Incrementar la capacidad de anticiparse requiere una metodología de desarrollo de capacidades que están adormecidas
Hay un viejo refrán que dice: es mejor prevenir que curar. El cerebro está mejor preparado para resolver situaciones problemáticas a medida que se presentan, antes que para anticiparse y realizar acciones preventivas que permitan evitar que los problemas ocurran. Por otro lado, la vida moderna recarga la agenda de tareas que se suman bajo la premisa de que hay que aprovechar el tiempo, que time is money y es por eso siente que cuando no está haciendo algo está procediendo mal.
A veces el error gira en sentido inverso pero igualmente negativo, es cuando se deja para más adelante algo que se debe hacer hoy. La causa es no saber separar lo urgente de lo importante y cuando se percibe una oportunidad o una amenaza, el pensamiento deja la resolución para más adelante. Por eso una operación diferida suele ser una oportunidad perdida.
En otras ocasiones un exceso de realismo implica no poder imaginar soluciones alternativas. El concentrarse en el aquí y el ahora impide que emerja una idea distinta a lo que siempre se hizo.
Se conoce como costo de oportunidad el que se produce por estar demasiado ocupado y por lo tanto no tener tiempo libre ni dejar espacio en el cerebro para que emerjan las soluciones alternativas.
El cerebro también entra en crisis cuando debe elegir entre valores alternativos y contradictorios, como tener que optar entre una solución práctica y otra que refleje la ética pura.
Esta situación se presentó en el Consejo de la magistratura, en Buenos Aires. El organismo tuvo la oportunidad de remover a un juez considerado corrupto por la opinión pública. Para pedir la suspensión y el juicio político al magistrado, se requería un quorum que no podía conseguirse por razones políticas. En un momento dado se produjo el reemplazo de un de magistrado que votaba en contra y se utilizó la sesión para tratar el tema antes de que fuera nombrado el reemplazante.
¿Qué es mejor? Separar al juez corrupto o respetar la ética, esperar que se nombre al sustituto y en ese caso posibilitar que el funcionario sospechado pueda continuar indefinidamente en su cargo.
Miopía de futuro
En un experimento se ofreció una golosina a unos niños que podían elegir entre disfrutarla o esperar y recibir dos. La investigación continuó en la adolescencia de esos niños y se comprobó que los que tuvieron habilidad de diferir la gratificación lograron un mayor bienestar.
El lóbulo frontal del cerebro toma de decisiones y planifica. En otro caso, Phineas Gage, un norteamericano que al lesionar su lóbulo frontal comenzó a actuar en forma desinhibida y desventajosa: perdió el trabajo, a su familia y se fundió. Derrochar arruina el bienestar futuro. Privilegiar en exceso lo inmediato hipoteca el destino. Donde no hay miopía del futuro es en la educación, un esfuerzo de hoy que mira hacia el porvenir propio y de la comunidad. La miopía también puede darse por no tener una visión periférica de los sucesos en un mundo globalizado.
El ataque terrorista en Barcelona reforzó la sensación de que falta prevención para reducir los riesgos. Después del atentado en Niza, Francia, el Paseo de los Ingleses no parece el mismo. Decenas de pilones retractables, enhebrados por cables de acero, soportan un impacto de 19 toneladas y hacen imposible que un auto entre en la rambla. Barcelona no advirtió lo que hizo Francia. La Rambla de Barcelona carecía de bloques de cemento o barreras, a pesar de todos los ataques que se produjeron en el resto de Europa, con vehículos lanzados contra los peatones.
Soluciones como éstas, si bien indispensables, no aplacan el clamor popular que exige mayores medidas de seguridad, planteando el debate de si vale la pena resignar las libertades individuales en pos de un mayor control, cuando la experiencia demuestra que este nuevo terrorismo es inevitable. La mejor prevención contra el terrorismo está en sus orígenes, en las causas. La estrategia de anticipación declamada debe basarse en la ética política. Cada acto de terror tiene un componente político. La realidad del conflicto no puede ser barrida bajo la alfombra del crimen. Europa actúa militarmente en varios países musulmanes. Esto lleva a muchos a interpretar esa presencia como una guerra contra el islam. Y, como en toda guerra, el objetivo es provocar víctimas.
La cárcel no debe ser sólo para castigo
Cuando los presos salen de la cárcel en la república Argentina salen peor que cómo entraron. Las cárceles son escuelas del delito. Habría que desentrañar las razones por las que Finlandia, Suecia y Noruega tienen menos cantidad de presos por habitante de Europa y a la vez la menor cantidad de policías por habitante. Finlandia posee la menor cantidad de policías por habitante y sin embargo resuelve más del 90 % de los delitos graves.
En Finlandia no creen que lo que perfecciona a la justicia sea el castigo. La sociedad no mejora con eso. El sufrimiento no mejora al preso ni desalienta el delito. Por el contrario, lo estimula. Muchos de los presos trabajan en los talleres de la cárcel. Los presos están obligados a trabajar, estudiar o participar de programas que pueden ser culturales o bien tratamientos de recuperación. También hay terapias psicológicas para contribuir al cambio interior que se espera ocurra en cada preso. Lo producido por su trabajo les permite ahorrar y comprar insumos en la proveeduría de la prisión.
El castigo no es retribución por el delito, sino una vía de transformación moral y creadora de valores. ¿Llegaron a esto por tener una comunidad sin asimetrías o lograron esa sociedad igualitaria por mirar la realidad con otros ojos. La gente tiene incorporado un sistema de valores que diseñó la sociedad en la que viven y que no quieren cambiar. Los derechos humanos están en el pináculo de esa escala axiológica y nadie considera posible alterarlos por una cuestión de dinero.
Ese comportamiento colectivo es, además, el antídoto que quita del escenario a políticos populistas que presionan o hacen declaraciones clamando por mano dura para con los criminales.
El fin del empleo
Es previsible que, con el crecimiento de la robótica, muchas tareas que hoy realizan los seres humanos vayan a ser reemplazadas progresivamente con el uso de robots.
Un pensamiento anticipatorio a mediano y largo plazo debe introducir la educación en las industrias del futuro. Las industrias creativas son sectores de la economía que trabajan en producir, reproducir, promover y comercializar bienes y servicios con contenido cultural, en áreas como audiovisual, editorial, contenidos digitales, diseño, artes escénicas, plásticas y música.
Estas industrias emplean sobre todo a uno de los segmentos con más dificultades para insertarse laboralmente: las mujeres jóvenes. Las industrias son parte del entramado económico de los países. En su actividad producen y diseminan contenidos que organizan la construcción del capital y de las competencias culturales y simbólicas de las sociedades. Son articuladoras de sentido e inscriben su accionar en las tensiones propias de la sociedad contemporánea: compleja y mediatizada.
Las industrias creativas tuvieron rápida expansión a nivel mundial y serán las que lideren el desarrollo económico de las sociedades del futuro. El cine, las artes visuales y del espectáculo, el diseño, el turismo y el patrimonio cultural, de manera encadenada, permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios que pueden ser fuente genuina de desarrollo. Distintas formas de emprender han florecido. Es complicado ver esos casos como emprendimientos, cuando hay mucho de autoempleo y eso oculta problemáticas de fondo y les trasladan la responsabilidad de resolverlas con recursos muy escasos. Hay una especie de trampa en promocionar «ser emprendedor» que es atractiva, pero que oculta la precarización laboral, en las que las personas muchas veces invierten energía, tiempo y los pocos recursos económicos disponibles con resultados no siempre exitosos.
La oportunidad que representan estas industrias es adquirir una escala interesante, incluso con participación en sectores más tradicionales. Por ejemplo, incorporar diseño a una industria como la automotriz puede reducir costos, mejorar procesos y hasta sustituir importaciones.
Invertir en educación
La educación es el medio que anticipa mejor los resultados del futuro. Es la industria pesada de cualquier nación porque fabrica los ciudadanos del futuro. La inserción de la educación financiera en los colegios es un elemento clave en las estrategias nacionales, porque la gente financieramente educada está mejor preparada para cumplir objetivos, tanto individuales como colectivos, con lo que contribuyen a una base más sólida para el desarrollo del país.
La OCDE aconseja que, desde el secundario, se enseñe a los jóvenes a moverse en el mundo de las finanzas, saber leer, por ejemplo, un resumen de cuenta y tomar decisiones inteligentes.
Las nuevas habilidades requeridas por el mundo actual son: Inteligencia científica: capacidad de diseñar y programar las máquinas que automatizarán la vida de la gente. Inteligencia creativa: ideas innovadoras, sentido artístico, sentido del humor, intuición. Inteligencia social: capacidad de interrelación, sensibilidad, persuasión, sentido de la oportunidad, espíritu de equipo y liderazgo.
En 1970, Ghana y Corea tenían igual ingreso per cápita. En 2013, el de Corea fue 14 veces mayor por su inversión sostenida en el conocimiento. Tiene 400 centros públicos de investigación, el mayor gasto público por estudiante y un aumento en la matrícula de educación terciaria.
Matar a la abuelita
Llama la atención la capacidad humana de engañar, buscar excusas y mentir. Hay una rama de la psicología que investiga el engaño, sobre todo el que nos hacemos a nosotros mismos, justificando las pequeñas mentiras con las que andamos por la vida, justificaciones que se convierten excusas del mal comportamiento. En un trabajo de 1968, los sociólogos Scott y Lyman definen a la excusa como el reconocimiento de un comportamiento incorrecto para el que se puede brindar una explicación racional que inhibe de la culpa. Las más comunes recurren a accidentes, a fenómenos irreversibles, a cuestiones biológicas, buscar chivos expiatorios o matar a la abuelita.
Los desafíos del presente
Vivimos en un mundo que cambia a velocidad vertiginosa, las nuevas generaciones no se conforman con lo que sus padres aceptaron, los mercados son atendidos por empresas que hace poco no existían y no sabemos bien por dónde empezar a encarar el desafío. Para qué cambiar, si me va bien, se suele decir ante el temor a entrar en una dimensión desconocida. Tendemos a continuar actuando por inercia, pero los errores del presente se pagan con fracasos en el futuro. Para responder esto deberíamos intentar tener una estructura mental donde podamos clasificar cada tema según su complejidad y su impacto. Hay problema de fácil solución. No es bueno tenerlos en stock, molestan la agenda y la concentración. Siempre habrá en su listado de problemas de más difícil solución a los que hay que dedicarles tiempo y esfuerzo. No hay que temer a decidir en forma rápida, la experiencia garantizará el buen resultado. Al decidir, es bueno tener cerca al responsable de la implementación. Lo obvio para uno no lo es tanto para los otros.
Ante problemas de cierta importancia y complejidad: la intuición es insuficiente. Es el momento de empezar a desarrollar criterios para facilitar el proceso decisorio. Es importante que el equipo cercano de colaboradores comparta esos criterios y los viva. Ante problemas de importancia y complejidad entra en juego la capacidad de anticiparse, de ver el futuro lejano, de tener perspectiva, de saber hacia dónde hay que ir. Lo más difícil de un problema es saber definirlo. Un problema bien definido es un problema medio resuelto, no confundir síntomas con enfermedad. Debemos incorporar hábitos de análisis que hagan más eficiente la decisión. Saber ver los hechos relevantes que permitan ver la realidad objetivamente. Definir el problema a partir de diferentes visiones. Listar alternativas que vayan a fondo. Priorizarlas y elegir la más aceptable usando la prudencia y la intuición, para armar un plan de acción claro, concreto y completo.
Las capacidades a desarrollar estarán siempre en saber manejarnos entre lo urgente y lo importante.
Viveza criolla
El vivo busca zafar del problema, el inteligente lo resuelve. El vivo embarra la patente del auto para evitar la multa, patea la basura de la puerta propia a la del vecino, rellena un envase de marca cara con un contenido de menor valor, esperando que el incauto cliente no lo note.
La cancha está embarrada
Los determinantes de la competitividad son complejos y varios y suelen ser ignorados por los jugadores. Ser competitivo implica poder ganar dinero con las actividades en las que se compite, e involucra el tipo de cambio, los costos laborales, la carga tributaria, el costo financiero. Para ser competitivo uno mismo el país debe mejorar todos estos factores, pero hacerlo implica afectar intereses y muchas veces las soluciones son consideradas “políticamente incorrectas”. La contrapartida de no hacerlo es la pobreza. Ningún país puede competir con sus manos atadas en la espalda, la peor solución es mantener las distorsiones y tratar de aislarse con barreras. La protección la paga otro sector del país. Un problema no se resuelve “escondiendo la basura bajo la alfombra”; sino con un buen diagnóstico y atacándolo integralmente.
Incrementar la capacidad de anticiparse requiere una metodología de desarrollo de capacidades que están adormecidas. Para adelantarse al tiempo el buen anticipador usa la proactividad para detectar hacia dónde va el mundo y la reactividad para responder con rapidez. No pierde tiempo defendiendo sus antiguas creencias, es innovador y se despoja de su ego para aceptar la mejor idea sin importarle de donde partió. Al predecir puede equivocarse, por eso controla la marcha del plan y lo corrige con celeridad. No mira la pelota, intuye dónde estará. Sabe que el que pega primero, pega dos veces.