Hay que decirlo, cada vez hay más emprendedores en relación de dependencia. Parece una idea un tanto paradójica. Hasta podría decirse que contradictoria, pero los intrapreneurs son una tendencia cada vez más fuerte en las empresas que buscan altos niveles de innovación, eficiencia y, sobre todo, dinamismo. Es, en el fondo, el triunfo del modelo mental emprendedor de libertad y responsabilidad.
Si bien no hay nada de nuevo en la idea de libertad con responsabilidad, lo poderoso de este modelo no es tanto la originalidad si no que, por primera vez, algunas organizaciones lo están aplicando con un verdadero convencimiento de sus beneficios. No sólo buscan personas que tengan estas características, también generan los entornos adecuados para que se desarrollen efectivamente a través de esos valores.
La revolución emprendedora entró sigilosamente en las grandes corporaciones y las contagió. De hecho, las principales empresas del mundo se están moviendo hacia este modelo mental y abandonando el de empleado tradicional. Así, tienden a constituirse como grupos de actores con alto grado de pro-actividad, autonomía, e independencia. Surgen equipos de trabajo que no cumplen con pautas fijas dentro de estructuras preestablecidas, por el contrario, están enfocados en alcanzar objetivos dentro de marcos estratégicos generales bien definidos.
Bajo esta perspectiva, un buen empleado no es el que cumple con las normas, es el que tiene la capacidad de administrar con criterio su libertad para alcanzar los objetivos comprometidos. Ya nadie pretende que un empleado se ponga la camiseta de la empresa, el anhelo es mucho más realista -y a la vez horizontal-: pretenden que se trabaje con ella.
Es por eso que las empresas genuinamente comprometidas con esta visión minimizan sus controles y se enfocan en la creación contextos adecuados para ejercer la libertad. ¿Qué sentido tiene imponer horarios fijos o establecer cuándo y cómo tomarse las vacaciones si lo que importa es el cumplimiento de las metas? Ninguno. ¿Qué objetivo tiene dar una orden sin explicar las estrategias? Tampoco lo tiene. Por eso entender es infinitamente más valorado que obedecer, ya que de esta manera todos están en condiciones de realizar aportes de alto valor agregado.
Como si hubiésemos estado dentro de un caballo de Troya, los emprendedores fuimos penetrando -sin ser percibidos- en las estructuras formales de muchas organizaciones. Y el resultado fue positivo: empleados que asumen el protagonismo, que toman decisiones y que se administran a ellos mismos. A la vez, las empresas descubrieron que un cambio cultural era posible y, también, necesario para lograr el dinamismo y la flexibilidad que exigen los mercados en el siglo XXI.
Andy Freire