El ingeniero de la UTN Mariano Barra ha declarado que partieron de un software preparado para diseñar piezas dentales y que utilizaron luego una especie de plástico (acetato) para lograr camuflarlos dentro de la boca de los pacientes.
“Para cada paciente -añadió- el tratamiento es personalizado porque primero se toma una impresión de la boca de la persona, y un ortodoncista la lleva a la posición en la cual debería tener una dentadura perfecta y bien alineada. Después el software determina todos los movimientos que se tienen que realizar para llevar de la posición inicial a la posición final y cada uno de esos movimientos es una imagen que se manda a una impresora 3D, que luego imprime cada uno de los alineadores que son los que el paciente utilizará”.
Según su testimonio, la experiencia de trabajar con la impresión 3D fue bastante compleja, «por el hecho de que toda impresión 3D es fascinante -afirmó- pero debe evolucionar un poco más, es decir, las máquinas deben tener un mantenimiento constante. Son muy propicias a romperse y el costo de los materiales es bastante caro. Una impresora como la que nosotros utilizamos vale entre 70.000 y 100.000 dólares, porque son aparatos muy complejos que cuentan con una calidad muy superior a otras. En muchos casos el negocio de las impresoras no es venderla sino vender el material. Pero, al margen de eso, a lo largo de los años, esta tecnología va a seguir creciendo mucho y va a seguir revolucionando la industria. Lo que falta es un poco más de evolución para que tengan menos mantenimiento. Estoy convencido de que en poco tiempo, en cada casa, vamos a tener una impresora 3D».
La diferencia fundamental entre los alineadores impresos en 3D y los brackets tradicionales es que los primeros son removibles, es decir, se pueden extraer de la boca e higienizar. Después, no se notan porque son transparentes. Según Mariano Barra, uno se pone a 10 centímetros y no se nota que están; además son más suaves y, por ende, no duelen tanto como los brackets comunes. Quizás lo más sustancial es que cuentan con la precisión de una computadora, es decir, cada uno de los movimientos que realiza una boca los diseñó una computadora. En la ortodoncia convencional se realizan a precisión ocular, es decir, si el ortodoncista es muy bueno (y tiene un buen día) va a poder hacer un buen movimiento, pero si no es muy bueno (y tiene un mal día) el movimiento no va a ser tan exacto como lo hace una computadora.
El desarrollo del proyecto se inició en el 2007. Luego de finalizar el software que le dio vida a los alineadores, se aplicó en pacientes para comprobar su correcto funcionamiento. Dado que los resultados fueron muy prometedores, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del Gobierno argentino les otorgó una ayuda de 2 millones de pesos para que el producto se desarrolle a mayor escala. “Al principio recibimos un subsidio para el perfeccionamiento del software y luego nos otorgaron otro mayor para la comercialización de los alineadores. Con ese incentivo económico, compramos impresoras, escáneres y todo el equipo necesario para su rápida producción”, concluyó Barra.
fuente: Imprimalia
Marcelo me extraña la inexactitud de la noticia. Esto existe desde el 2009, se llama KeepSmiling (keepsmiling.com.ar) y funciona muy bien. Te comento porque yo fui paciente en 2011, con una doctora de villa urquiza y los resultados fueron excelentes.