Compartimos tres pasos para tomar conciencia en la forma en que nos estamos comunicando y la influencia que ejerce sobre la motivación.
La forma en que nos comunicamos crea estados de conciencia. Quizá esto no sea algo muy difundido o conocido por todos. Y hay algo más importante aún: esos estados de conciencia se manifiestan en la realidad de nuestra vida.
Esto significa que las palabras, los gestos y la actitud corporal que usamos todos los días para comunicarnos determinan anclajes que pueden ser positivos o negativos dentro nuestro y eso influye directamente en el éxito o fracaso nuestra vida. Es así de simple.
Cotidianamente, en promedio todos utilizamos el mismo vocabulario. Sin embargo, hay palabras que tienen una carga negativa muy fuerte. Son aquellas que pueden transformarse prácticamente en cadenas que nos amarren a situaciones no deseadas.
Si estamos pasando por un momento de tristeza, nostalgia o de victimización hacia nosotros mismos, un buen ejercicio es el de observar detenidamente cómo nos estamos comunicando.
Por ejemplo, la actitud del “pobre de mí”, utilizar con mucha frecuencia palabras como “pero”, “no” o expresiones como “no, pero…” o “no sé”, automáticamente nos llevan a tener una visión negativa de todo lo que nos está rodeando.
También podemos observar estas actitudes en las personas de nuestro entorno. Probablemente sea mucho más fácil verlos en otros que en nosotros mismos, ya que todos somos muy buenos dando consejos hacia los demás, pero no tan buenos dándonos buenos consejos a nosotros mismos.
Por esto, compartimos a continuación tres pasos para tomar conciencia del aquí y el ahora en la forma en que nos estamos comunicando.
Primero: observar nuestras palabras
Observa conscientemente de qué forma te estás dirigiendo, y de qué manera expresas tus ideas. Mira, también, el resultado que obtienes. Si muchas veces no alcanzas a un final satisfactorio, es muy probable que la falla esté en la forma de tu comunicación.
Segundo: actitud corporal
De qué manera nos paramos, qué postura física adoptas frente a cada situación. Por lo general, en situaciones con personas a las que le das mucho poder, la actitud tiende a encorvarse y meterse para adentro, logrando únicamente encerrarnos dentro de nosotros y como consecuencia, no siendo tan asertivos como la situación ameritaría. Una postura erguida, balanceada entre los dos pies, con firmeza -que no significa rudeza-, podría ser más conducente en muchas situaciones.
Tercero: posición de escucha
En discusiones de pareja, con socios o con amigos, siempre es importante mantener la posición de escucha. Esto permitirá alejarse de la cuestión que produce ese enfrentamiento o el enfado del momento; facilita el tomar distancia, para asumir una tercera posición para mirar en perspectiva. Desde allí es más factible que puedas acceder a una mayor claridad y asertividad para comunicarnos mejor y con más efectividad.