La revolución tecnológica, los procesos de deslocalización, el descrédito de las utopías colectivas, la voracidad de empresas en crisis que aprovechan la coyuntura para ajustar cuentas humanas, una cambiante ética del trabajo… son tendencias que coadyuvan a una progresiva desinstitucionalización de las carreras profesionales
Disueltos los compromisos en una visión fugaz de los acontecimientos, rotos los contratos psicológicos, acortados los horizontes temporales, zapeando entre oportunidades y peligros, la persona de talento se sitúa en el centro de la actividad económica. La creciente individuación de la relación profesional, tan temida por los sindicatos –son expertos en multitudes, torpes aprendices de la persona–, empuja a hombres y mujeres a hacerse con los mandos de su proyecto vital.
El individualismo se revela como el único ismo ascendente, pudiendo derivar en un egoísmo alienante o en la expresión solidaria del ser humano. A este respecto, mis últimos días han sido pródigos en el trato y conocimiento de “individualistas” comprometidos. He conocido a cinco emprendedores, cuatro hombres y una mujer. Todos ellos españoles, treinta y pico años, uno vive en Silicon Valley, otro en la India, y el resto en España. Dos con formación en ciencias exactas y tres en humanidades. Por sectores, dos trabajan en nuevas tecnologías, los otros en educación, salud y medios de comunicación. Desde su peculiaridad he encontrado una serie de rasgos comunes.
Como expresa el Profesor Badaracco, “un buen sueño es un recurso interno crucial para los líderes. Grandes negocios, grandes ideas, grandes logros, tienen generalmente su origen en las aspiraciones más profundas de las personas”. Los cinco sueñan despiertos, visualizan una aspiración que se convertirá en realidad. El sueño es personal e intransferible, de ahí su fuerza y energía. Un día le pregunté al Doctor Fuster que espera de un investigador.
“Lo primero, me espetó enseguida, que esté dispuesto a asumir riesgos. Una investigación es una apuesta que puede salir mal, nada está garantizado”. Víctor Hugo, autor de la maravillosa novela Los Miserables, animaba a los jóvenes: “atreveos, el progreso solamente se logra así”. Dotados de un espíritu aventurero, los cinco han seguido el consejo del gran escritor romántico francés. Hace tiempo que dejaron de teorizar, le echaron valor y convirtieron la acción en su palanca diaria de avance”. La excelencia es un hábito, proclama Aristóteles. Profesionales inteligentes, lo que más admiro de ellos es su disciplina, constancia y capacidad de trabajo.
Charles Dickens recuerda que el hombre no es consciente de lo que es capaz hasta que lo intenta. Pensando en estos cinco emprendedores sospecho que van descubriendo el increíble potencial que hombres y mujeres normales pueden desplegar en circunstancias excepcionales.
Profesionales entrenados en la lógica de las ideas y de los números, son intuitivos, escuchan y atienden una voz interior que susurra mensajes “inexplicables” a la docta razón. Anclados en el presente más rabioso, proyectan su mirada hacia el futuro. Para viajar allí, su equipaje es ligero, desconfían y prescinden de todo aquello que sea superfluo y traicionero.
Provistos de una sólida formación académica, entienden la educación como una compañía permanente. No paran de preguntarme por cursos, programas master, profesores, libros… Se sienten estudiantes, tienen hambre, mentalmente son jóvenes y curiosos. Siendo su trabajo fuente de inspiración y sentido, disfrutan con lo que hacen. Su cuerpo lo agradece, pese a la intensidad de sus días. Culturalmente cosmopolitas, no se encierran en actitudes pueblerinas y excluyentes.
Como diría el poeta, su patria es el mundo. Tontos no son, saben que solos no pueden. Creen y trabajan por su equipo de colaboradores, lugar de encuentro, debate y aprendizaje. No tienen ningún empacho en reconocer sus errores, pero se cuidan muy mucho de sentirse fracasados cuando las cosas no salen. Ricos en relaciones y amistades, se mueven por Internet como Pedro por su casa. Como las nuevas generaciones, en la red encuentran un complemento perfecto para su trabajo, formación y entretenimiento.
Los 5 notan la crisis. Test difícil para su confianza y autoestima, se vienen arriba en las dificultades. Personas así me hacen ser optimista. Sin necesidad de hacer ningún acto de fe, a través de ellas veo un futuro despejado.
fuente: Expansion