El logo dice mucho de la marca. Hay algunos que trascienden el producto para convertirse en iconos globales y en obras de arte. Y no siempre son obra de publicistas, sino también de grandes artistas, como éstos:
Salvador Dalí – Chupa Chups
Al principio el caramelo se llamaba Gol, haciendo referencia a su forma redonda. Pero se consideró un nombre poco atractivo. Se contrató una agencia de publicidad que tomó dos decisiones. Cambiar el nombre a Chups y lanzar una campaña radiofónica con este jingle: «Obtén algo dulce para chupar, chupar, chupar, como un Chups. Es tan redondo y dura mucho tiempo. Chupa, chupa, chupa un Chups».
Con una jingle tan pegadizo, no fue de extrañar que los consumidores empezaran a pedir un Chupa Chups. Y la marca, claro, cambió de nombre. Cuando Bernat decidió internacionalizar su producto, contrató a Salvador Dalí para rediseñar el logo, buscando algo desenfadado, alegre y universal.
Según la página web de Chupa Chups, sólo tardó 60 minutos en dotar al nuevo logotipo de sus elementos más fuertes de identidad: la forma de flor que envuelve al logotipo, y la idea de colocarlo en la parte superior del envoltorio, favoreciendo su visibilidad ante la creciente competencia.
Roy Lichtenstein – Dreamworks Records
Dreamworks Records fue un sello discográfico que nació como filial de la compañía norteamericana Dreamworks SKG. Steven Spielberg y sus socios encargaron la creación del logotipo nada menos que a Roy Lichtenstein. El artista, que falleció en 1997, siguió la misma línea de toda su obra.
John Pasche – Rolling Stones
Erróneamente, se suele pensar que el creador de la lengua más conocida a nivel mundial, pertenece al artista Andy Warhol. En realidad el autor de este logo fue John Pasche, un joven diseñador que dibujó la reconocida imagen mientras cursaba sus estudios de diseño gráfico en el Royal College of Art de Londres. Era 1970, y Jagger pagó algo más de 50 libras por lo que se convertiría en un gran emblema.
Joan Miró – La Caixa
En 1980, la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros, contrató a la empresa norteamericana Landor para simplificar su imagen.
La decisión fue dejar de lado las opciones más conservadores de tomar las siglas y optar por un símbolo distintivo. Se buscó a un artista de proyección internacional y el elegido fue Joan Miró. Se envió al artista un briefing muy acotado, para que se centrara en los asteriscos, un elemento muy recurrente en su obra. Y claro el resultado no fue el esperado. Posteriormente se le encargó un mural en el que el artista debería colocar el símbolo elegido. Tanto a los directivos de La Caixa, como a los responsables de Landor, les gustó el nuevo resultado y decidieron adoptarlo.