Emprender es como iniciar un camino espiritual que te lleva a bucear con profunda intensidad en tu interior y saca a la superficie lo mejor y lo peor de tu ser.
A la luz surgen fortalezas y debilidades que estaban ocultas y que se revelan gracias a los desafíos del emprender.
A lo largo de tantos años conociendo emprendedores de todo el mundo, he notado que hay un par de cualidades negativas que aparecen y toman formas tan sutiles que los propios afectados no se percatan: los celos y la envidia.
Somos buenos para algunas cosas y no para otras. Todos tenemos talentos y habilidades diferentes también defectos propios.
Es más común de lo que se cree, escuchar a emprendedores criticar a colegas a los que les está comenzando a ir bien. Suelen no creer que se lo merecen y le atribuyen el suceso a “la suerte”, el “acomodo”, etc.
Concentrarse en los otros en lugar de hacerlo en uno mismo es un grave defecto que degrada como persona y conspira contra el negocio.
Ser riguroso con las faltas propias en lugar de desear la suerte ajena es un gran paso al éxito. Lo contrario nos deja cerca del asno de la siguiente historia:
“Esta es la historia de un granjero muy conocido en su comunidad. Un día, el granjero decidió ir a echar un vistazo a sus animales de carga, los cuales eran muchos, pero entre ellos existía un asno, el cual se sentía muy orgulloso por ser considerado el favorito de este hombre granjero. Gozaba de muchos privilegios, pues siempre era el mejor alimentado de todos e incluso en ocasiones también era el que cargaba a su amo sobre él.
Cuando el granjero entró al establo, detrás de él corría a toda prisa su pequeña perrita faldera, que no se cansaba de dar vueltas alrededor de su amo, de saltar, de parase sobre dos patas, bailaba, lamía sus manos, en fin, hacía de todo por tener la atención de su amo.
El granjero al darse cuenta de las gracias que la perrita hacía para que le prestase atención, de su bolso sacó un pequeño bocadillo y se lo entregó. Luego el granjero comenzó a dar las indicaciones correspondientes a sus empleados, de modo en que se sentó para sentirse más cómodo.
La perrita al ver esto, no dejó escapar la oportunidad para saltar sobre el regazo de su querido amo, la cual se quedó ahí como que estuviese en el mejor lugar del mundo, solamente disfrutando de las caricias que su amo le hacía en las orejas, mientras daba órdenes a los demás.
Pero existía alguien que había estado observando todo lo que la perrita faldera hacía con lujo de detalle, y parecía que no estaba nada contento por como expresaba el cariño hacia su amo.
Se trataba de aquel asno preferido en el establo, el cual sin pensarlo dos veces se soltó y comenzó a pararse sobre sus dos patas traseras y a realizar movimientos muy similares al de la perrita, pues pensó que imitándola también será capaz de llamar la atención y el afecto de su amo.
El asno se acercó al granjero y puso sus patas delanteras sobre los hombros de aquel granjero que lo único que hacía era reír sin parar. Inmediatamente los empleados tomaron al asno a base de palos y horcas, demostrándole que esta no era una actuación correcta para alguien de su especie”.
Marcelo Berenstein
Todos somos emprendedores de la vida, unos como dependientes y pocos como dueños de sus propias empresas.
Sería genial que los 7. mil millones de habitantes tengamos un emprendimientos, pero la naturaleza de cada ser humano es diferente.
No todos desean arriesgar, se conforman con un sueldo hasta ahí se quedan, otros dependen y tienen un emprendimiento (continúa siendo dependiente, tiene miedo hacerlo sin el apoyo de un sueldo), otros se asocian y arriegan entre muchos, pero solo no lo puede hacer, otro grupo que actúa solo, como vemos todos los seres humanos somo emprendedoes de algo.
Los migrantes son un ejemplo de emprndedor de la vida, viaja a otros países, acepta otras cosmovisiones, es dependiente, otros no son emprendedores y generadores de la riqueza de ese país qu les acogio y de su país de origen.
Desde Ecuador, saludos amig@s