Hace unos días releí algunas anécdotas de la vida de Mahatma Gandhi, un revolucionario independentista que hizo de la No Violencia su arma triunfal.
Un santo que fue político y un político que fue santo, cuya vida quedó grabada a fuego en la memoria universal como muestra concreta de que el ser humano puede estar bien cerca de Dios y muy lejos de la bestialidad.
Su vida fue su mensaje y su mensaje es bien claro: Solo es posible una vida de paz y en paz cuando no existan fisuras entre el pensamiento, la palabra y la acción. Gandhi logró con su No-Violencia más de lo que cualquier ejército bien armado podría lograr, por eso Albert Einstein dijo que “Las generaciones del porvenir apenas creerán que un hombre como éste caminó la tierra en carne y hueso”.
En la actualidad, los gurúes del management y los líderes empresarios, políticos, económicos y sociales hablan de la ética. Pero… ¿Que tal si nos “gandhizamos” un poco y comenzamos a practicar más y hablar menos? ¿Por qué no contribuimos con el ejemplo a dar vuelta la historia para que haya más practicantes de la ética y menos discursos sobre ella?
Recordemos que ni la paz, ni la verdad, ni la rectitud se imponen por la fuerza; el mundo no será mejor por la imposición de gobierno alguno sino por la suma de los esfuerzos individuales de cada uno de nosotros. Cambiemos para que cambie el mundo. Seamos éticos y habrá ética en el mundo. Vivamos con honradez y el planeta será honrado.
Busquemos en nuestro interior nuestro punto G (de Gandhi) y seamos independientes en pensamiento, palabra y acción.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein