Cuantas veces en el día, la semana, el mes, el año y en la vida escuchamos que “estamos viviendo momentos difíciles”. Si nos enganchamos con esa premisa, entonces allí donde miremos aparecerá una mala noticia, adonde paremos la oreja surgirá un rumor, donde olfateemos el aire olerá rancio. Pero el poder de elegir qué mirar, qué oír o qué oler está en nuestras manos.
Podemos elegir mirar el bien y no el mal,
hablar el bien y no el mal,
oír el bien y no el mal,
construir el bien y no el mal,
pensar el bien y no el mal.
El tema es como hacerlo sin ser naif, ingenuo o directamente, estúpido.
Simple. Como todo en la vida, es una elección y una cuestión de actitud. Todos los días nos rodean lo positivo y lo negativo. Un ying yang de oportunidades o un ping pong de información que puede apabullar. Podés elegir dejarte atormentar por la caída de la bolsa de Pakistán o tomar inspiración de aquellos que encuentran oportunidades y se animan. Podés escuchar los vaticinios de los opinólogos y econominólogos perpetuos o prestar oído a quienes tienen algo bueno por compartir.
Hay más gente tratando de encontrar oportunidades de las que imaginamos. Hay más inversores buscando emprendimientos donde invertir de lo que creemos. Entonces, ¿Porque “pegarnos” a los pesimistas? Si hay crisis, no la podemos negar pero la podemos superar. Los tiempos que se avecinan no son difíciles sino fascinantes porque tenemos otra chance de encontrar oportunidades. Y podemos hacerlo. Apostemos a ganador.
La gente positiva no es la que no tiene problemas sino aquella que los reconoce, los enfrenta y acepta el desafío de superarlos para luego soltarlos. Como enseña este cuento:
“Una psicóloga en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, ella preguntó ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. Y la psicóloga respondió:
«El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo.
Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado se vuelve”.
Y continuó: «Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellos todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada.» ¡Acordate de soltar el vaso!”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
[email protected]
Cuando te roban la cartera (que es lo que esta pasando ahora mismo)
¿denuncias o te cuentas lo del vaso mientras te vas sumisamente a casa?
Puedes hacer las dos cosas, no es una o la otra necesariamente… Tampoco seguir adelante pese a los problemas implica sumisión…