El biocombustible* pareciera ser la fuente de energía alternativa renovable más fomentada en el último tiempo, en respuesta a la paulatina caída de la dependencia del petróleo, debido a su creciente precio y su caída en la producción. También podría atribuirse este fomento a las políticas de protección del medio ambiente, especialmente por los países firmantes de acuerdos internacionales, como el Protocolo de Kyoto.
La razón por la cual Argentina le compete esta actividad es su capacidad productiva de cereales y oleaginosas, materia prima fundamental para elaborar los combustibles alternativos. Estos commodities suman un nuevo uso, expandiendo la frontera de producción. Previendo esta creciente demanda Argentina necesita elaborar una estrategia orientada a atraer capitales del exterior o que las plantas instaladas en la Argentina puedan adaptarse para la producción de biocombustibles, por medio de subsidios estatales, exenciones impositivas, etc. Este esfuerzo permitiría la promoción de PyMEs, de productores agropecuarios y de las economías regionales.
En materia regulatoria, a comienzos de 2007 se emitió el decreto en torno a la ley 26.093 para la producción y uso sustentable de biocombustibles. De acuerdo al mismo, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, promoverá aquellos cultivos destinados a la producción de biocombustibles que favorezcan la diversificación productiva del sector agropecuario. A tal fin, podrá elaborar programas específicos y prever los recursos. Por otra parte, la Subsecretaría de Pequeña y Mediana Empresa promoverá la adquisición de bienes de capital por parte de las pequeñas y medianas empresas destinados a la producción de biocombustibles. A tal fin, elaborará programas específicos que contemplen el equilibrio regional y preverá los recursos presupuestarios correspondientes. La Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva promoverá la investigación, cooperación y transferencia de tecnología, entre las pequeñas y medianas empresas y las instituciones bajo su esfera. A tal fin, elaborará programas específicos y preverá los recursos presupuestarios correspondientes. Un ejemplo de ello ha sido el Biojet, combustible probado en un avión argentino en la provincia de Córdoba durante el mes de marzo. La particularidad que posee esta mezcla es que un 20% corresponde a aceites de soja. Este proyecto fue llevado a cabo por Universidades Nacionales, el Instituto Universitario Aeronáutico, las Fuerzas Armadas Argentinas con el apoyo financiero de la Secretaría de Ciencias, tecnología e Innovación Productiva y una Fundación cuya tarea fue la de transferir la tecnología a la industria.
En materia impositiva, se establece la acreditación del Impuesto al Valor Agregado que por la compra, fabricación, elaboración o importación definitiva de bienes de capital o la realización de obras de infraestructura les hubiera sido facturada a los responsables del gravamen, transcurridos tres períodos fiscales a partir de la realización de las inversiones.
En materia operativa, a partir del 1 de enero de 2010, los combustibles tradicionales deberán mezclarse con un mínimo de 5% de biocombustibles, según lo establece la ley mencionada. El futuro pareciera prometedor tanto para el mercado interno como para el externo, ya que se espera que la bioenergía genere nuevas industrias, articule una cadena agroindustrial de escala regional (por ejemplo a través de la asociación entre compañías petroleras, la industria aceitera y los productores agropecuarios), conforme nuevos puestos de trabajo con valor agregado, promueva el desarrollo intraindustrial y permita desarrollar una tecnología propia basada en la biotecnología.
Por más alentador que parezca el panorama en Argentina, la delantera la comparten Brasil y Estados Unidos, que en conjunto producen un 70% de bioetanol mundial. No ha sido casual que durante la gira Latinoamérica de marzo de este año el presidente estadounidense, George W. Bush, haya prometido una disminución del 20% de dependencia petrolera en los próximos 10 años, favoreciendo la utilización de formas alternativas de energía como el etanol. Brasil puede apoyar a los Estados Unidos en su determinación de disminuir la utilización de petróleo en el mediano plazo, tanto por volúmenes como por sus costos reducidos de producción. Para disponer de esa ayuda, los presidentes de ambos países acordaron desarrollar tecnología en materia de producción de biocombustibles, promover el consumo de etanol en América Central y el Caribe, y estandarizar internacionalmente estos productos de manera tal que puedan ser cotizados en los mercados de materias primas.
En el contexto Europeo es Alemania quien encabeza la lista, con la producción de biodiesel. La Unión Europea ha establecido que, para el 2010, el 5,75% del combustible utilizado para el transporte debe ser biocombustible y sus países miembros están dando grandes pasos para su producción. Tal es así que recientemente Italia anunció una importante inversión para la producción de biodiésel y además suscribió con Brasil un acuerdo en el que contempla un joint venture entre la empresa nacional de hidrocarburos italiana y la estatal petrolera brasileña, Petrobras. Dicho acuerdo contempla la instalación de plantas de etanol y la producción del cultivo de caña de azúcar en Angola, convirtiéndose en el primer país africano elegido para ese plan.
China, Australia y la Unión Europea ya se sumaron al consumo de reemplazos del petróleo, y sólo en Estados Unidos se estima que la demanda de etanol para el 2010 será de 35.000 millones de galones. Esto implica que hay y habrá suficiente demanda para la participación de pequeños productores, como la Argentina, quienes pueden perfilarse para ganar una parte de tan extenso mercado, con productos como el etanol y el biodiésel en el largo plazo.
* Se entiende por biocombustible al bioetanol (etanol originado del maíz), biodiesel (se fabrica con soja) y biogas, producido a partir de materias primas de origen agropecuario o desechos orgánicos. La ventaja que ofrecen es que estos combustibles no agregan gases de efecto invernadero (emisiones tóxicas de monóxido de carbono), a diferencia de los combustibles derivados de hidrocarburos fósiles.
Diana Silveira. Coordinadora CEDEX de la UP