Emprender es subirse una montaña rusa. Días de euforia, seértigoguidos de días de desánimo son una constante y hacen de la vida del emprendedor un vértigo único.
No es lo mismo la rutina del asalariado que la incertidumbre del entrepreneur. No hay dos días iguales y todo es tan dinámico que a veces no hay espacio para pensar en calma.
Y precisamente, la ausencia de calma es uno de los tallones de Aquiles de los emprendedores. La vorágine que produce tener que decidir, cobrar, cumplir, crecer, pagar, etc., hace que todo sea velocidad, stress y apuro.
Sin embargo, la calma es esencial para encontrar las respuestas más convenientes. En la tranquilidad, las cosas se ven más claras; en el silencio las soluciones gritan.
Más allá de los apuros, más allá de las urgencias, es necesario encontrar espacios de silencio, momentos de calma y de serenidad.
Si no entiendes la necesidad e importancia de estar calmo, lee entonces este cuento. Probablemente después de hacerlo, busques tus momentos para meditar.
“Un elefante corría hacia su boda, llevaba en la trompa el anillo de compromiso. Corría por el cauce de un río. De repente tropezó con una roca y en la búsqueda del equilibrio para no caer y mojarse, la trompa soltó el anillo y vio como se zambullía en las aguas. Se volvió loco, removió todo con su cuerpo para buscar el anillo, y con cada movimiento, lo único que hacía era elevar la arena y el sedimento del lecho del río, oscureciendo las aguas. Cada vez se agitaba más, y cada vez era más difícil averiguar dónde estaba el anillo. Así llevaba rato.
Cerca, en una de las márgenes del río, sentado en una de las ramas de un árbol, un pájaro multicolor observaba todo suceso, riéndose de vez en cuando. Al final grito:
– Eh tú, para ya-
El elefante al principio no sabía quién le hablaba,
– Si tú- para ya, quédate quieto-
Al final vislumbró al pájaro tranquilo en una de las ramas del árbol. Se lo quedó mirando embobado.
– Si quédate quieto, por favor, no te muevas más.
El elefante dejó de moverse, las aguas fueron calmándose, y el sedimento bajo hacia el lecho. Poco a poco las aguas se volvieron claras, el elefante estaba quieto, asombrado del hecho. Al final cuando todo estaba tranquilo, en el fondo del río, descubrió algo que brillaba. En plena quietud y calma pudo recuperar el anillo. Una vez alcanzado, descubrió la quietud como elemento de armonía y serenidad”.
Marcelo Berenstein
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Siempre es necesario la tranquilidad, a veces los estados de animo son complicados, todos debemos cambiar y reflexionar, esa es la alternativa.