Resulta muy usual que durante las clases de liderazgo siempre hayan participantes que tengan la inquietud de saber cómo es que se desarrollan las conductas de líder y si es que es algo innato o es aprendido.
Producto de la observación e investigación realizada con un gran número de profesionales y no profesionales que ejercen el rol de conductores de personas, se puede deducir que hay dos grandes factores que determinan estas condiciones
El primero de ellos es que hay una predisposición natural que está relacionada con el coeficiente intelectual (IQ) y la capacidad de aprendizaje.
El segundo factor es que los estímulos recibidos durante nuestra primera infancia, es decir, el estilo de personalidad de nuestros padres y cómo nos inculcaron valores y aplicaron patrones de comportamientos, la influencia de la escuela y los profesores, así como todo el entorno social que nos rodea, hacen que aprendamos modelos y conductas y forjemos un estilo propio que se empieza a manifestar desde niños en la relación con los compañeros, en cómo toman iniciativas y cómo los demás los siguen.
Por lo tanto, el adulto y líder de hoy es producto del niño de ayer. Entonces, ¿qué podemos hacer para afilar la sierra y buscar desarrollar las condiciones que se requieren actualmente de un líder, cuando quizás su historia fue poco afortunada?
«Tu pasado te marca, pero no te define». Tienes un gran reto. Resuelve aquellas situaciones que no te dejan avanzar; concíliate y redefínete.
Un líder siempre está buscando más y crecer más. Tus resultados serán mejores en la medida que trabajes más en ti mismo y encuentres las respuestas correctas a tus situaciones no resueltas.
Así sentirás que tu camino de líder es el adecuado cuando observes a tu alrededor y los resultados alcanzados en los demás.
¡Exitos!
Patricia Salazar B.Especialista en talento y desarrollo organizacional
Fuente: El Peruano