El mundo financiero es un caos, tanto en Estados Unidos como en el exterior. Además, el escenario se complica porque los problemas se están expandiendo a la economía real de una manera muy rápida. En el corto plazo el desempleo crecerá, la actividad económica se detendrá y los titulares de los medios seguirán dando miedo.
Entonces… Yo estoy comprando acciones norteamericanas. Me refiero a mi cuenta personal, a mis ahorros, los cuales antes de la crisis estaban invertidos en bonos del tesoro norteamericano. (Esta descripción deja de lado mis acciones en Berkshire Hathaway, que las dejaré todas a la filantropía.) Si los precios siguen siendo atractivos, todos mis activos en breve estarán invertidos en un 100% en acciones norteamericanas.
¿Por qué?
Una simple regla decide mi compra: Sea temeroso cuando otros son codiciosos, y sea codicioso cuando otros son temerosos. Y en la actualidad el miedo está muy expandido, asustando inclusive a inversores muy experimentados. En realidad, los inversores están en lo correcto cuando se asustan de las empresas que están muy apalancadas o que tienen una posición competitiva débil. Pero el miedo acerca de la prosperidad de largo plazo de algunas de las compañías más sólidas de nuestra nación no tiene sentido. Estas empresas por supuesto sufrirán recortes en sus ganancias, como siempre tienen. Pero la gran mayoría de estas compañías lograrán ganancias récord en los próximos 5, 10 y 20 años.
Déjenme ser claro en un punto: Yo no puedo predecir los movimientos de corto plazo del mercado de acciones. No tengo la menor idea si las acciones estarán arriba o abajo dentro de un mes o dentro de un año. De lo que sí estoy seguro a pesar de esto es que el mercado subirá, posiblemente mucho, bastante antes de que el sentimiento o la economía se den vuelta. Entonces, si espera mucho puede perder la oportunidad.
Hagamos un poco de historia: Durante la Depresión, el índice Dow Jones tocó su mínimo de 41 el 8 de julio de 1932. La situación económica, sin embargo, se siguió deteriorando hasta que Frankin D. Roosevelt llegó a la oficina en marzo de 1933. Para ese entonces el mercado ya había avanzado un 30%.
O vayamos a los primeros días de la Segunda Guerra Mundial, cuando las cosas estaban andando mal tanto para Estados Unidos como para Europa en el Pacífico. El mercado llegó a su piso en abril de 1942, bastante antes que la suerte de los aliados cambiara. Nuevamente, en los primeros años de la década de 1980, el momento para comprar acciones fue cuando la inflación y la economía estaban en el pozo. En resumen, las malas noticias son uno de los mejores amigos del inversor. Le dejan comprar una parte del futuro de Estados Unidos a un precio realmente muy bajo.
En el largo plazo, las noticias acerca de la Bolsa serán buenas. En el siglo 20 Estados Unidos pasó dos guerras mundiales y otros conflictos militares traumáticos y costosos: la Gran Depresión, una docena de recesiones y pánicos financieros, shocks petroleros, una epidemia de gripe y la renuncia de un presidente caído en desgracia. A pesar de eso desde el año ‘66 el Dow creció hasta los 11,497 puntos.
Usted pensará que hubiera sido imposible que un inversor pierda dinero durante un siglo marcado por una ganancia tan extraordinaria. Pero algunos inversores sí perdieron. Aquellos que compraron acciones cuando se sintieron más cómodos y las vendieron cuando los titulares los asustaron.
Hoy las personas que poseen efectivo y sus equivalentes están cómodos. Pero no deberían. Ellos optaron por un activo terrible a largo plazo, uno que paga casi nada y que seguramente se depreciará en su valor. Aparte, las políticas que el gobierno tomará para superar la crisis seguramente sean inflacionarias y por lo tanto acelerará el declive del valor de las cuentas de efectivo.
Las acciones seguramente le ganarán al efectivo durante la próxima década, y por una diferencia importante. Aquellos inversores que hoy están en efectivo especulan que le pueden tomar el tiempo al mercado. A la espera de buenas noticias que los dejen más conformes con la decisión, ellos están ignorando el consejo de Wayne Gretzky: “Yo patino hasta donde el disco va a estar, no hasta donde estuvo”.
No me gusta opinar sobre el mercado de acciones y nuevamente enfatizo que no tengo idea acerca de lo que hará el mercado en el corto plazo. A pesar de ello, siempre sigo el ejemplo de un restaurante que abrió en el edificio de un banco vacío y después publicitó: “Ponga su boca donde estuvo su dinero”. Hoy ambos, mi dinero y mi boca, dicen acciones.
Warren Buffett es el CEO de Berkshire Hathaway, una compañía Holding diversificada.
Fuente: Inversor Global, traducción de un artículo publicado en The New York Times, el 16 de octubre de 2008