MARIE CURIE
Una mujer que le demostró al mundo que la inteligencia es una capacidad que puede desarrollarse, y que el trabajo conjunto hacia la concreción de un objetivo es un mérito de quienes se unen para desplegar las alas del progreso. Marya Sklodowoska (nombre real de Marie Curie) nació en Varsovia en 1867. Se licenció en Ciencias físicas y matemáticas, y se doctorándose en 1895, año en el que contrajo matrimonio con Pierre Curie, profesor de física en La Sorbona. Ambos fueron investigadores, y se concentraron en la búsqueda de elementos radiactivos alternativos al uranio. Así trabajaron con la pechblenda, y comprobaron que ésta tenía una actividad mayor que la que hacía suponer la cantidad de uranio que posee. De esta manera, descubrieron que debía contener otros materiales radiactivos con mayor potencial que el uranio. Trabajaron con toneladas de pechblenda con las que pudieron detectar un nuevo elemento: el polonio. Cristalizado el descubrimiento en julio de 1898, en diciembre de ese mismo año descubrieron otro elemento radiactivo: el radio. En 1899, los esposos hallaron la radiactividad inducida, al verificar que una placa cerca de una sal radiactiva agregaba las propiedades de un cuerpo radiactivo. Este hallazgo los hizo merecedores del premio Nobel de Física, junto a Becquerel, quien habría descubierto casualmente el fenómeno en 1896. Marie Curie fue la primera mujer en conseguir el premio Nobel. Sin embargo, el reconocimiento no culminó por entonces; en 1911 fue nuevamente galardonada con el Nobel de Química, por la obtención del radio en estado metálico. Luego fue titular de la cátedra de Física en La Soborna, en reemplazo de su marido fallecido. Marie Curie continuó estudiando el fenómeno de la radiactividad durante toda su vida, prestando especial atención a las aplicaciones médicas de la radiactividad junto con los rayos X, recién descubiertos. Agotada, casi ciega, con los dedos quemados y marcados como consecuencia de la experimentación con materiales radiactivos, Marie Curie murió de leucemia en 1934, y dejó reflejado el resultado de sus investigaciones en Traté de radioactivié, publicado en 1910. Su hija, Irene, prosiguió su trabajo con la misma pasión, junto a su marido, con quien descubrió la radiactividad artificial, por lo que también recibieron el premio Nobel. Otra mujer, que le demostró al mundo que la actitud puede imitarse, que una hija puede aprender de su madre que el primer paso no es volar, sino encontrarse las alas.