Cuando vas por el mundo con los lentes emprendedores puestos, seguramente vas a ver cosas que la mayoría no descubre. Y generalmente, cuanto mayor sea la graduación entrepreneur de los cristales, mayor también será el porcentaje de detalles que te depare la visión.
Viviendo en Paraguay, tuve la suerte de conocer a los miembros de una comunidad, cuyo nivel de pertenencia y compromiso llamó mi atención. Los escuché hablar siempre con tanta devoción, admiración y orgullo de pertenecer que me puse las «gafas emprendedoras» para ver un poco más allá.
Hablo de los dueños de las míticas motos Harley Davidson, cuyo club se reunía los martes al atardecer en un bar que tenía en Asunción
Honestamente, son motos espectaculares, pero no les presté demasiada atención, ni siquiera les tomé fotos a pesar de haber tenido varios modelos soñados uno al lado del otro en la puerta de mi local, lo que generaba un espectáculo visual increíble.
Pero sí presté atención a sus dueños y pude reconocer en cada uno de ellos algunas características emprendedoras. La pasión, en primer lugar. La identificación con su pasión, en segundo término. Las miradas encendidas y contagiosas cuando hablan de su moto. La inversión de tiempo, dinero y energía puestos en su objetivo.
Las Harley-Davidson son motos caras y su mantenimiento tiene un costo alto pero, claramente, no todos los motoqueros eran señores de la alta sociedad. Se notaba que muchos ponían todo de sí para brillar y lucir, y el esfuerzo se sentía. Ni por un instante pensé en el valor material de lo que allí había sino en el valor espiritual que inspiraba esa gente.
Es gente como vos y como yo, que tiene medios para conseguir algunas cosas y carencia para obtener otras. Pero, al igual que vos y yo, tienen sueños y luchan por materializarlos; tienen pasión absoluta por lo que emprenden y, fundamentalmente, van por la vida mirándola a los ojos con la humilde altivez con la que brillan las miradas de quienes se animan y van siempre por más
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein