En 1995 revolucionó la forma de comprar libros y el comercio en general con Amazon, y hoy aca-para los reflectores tras la compra de The Washington Post
Lo impredecible ha sido la única constante en la vida de Jeffrey Preston Bezos. Nacido el 12 de enero de 1964, sus pasos no son el reflejo de una moda entre las mentes brillantes que acompañan a su generación, como Steve Jobs o Bill Gates, sino más bien de la apuesta a proyectos tecnológicos de largo plazo.
Su carrera no empezó directamente en grandes inventos. Después de estudiar ingeniería eléctrica y ciencias computacionales en la Universidad de Princeton, trabajó durante dos años en una start up de ese entonces, FITEL, con base en Nueva York.
Quizá de sus años en el sistema financiero como empleado de Bankers Trust Company, como jefe de desarrollo de sistemas computacionales, aprendió que si bien el dinero era importante, lo que realmente cuenta es el servicio a los clientes. Para 1990 ya era el vicepresidente más joven de la compañía.
“Obsesiónate con los clientes”, dijo Bezos a la revista Forbes, que calcula su fortuna en 25 mil 200 millones de dólares. Incluso quien fundó Amazon, el sitio de ventas más usado del mundo, creó una figura para defender al cliente dentro de las juntas del consejo. Así, el llamdo customer experience bar risers tiene el poder de cambiar las decisiones hasta del vicepresidente.
Raíces y mudanzas
Originario de Albuquerque, Nuevo México, con Jackie Bezos como madre (lo tuvo a los 17 años) y sin una figura paterna a edad temprana, hasta la llegada de su padrastro cubano, Miguel Bezos, Jeff Bezos estuvo acostumbrado a mudarse frecuentemente.
Cuando su madre y Bezos se casaron, la familia se mudó a Houston, Texas, donde el pequeño de cuatro años estudió hasta la secundaria. Durante su infancia y juventud Jeff repartió sus veranos visitando a su abuelo, el director regional de la Comisión de Energía Atómica en Albuquerque, quien le enseñó también a administrar el rancho de la familia.
Las habilidades contagiadas por su abuelo rindieron fruto con pequeños proyectos, como una alarma eléctrica para mantener a sus hermanos fuera de su cuarto, de acuerdo con la organización achievement.org.
Posteriormente, la familia se trasladó a Miami, donde finalizó la preparatoria. Ahí nació su amor por las computadoras. Pero de alguna forma, Bezos siempre supo que para avanzar tendría que mudar su domicilio y sus pasiones en varias ocasiones.
La magia del internet
Aunque se dedicó al sector financiero por varios años, llegando a ser vicepresidente de D.E. Shaw, firma especializada en análisis de mercado computacional, donde trabajó hasta 1994 y donde también conoció a su esposa Mackenzie, un descubrimiento lo hizo cambiar su vida –y la historia de los negocios–.
En los años 90 prácticamente todo el mundo quería formar parte de aquella tierra virgen, internet, y Jeff Bezos no fue la excepción. En 1995 fundó desde el garaje de su casa, junto a su esposa, Amazon, la tienda de compras por internet que cambiaría la forma de comerciar en el mundo.
Éste no era el primer garaje donde Bezos trabajó. Ya en casa de sus padres siendo adolescente, instaló un laboratorio para sus experimentos científicos.
Pero Amazon fue otra historia. Él y su esposa establecieron tres microestaciones solares en mesas que hizo de madera que compró en Home Depot por menos de 60 dólares cada una. Pidió a 300 amigos que probaran el sitio y el 16 de julio de 1995 arrancó la que sería la gran aventura de su vida.
En 30 días y sin anuncios en la prensa, Amazon vendió libros en los 50 estados de Estados Unidos y en 45 países. Para septiembre ya tenía ventas por 20 mil dólares a la semana. Bezos siguió innovando, al introducir lo nunca antes visto: un clic para comprar, críticas de clientes y verificación por e-mail.
Y es que Bezos siempre ha tenido claro la tierra de posibilidades que es internet. “Éste es el Día 1 para internet. Todavía tenemos mucho que aprender”, dijo en 1997 en su primera carta dirigida a los dueños de acciones de Amazon.
Libros digitales
Hasta la fecha, Bezos no se ha alejado de esa idea, incluso las nuevas oficinas de Amazon tienen dos grandes edificios nombrados Día 1 Norte y Día 1 Sur y en entrevistas aún habla de internet como “un mundo desconocido, poco entendido y lleno de sorpresas todo el tiempo”.
Al igual que internet, Bezos ha demostrado ser una persona llena de sorpresas y sabe que el dinero, quizá porque es el décimo noveno hombre más rico del mundo, de acuerdo con Forbes, debe formarse a fuego lento. Él ha dicho que está conforme con que un negocio empiece a ser rentable a los cinco o siete años.
“Estamos dispuestos a ser incomprendidos por largos periodos de tiempo”, ha dicho Bezos, y vaya que lo comprueba. De hecho, cuando fundó Amazon su invento no fue bien recibido, pero eso nunca lo desanimó.
En 2007 vendría otra de sus sorpresas que revolucionaría no sólo a la industria de los libros, sino a la tecnología en los dispositivos móviles: la Kindle, una tablet donde se leen a los grandes escritores digitalmente.
Actualmente, la Kindle se produce a pérdidas y no es el negocio principal de Amazon (que generó ventas por 61 mil millones de dólares en 2012) como lo es la compra y venta de lo inimaginable a través de la plataforma, pero ese dispositivo abrió la batalla de las tablets como las conocemos hoy.
De naves y periódicos
La fortuna de 25 mil 200 millones de dólares de Bezos (de acuerdo con la revista Forbes) no se hizo de la noche a la mañana, y es que su apuesta por proyectos de toda índole lo ha llevado a ser un empresario multifacético, que sorprende a más de uno.
Hoy, el padre de cuatro hijos habita en Seattle y ha invertido en programas distintos, desde Business Insider, una editorial sobre negocios, con cinco millones de dólares, hasta la fundación de Blue Origin, una empresa dedicada a la investigación en turismo espacial.
Ya en 1982 se perfilaba que el espacio sería una de sus grandes pasiones, cuando apenas terminada la preparatoria y con un premio nacional de ciencias, dijo al Miami Herald que “quería construir en el espacio parques de juegos, yates y colonias para dos o tres millones de personas orbitando alrededor de la tierra”.
Jeff Bezos es un empresario que ha llegado para quedarse e innovar, dentro y fuera de internet. Así lo prueba su reciente compra por 250 millones de dólares del diario The Washington Post, que finalmente la familia Graham, dueña del periódico por 80 años, decidió dejar ir, con la confianza de que Bezos cuidará de su legado gracias a la amistad de 15 años que mantienen.
Aunque mucho se especula sobre el giro que Bezos dará al diario y a la industria de los medios impresos, es probable que como ha hecho antes, siga su dicho: “basa tu negocio en cosas que no cambiarán”, es un hecho que los contenidos de calidad del diario seguirán siendo los mismos, en un Kindle o en papel, y no sería raro que este genio de los negocios revitalizara nuevamente la industria editorial.
Autor: Claudia Ocaranza
fuente: Expansion