Emprender solo no es tarea fácil. Pero muchas veces es más fácil que tener socios o compañeros a tu alrededor que no hacen otra cosa que frenarte constantemente con dudas, negativas y desmotivaciones.
Llega un momento en todo proyecto en solitario que debes plantearte seriamente una gran cuestión:
¿Sigo solo o amplío equipo?
Puede parecer innecesaria la pregunta, porque si las cosas marchan bien, ¿para qué vas a contratar o incorporar a nadie cuando tú mismo lo puedes hacer todo perfectamente?
Y encima viene esa frase: “si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo”.
Afirmo esa frase. Me la he dicho infinidad de veces cuando he visto los resultados de tareas asignadas a terceros. ¿Pero sabes qué? En la mayoría de los casos no era solo un error en la ejecución de los demás, sino que simplemente no he dado la información, instrucción o detalle adecuado como para hacer bien esa tarea. Y si no bien, digamos que como yo esperaba que se hiciera.
Eso lo aprendí de mi amigo Thomas K., un perfeccionista incansable, que insistía una y otra vez en que es necesario que se formule bien y adecuadamente cada paso de trabajo, cada tarea, cada instrucción, ya que solo así podrás esperar que el resultado se parezca a lo que uno espera.
Hace cosa de 7 años precisamente, Thomas me recomendó a un chico para un área que creía que debía reforzar con un colaborador externo, el de preimpresión de mi empresa de tarjetas plásticas. Me presenta (virtualmente) a un chaval de Tenerife, loco por el surf y el diseño gráfico, web e internet en general.
Dado que confío mucho en el criterio de Thomas, decidí dar una oportunidad al nuevo fichaje, Adán G. A la semana quería matarlo; bueno, soy un exagerado… Quería mínimamente echarlo del equipo. ¡Qué desastre de chico! Mi amigo Thomas me pidió darle una oportunidad, que podíamos enseñarle, formarle, moldearlo a nuestro funcionamiento.
Al cabo de otra semana, fue Thomas esta vez quien quiso tirarlo de un décimo piso. Vale, tampoco eso, pero también propuso echarlo del equipo. Dado el empate en querer deshacernos de él, decidimos continuar trabajando con Adán. De eso hace, como decía, casi 7 años.
7 años en los que han pasado miles de cosas, buenas, malas, divertidas y menos divertidas; pero siempre hemos sacado el trabajo, juntos en equipo. Hemos iniciado multitud de proyectos nuevos, algunos con o sin éxito, pero eso casi era lo de menos. Lo realmente importante es el aprendizaje de trabajar en equipo, en delegar, en aprender a dar instrucciones de forma clara y precisa para que las tareas se hicieran como era necesario.
Pero también tras 7 años mano a mano, se crea un vínculo de amistad, de familia, me atrevería a decir. Acabas preocupándote por los problemas del otro casi igual que por los tuyos. A la vez, es inevitable que ocurra lo que tiene que ocurrir si mezclas amistad y sentimientos de casi-hermanos con el trabajo: se confunden los términos, te hacen la cabeza un lío, pierdes las prioridades vitales y cuando vienes a darte cuenta, los caminos deben separarse.
Realmente ninguno de los dos quiere que pase eso, pero a la vez sabes que es lo mejor. Por un lado, tu fiel escudero necesita nuevas motivaciones, necesita auto-realizarse con proyectos propios que pueden estar más alineados con su auténtica pasión. Por otro, debes darte cuenta que cada área de tu negocio debe ser replanteado y reevaluado constantemente, ya que no por el mero hecho de funcionar relativamente bien, es como debe ir en realidad. Hay que rehacer procesos, buscar mejoras, implementar nuevos pasos para optimizar tus recursos.
Y te vienes a dar cuenta que como emprendedor-empresario, tras 7 años sin preocuparte mucho por un área específico al tenerlo cubierto por una persona de confianza, sigues pudiendo hacerte cargo del mismo. Como emprendedor reincidente, debes procurar entender cada una de tus áreas, no alejarte de vivirlo para, no solo encargarte de ellas en estos casos de imprevistos, sino de comprender cómo puedes optimizarlas y hacerlas funcionar de la mejor manera posible.
¡El emprender mola! Emprender para mí es una filosofía de vida, es todo un viaje alrededor del mundo. Y es importante tener buenos compañeros de viaje, sin lugar a dudas. Pero es igualmente importante tener controlado esas áreas que delegas en tus compañeros, tus colaboradores, para tenerlas optimizadas o poder hacerte cargo tú mismo y no quedarte en el aire en caso de imprevisto.
Una situación, que de entrada me tomé como una pequeña catástrofe, por lo que posiblemente había evitado en varias ocasiones que ocurriera aunque fuera inevitable, al final me supuso una nueva oportunidad de mejora interna, de comprender mi propio negocio y mejorar de cara a la experiencia de mis clientes.
¿Sabes qué? Eso tan manido de que toda crisis es una oportunidad, será manido, ¡pero es verdad! 😉