiste es la sinergia positiva que surge cuando el producto que emerge de la unión es superior a la sumatoria de sus partes.
Pensar como genios
Einstein donó su cerebro a la humanidad para que se conociera el secreto de su genio. Sin embargo era parecido a cualquier otro e imitarlo es una alternativa posible.
Su cerebro no valía por su peso sino por cómo lo hacía funcionar. No hace falta ser un genio de origen para realizar alianzas estratégicas múltiples con Sócrates, Aristóteles o Einstein para estimular el poder de la mente, gestionar el futuro y pensar productivamente.
Las alianzas son comunes al estilo de los genios en la ciencia, el arte y la industria, a lo largo de la historia. El capital intelectual es la capacidad de una persona, el capital social es el intelecto de una sociedad. Ambos pueden superarse a través de la educación. Por eso la educación es la industria pesada de cualquier Nación, ya que crea los individuos y las sociedades del futuro.