– La última vez que te vi sonreír, lo que se dice extender los labios de pozo a pozo de cada mejilla, fue ese día en que te despertaste enamorado de una mujer reciencita que tenía dos trenzas de paisana, dos pesos en el bolsillo, como vos… Pero tantos proyectos, tantas grandes empresas para construir, tantos sueños por cumplir… Y lo era todo. Lo era todo porque la actitud era el gérmen de tu éxito. El amor tu motor, tu vapor… Nada hacía falta, en principio, más que tener monedas para el colectivo –todavía había un hombre que te extendía los boletos….Y mirate ahora, ¡todo un hombre! Por ahí buscando creer otra vez en que hay vacíos que no se llenan con proyectos, y que bastan tus ganas para que tus emprendimientos tengan el color que sólo puede darlo el estar al lado de una gran emprendedora…
¿Todavía creés en el amor? ¿Aún en estos tiempos en que se usa tener muchas empresas, mucha individualidad, mucho, mucho de todo pero sin nadie? Decime la verdad, dale, ¿te basta tener dinero, salud y éxito? ¿Y el corazón, viejo? ¿No creés que el corazón es salvavidas de los ahogos cotidianos, de los avatares de la vida, de las etapas, generador de las cosas que sólo pueden mirarse con cuatro ojos?
– Es cierto, me río mucho. El éxito me ha permitido acceder al goce, a las cosas que causan risa y te sacan el estrés de tanto hacerte reír. Pero sí, ni detrás, ni delante, al lado, me falta una mujer; o la tengo y no la he visto por largo tiempo…La última vez que sonreí fue aquél día, que se me hace como olvidado, pero me desperté enamorado de sus trenzas. Que ahora son lacias. Pero es ella, siempre a mi lado…
– ¿Entonces?
– Entonces, nada. Entonces, todo, sí.
Ahora que la miro creo que nada hubiera sido igual sin ella.
Hubiera sido, sí, pero nada hubiera sido igual…
* Gisela Mancuso. Abogada, redactora, escritora, ganadora de numerosos concursos literarios. [email protected]. Autora del libro Abrazo Mariposa http://ar.geocities.com/abrazomariposa/abrazomariposa.html