ANITA RODDICK: EMPRESARIA, EXITOSA Y SENSIBLE
Hija de inmigrantes italianos, por sus venas corre sangre inquieta. Fue camarera, maestra, empleada de Naciones Unidas, propietaria de un hotel y de varios restaurantes. Vivió en París y Génova, y, durante meses, se dedicó a viajar por Tahití, Nueva Caledonia, Australia, Madagascar, Islas Mauricio y Sudáfrica.
Conoció a Gordon Roddick y a los cuatro días ya estaban viviendo juntos.En 1976, Gordon decidió hacer realidad su sueño de recorrer el continente americano a caballo, desde Buenos Aires a Nueva York. Para mantener la familia, Anita abrió un negocio de cosméticos. Eligió ese rubro “por irritación: me enfadaba el hecho de no poder comprar los cosméticos convencionales en envases pequeños, pensar que una gran parte del precio que cobraban por ellos se destinaba a pagar envases tan sofisticados como innecesarios, ver anuncios falsos prometiendo remedios milagrosos, fotos de chicas de 16 años anunciando productos antiarrugas para mujeres de 50”.
Pidió un crédito pero el banco se lo negó, aunque después se lo otorgó a su marido, “En 1976, a una mujer le quedaba más fácil conseguir un crédito para hacer reformas en su cocina, que para poner en marcha un negocio prometedor”, afirmó Anita en su biografía.
La escasez de recursos la obligó a adquirir un estilo que adoptaría posteriormente en todas sus tiendas: envases sencillos, inversión publicitaria prácticamente nula, precios muy razonables, productos naturales, etiquetas escritas a mano en las que informaba cuáles eran los componentes de cada producto y darse a conocer a base de campañas publicitarias basadas en acciones sociales.
Anita llamó a su negocio The Body Shop. La primera tienda tuvo tanto éxito que se propuso abrir una segunda menos de un año después de inaugurar la primera. También esta vez su solicitud de crédito fue rechazada por los bancos, por lo que Roddick acudió a su amigo Ian McGlinn para que invirtiera en su nueva empresa. Roddick puso 34.000 libras de McGlinn y con la salida a la Bolsa, sus acciones alcanzaron un valor de 140 millones de libras.
En 1978 inauguraron las primeras franquicias inglesas. En 1982 se inauguraron dos nuevas tiendas al mes en toda Europa. En 1984 la compañía salió a Bolsa y los Roddick se convirtieron en multimillonarios.
Anita y Gordon decidieron entonces utilizar su cadena de tiendas para promover el desarrollo social. Llamaron a su propuesta: “Enlightened capitalism”, lo que es bueno para la comunidad y para el mundo, es bueno para el negocio. The Body Shop se convirtió en mucho más que una cadena de productos cosméticos. Colaboraron activamente con ONGs como Greenpeace, Amnesty International y Friends on the Earth. Promovieron campañas en favor del comercio justo con el Tercer Mundo como la famosa Trade, Not Aid y muchas otras iniciativas como Children On The Edge o Brazilian Health Project, por medio de la Fundación The Body Shop.
Estas actividades han aumentado la lealtad y la satisfacción de sus empleados y clientes, a la vez que generaron –y aquí está la clave comercial del Enlightened Capitalism- un volumen de impactos comunicativos vía noticias de prensa, equivalente a una inversión publicitaria anual de 96 millones de dólares.
Anita Roddick aconseja a los nuevos emprendedores hacerse tres preguntas para decidir su proyecto empresarial:
¿Qué te gusta hacer?
¿En qué eres bueno?
¿Qué te diferencia del resto?
Como mujer emprendedora, se propuso salir adelante y ayudar a los demás. Su gran empeño y confianza en sus metas, la convirtieron en una empresaria de éxito; más aún, en una emprendedora digna de imitación.