Basta con leer los diarios habitualmente, para ver en ellos un sinfín de anuncios económicos y políticos “tendientes” todos ellos al desarrollo económico y al bienestar de la población.
Pero cuando entramos en detalles o tratamos de armar un rompecabezas con todos ellos nos damos cuenta de que las piezas no tienen ningún punto de encastre en común.
Es el Estado el que tiene la potestad de diseñar y ejecutar políticas económicas que tiendan a solucionar los problemas y no a generarlos como consecuencia de la contradicción entre las mismas.
Quizá nadie se haya preguntado hasta el momento el fin que persigue el esquema de tipo de cambio alto: aumentar la competitividad o tener mayor superávit fiscal? ¿Es consiente el estado que los perjudicados son los consumidores?
Si la respuesta es la primera opción, tendríamos que decidir a que tipo de industrias queremos beneficiar ya que según datos del Centro de Estudio para la Producción (Ministerio de Economía) el sector servicios creció el doble el año pasado respecto de 2003: 8,4% contra 4,2. Por el contrario la tasa de crecimiento de la producción de bienes descendió desde 15% en 2003 al 9,6% en 2005.
Siguiendo la teoría económica generalmente los precios de domésticos de los bienes exportables son iguales a los de exportación. Argentina es un país que exporta casi todos materias primas y alimentos por ende era de esperar esta suba de precios en los bienes que componen la canasta básica perjudicando a los consumidores de menores ingresos.
Para contrarrestar parte de este efecto se aplican retenciones, ahora no es que tenemos un tipo de cambio alto para alentar a la industria nacional y aumentar fuerte las exportaciones para que ingresen muchas divisas? Quizá el Estado quiere quedarse con ellas y por eso la retención, lo que marca que el fin último es seguir financiando a costa de consumidores y productores un presupuesto nacional que si bien hoy tiene superávit dista mucho de ser eficiente.
Cabe añadir que una política monetaria y fiscal expansiva con un cuello de botella en la capacidad de producción solo trae aumento de precios.
Dada la inconsistencia de estas medidas con los objetivos que se enuncian públicamente, debemos echar mano a la suspensión de las exportaciones para que no haya inflación. Pero no había dicho el Estado, queremos un tipo de cambio alto para crecer y exportar? Otra inconsistencia más que en este caso perjudica a los productores de la industria nacional para quien en principio fue tomada la medida inicial.
El problema de la inflación no se soluciona pisoteando los precios con acuerdos transitorios, porque ya asoman las primeras grietas: desabastecimiento, precios paralelos, en síntesis, desequilibrio entre la oferta y la demanda algo ya conocido por todos los argentinos, sino tomando decisiones de política económica claras y contundentes.
En síntesis la poca previsibilidad en materia de política económica genera mucho más desconcierto e incertidumbre respecto al futuro disminuyendo la probabilidad de aumento en la inversión para continuar en un crecimiento sólido y sostenido sin sobresaltos de corto plazo.
Lic. Ezequiel Asensio. Economista. Director de Fundamentals S.A.