Mientras la justicia investiga las neurociencias apuntan a que un cerebro automatizado suele producir lapsus de conciencia, que genera fallas inexplicables sin que exista deterioro cognitivo.
Esta noticia reciente sacudió a la gente como pocas: Un hombre de 36 años que habría sufrido un ACV se olvidó a su beba en un auto y murió asfixiada: investigarán si tiene problemas mentales.
La pena natural no está prevista en la ley. Cuando como consecuencia de un delito, el imputado se daña gravemente a sí mismo, hay pautas de atenuación de su conducta no previstas en los códigos, pero que surgen de la jurisprudencia para que no se torne injusta la sanción.
En EEUU, algunos autos preguntan al conductor: ¿Chequeó el asiento trasero? Es que bajo presión el cerebro baja sus defensas y comete errores garrafales.
Hay acciones automatizadas que se hacen sin reflexionar y un pequeño cambio en la rutina, una mínima distracción, sin que exista patología alguna, pueden desencadenar un olvido fatal.
Mientras la justicia investiga las neurociencias apuntan a que un cerebro automatizado suele producir lapsus de conciencia, que genera fallas inexplicables sin que exista deterioro cognitivo.
El cerebro sigue dos caminos. Para procesar información y decidir usa el camino rápido o automático o el reflexivo consciente. En el primer caso ahorra recursos intelectuales y activa el circuito automático (al vestirse, lavarse los dientes, caminar, manejar,) etc. Las decisiones complejas, se procesan por el circuito consciente. Un pequeño cambio en la rutina puede resultar inadvertido por el cerebro cuando está en modo automático, si no ocurre algo que lo despierte. Recibir una llamada o estar preocupado por algo puede hacer que la mente saltee un paso o que genere un falso recuerdo, por una falla de la memoria. Así es como el mecanismo que tiene el cerebro para procesar los datos, puede transformar una situación en tragedia.
Un ejemplo basta para observar la falla. ¿Cuál es el objeto que la gente más se olvida en otras casas u oficinas? Es el paraguas cuando deja de llover. En cambio si se lo olvida, sale y llueve entonces recuerda que lo dejó y vuelve a buscarlo inmediatamente.
El estrés al organizar las complejas rutinas diarias es un factor que se suma. Afecta la toma de decisiones y hace que entren en competencia el modo automático y el modo consciente. Las reacciones hormonales afectan el lóbulo frontal y al hipocampo, e inciden nublando la memoria. Se produce así un desequilibrio entre el modo automático y el consciente, que genera el error.
Padres que olvidan a sus hijos en el auto
Este es un problema mundial. La mitad de los chicos son menores de dos años. Entre quienes los olvidan no hay diferencia de edad, sexo o condición social. Es una forma normal pero trágica de olvidar. Hay elementos que se repiten: una interrupción en la rutina o algún desvío de la ruta habitual. Incluso un sencillo cambio de carril puede ser suficiente para activar el «sistema hábito», el modo automático que llega desde la parte baja del cerebro, que es la que se utiliza para huir y sobrevivir, y cuando ocurre, en la cabeza se apaga la conciencia del niño a bordo, sin notar que su hijo está en el asiento de atrás.
Un lapsus de la memoria
Se trata de una fragilidad en el sistema de memoria prospectivo, la parte de responsable de lo que intentamos hacer en el futuro, en lugar de la memoria retrospectiva, que son recuerdos de eventos pasados. La memoria prospectiva se procesa en el hipocampo, que almacena la información nueva y en la corteza prefrontal, que hace planes.
El periodista del Washington Post, Gene Weingarten ganó en 2009 el Pulitzer con un artículo sobre cómo se castiga a los padres que olvidan a sus hijos en el auto. Es un error espantoso, pero ¿Es un crimen? Un padre estacionó su auto junto a los terrenos. Cuando descubrió el cuerpo de su hijo, un ciervo saltaba al lado. Otro, trató de quitarle el arma a un policía y suicidarse. Muchos manejaron desde su lugar de trabajo a la guardería para recoger al niño que creían haber dejado, sin advertir de que estaba muerto en el asiento de atrás. Fueron accidentes, accidentes terribles, pero estos padres no son monstruos. Si no se crea consciencia de que puede pasarle a cualquiera, no vamos a poder evitar que suceda», dijo el periodista.
Estrategias para no olvidar
En EEUU se tomaron medidas. Varios estados prohibieron dejar a los chicos en el auto, pero eso no produjo cambios. En cambio, la presión de organizaciones que se ocupan de la seguridad de los chicos a bordo, consiguió que el Chevrolet Cruze o la Hyundai Santa Fe, incorporen alertas: «Atención, chequee el asiento trasero», cuando se apaga el motor. El Consejo de Seguridad sugiere: Coloca tu celular en el asiento de atrás como recordatorio. Suena extraño, puede olvidar a su hijo, pero nadie olvida su celular del auto.
En piloto automático. Una vez que un proceso se aprende o un sistema funciona, la tentación es dejarlos en piloto automático sin considerar los cambios
Cuando dominamos un trabajo tendemos a repetir la rutina sin considerar alternativas mejores. Cuando nos va bien repetimos la conducta ganadora sin advertir los cambios, por eso nada fracasa tanto como tener éxito.
William Wordsworth dijo una vez que es el hábito y no la elección lo que gobierna al rebaño colectivo. Con el cerebro en piloto automático actuamos sin pensar, en la comodidad o zona de confort que nos proporciona la rutina. Nosotros creamos el hábito, luego el hábito nos crea.
El hábito no es bueno o malo en sí mismo, es conveniente revisarlo a la luz de los objetivos y de los resultados. Cuando se consolida, se hace cada vez más necesario y no podemos despegarnos.
Competitividad en piloto automático. Para organizar el caos se buscan respuestas automáticas. Pero la competitividad no es automatizable porque es saber reaccionar ante los cambios o anticiparlos. La competitividad no se mide por lo que se tiene. Se pueden tener recursos y no saber usarlos o producir mucho pero en la dirección equivocada.
El benchmarking es la estrategia de compararse con los mejores. Así es competitivo quien cotejando su producción con la del modelo, la iguala o la supera. Siempre conviene compararse con modelos de excelencia mediante un proceso sistemático, para descubrir las mejores prácticas y hacerlas propias. Este proceso implica: a) elegir la virtud a obtener, b) seleccionar el modelo c) medir la diferencia y d) adoptar el método. La clave son los resultados, pero sin obsesionarse por ellos. El éxito acompaña al que tiene claridad y método y actúa sin presiones ni excesos. No es cuestión de aplicar la fuerza bruta sino la calidad y la ecología Arquímedes dijo: Dadme una palanca y moveré el mundo y Bernard Shaw: hay gente que ve las cosas como son y pregunta ¿por qué? Yo sueño con cosas que nunca han sido y pregunto ¿por qué no?
Generar caminos alternativos
La mente no puede cerrar rutas, pero sí construir caminos paralelos. Para lograrlo no hace falta eliminar lo viejo. Nos enseñaron a decidir como si existiera una elección mejor o única en lugar de soluciones alternativas. De niños incorporamos mecanismos fijos. Cuando un desafío se encara en forma analítica o práctica se clausura la forma relacional o la innovadora. Comprendamos que no sabemos hacer de todo, que somos buenos para algo y esa fortaleza es la que debemos potenciar. Hay una zona de comodidad, otra de estrés o de incomodidad y una tercera de tensión o dificultad, en esta última se pueden crear caminos nuevos. Salir de la rutina mejora la atención. Los pasos pequeños mantienen el cerebro pensante y sin temor, incursionando en lo desconocido para pasar de la curiosidad al asombro.
Ejercitar la mente
Somos lo que recordamos. Para el 2020, 16 millones de norteamericanos padecerán el Alzheimer. La plasticidad del cerebro se da por la creación de nuevas dendritas -proyecciones neuronales ramificadas como árboles que transportan las señales eléctricas en el cerebro-. Al desafiar al cerebro con gimnasia mental lo alteramos. Entrenar la inteligencia con práctica y ejercicio físico es una poderosa medicina. Pasemos nuestra mente de “piloto automático” a “manual” y comencemos a experimentar una nueva manera de ver la realidad con curiosidad, generando así una cuota mínima de observaciones diarias significativas.
No lo hagamos en piloto automático. Regulemos la atención para observar de un modo consciente. La claridad, el compromiso con la verdad y la concentración en el resultado conectan el aparato consciente e inconsciente, y a mayor conocimiento mejores resultados.
El que sabe ve más que nadie
Según Pasteur, “el azar favorece sólo a las mentes preparadas”. Las fuentes para observar son infinitas, en todo lo que se nos presenta: una cita, un objeto, una carta, una idea. Flaubert decía que cualquier cosa observada detenidamente se vuelve maravillosa. Lo importante es aprender a preguntar sobre su historia, su proceso de fabricación, la materia prima que lo constituye, etc. Para que la percepción perdure en la memoria, hay que observar con los dos hemisferios cerebrales. Si ingresamos sólo datos emocionales o abstracciones, disminuirá la calidad de la recepción y de la memoria.
El estado mental óptimo para observar se logra mediante técnicas de relajación y concentración. El estado “receptivo” combina la atención flotante (estar preparados para sacar provecho del azar) y una acción específica (tener la intención de observar).
Para alcanzar la capacidad imaginativa en un mundo dominado por abstracciones es fundamental aprender a observar las formas, colores, sabores, olores y sensaciones físicas. La imagen -a diferencia del concepto- nos atrapa por su carácter de cosa viva. El concepto es estático, no posee belleza pues su fin no es estético; tampoco puede emocionar. Presenta los rasgos esenciales que necesita un determinado objeto para ser tal. Tiene una función utilitaria.
Por el contrario, la imagen es cambiante, posee diversas figuras y colores que producen innumerables sensaciones. Esto es lo que debemos captar a través de la observación y luego proyectarla con ayuda de la imaginación. Y, al actuar con sinestesia (es decir, integrando los sentidos), lograremos ejercitar en forma paralela los dos hemisferios cerebrales.
En un mundo materialista se utilizan los conceptos para alcanzar los fines, y la imaginación se subordina. Pero la imaginación es imprescindible para inventar el futuro. Observar creativamente generar diferencias. La realidad es la misma, lo que cambia es la percepción.
La mirada creativa captura lo que la gente no puede ver, toma como fuente la observación reproductiva pues ésta le provee la materia prima que hace posible la creación.
La lectura de la realidad
Saber leer permite leer los sucesos de otro modo. Veamos un caso: Una persona se acaba de mudar: El teléfono no para. ¿Pizzería? «¡No, está equivocado!». Decir: «equivocado» no le sirve, siguen llamando. «No llame a este número se mudaron», pero así no evita nuevos llamados. Descuelga el teléfono para pensar, esto le da aire y tiempo para generar alternativas: cambiar de número, poner un contestador. La fase siguiente es lograr algo positivo. Una lectura estratégica no mide el objetivo porque a nadie se le puede prestar el deseo. Podría instalar una Pizzería, subcontratar a otra, o vender la línea telefónica.
Al aprender a leer la situación se ve el problema como oportunidad. Esto remite al primer gesto intelectual: al cazador arrodillado en la tierra inspeccionando las huellas de la presa.
El pensamiento natural falla
Los prejuicios, hábitos, emociones impactan al cerebro sin que lo advierta. La mente juega contra la razón de diversas formas. Somos pésimos para calcular. El cerebro cree encontrar, patrones y conspiraciones inexistentes y suele atribuirles un significado divino, así como afirma coincidencias que no son tales y encuentra relaciones de causalidad donde hay casualidad. Cree que puede orientar los hechos a favor. Muestra de ello es la importancia que atribuye a la plegaria por la salud de un enfermo y creer que hay relación de causa y efecto entre rituales, gurúes y acciones en resultados que son de naturaleza aleatoria.
Cualquiera se equivoca.
Las creencias, aún las de los científicos, llevan al error. Veamos lo que creíaa sobre las computadoras. No sirven para nada (George Bidell, sobre la máquina de Babbage, 1842) El así llamado teléfono no tiene valor (Western Union, 1876) ¿Para qué coño sirve? (Lloyd, de IBM sobre el microchip). No te necesitamos, no terminaste la universidad (Hewlett-Packard, ante el pedido de empleo de Steve Jobs) No hay razón para que alguien tenga una computadora en el hogar (Olson, de Digital Equipment Corporation 1977). Creo que existe mercado para unos 5 ordenadores en todo el mundo (Watson, presidente de IBM, 1943).
La inteligencia de los métodos
Un profesional ya no puede basarse sólo en su capacidad. Las técnicas de gestión del conocimiento que potencian el rendimiento han creado “la inteligencia de los métodos” que supera los límites del especialista que sólo tiene el martillo de su saber y que, por lo tanto, todo lo que ve es un clavo. Los métodos son la mayor riqueza del hombre.
Mirar al cerebro como un organismo que aprende, obliga a replantear procesos, el rol de las personas, los sistemas de medición y advertir que aprender no es una pérdida de tiempo que interfiere con el trabajo, lo encarece y es sólo la responsabilidad de la escuela.
Check list
Es listar los factores claves de una tarea para evitar fallas por defectos de la memoria, distracciones o exceso de confianza. El cerebro no es una pieza perfecta, suele fallar. Anticiparse es lo mejor. Organizar las tareas es sencillo, pero difícil de aceptar para mentes reactivas, que prefieren solucionar los problemas cuando aparecen. Aducen que hacer listas es de cabezas huecas. Pero el encargado de la revisión es responsable por sus fallas. Antes del despegue los pilotos usan listas que evitan el olvido. Las lee un piloto y el otro contesta y verifica. Se repiten en cada fase: al llegar al avión, antes de rodar, del despegue, etc.
En el vuelo 3142 de LAPA que se estrelló el 31/8/1999, los pilotos no usaron el check list. Sonó una alarma, que los pilotos no atendieron, e indicaba que los flaps se hallaban retraídos, lo que hizo que el avión se estrellara. El informe de La Junta de Investigaciones, dijo que los pilotos repetían errores que reaparecían en el ambiente sin disciplina de la cabina. Se demostró también la falta de controles. El check list debió ser controlado por la empresa y el gobierno.
La pena natural no tiene condena pero qué pena da que muchas desgracias podrían evitarse atacando la tragedia educativa, que consiste en no entrenar el cerebro para prevenir sus fallas.
Dr. Horacio Krell CEO de Ilvem, mail de contacto [email protected]