FLORENCE NIGHTINGALE. Emprender es quedar en las páginas de la historia
Por Gisela Mancuso *
A veces, emprender disimuladamente, siguiendo a rajatabla los latidos de una convicción, es quedar anotado en negrita en un renglón profundo de la historia, o tener vida eterna y permanecer navegando en las mareas altas de internet, en una balsa de solidaridad. Allí, en un buscador cibernético, el nombre de una mujer nos pone en alerta a la hora de dar los primeros pasos hacia la concreción de nuestros proyectos; enseñándonos, a partir de su humilde experiencia, que el valor no deviene tras la añorada fama y que, por el contrario, es el ser humanamente valioso lo que atrae el éxito mayúsculo. Porque emprender es caminar el camino que uno tiene asignado en las rutas internas.
Florence Nightingale supo sortear uno a uno los obstáculos que se le interpusieron; no sin dificultad, pero con el honor que le confería la fidelidad a sus deseos. La oposición inicial de sus padres no fue más que una dilación para asignarle a su esfuerzo el sentido de una lucha noble, a partir de la cual ganaron todos. Así, en 1851, luego de rechazar una propuesta matrimonial que, según explicaba, desvirtuaría su naturaleza “moral y activa”, recibió el permiso para entrenarse como enfermera. En 1854, durante la Guerra de Crimea asume la responsabilidad de cuidar, en Turquía, a los soldados británicos en batalla. Al observar las condiciones alarmantes de los nosocomios, le hizo frente a la resistencia de los directivos y logró reducir las tasas de mortalidad, en función de controles sanitarios rigurosos. En 1856, tras el fin de la guerra, regresa a su país natal, Inglaterra, e inicia una campaña para mejorar la calidad de la enfermería en los hospitales militares. Gracias a su ímpetu, obtuvo el apoyo de personas adineradas de su entorno, donaciones que invirtió en la fundación de la “Escuela y Casa para Enfermeras Nightingale en el Hospital St. Thomas”.
Sus huellas quedaron marcadas más lejos aún, a través del desarrollo de técnicas de análisis estadístico (como el ploteo de incidencias de muerte prevenible entre los militares durante la guerra), y sus innovaciones en la recolección, tabulación, interpretación y presentación gráfica de las estadísticas descriptivas, cuyo resultado fue una valiosa mejora en las prácticas quirúrgicas y médicas. Desarrolló, asimismo, una fórmula modelo de estadística hospitalaria para que los hospitales recolectaran y generaran datos y estadísticas consistentes.
Falleció en 1910, luego de vivir quince años con ceguera total y otras incapacidades; pero recibiendo un poco de su propio legado universal: el cuidado intenso que ella pregonaba para todos los seres humanos.
Emprender, a veces, es quedar anotado en los renglones de la historia
* Gisela Mancuso. Abogada. Estudiante de Redacción. Ganadora de numerosos concursos literarios.