Volviendo a la realidad, Hella Jongerius ha tenido una genial idea: unificar cosas tan unificables como son el teclado y la comida. Eso hace la vida (la buena, se entiende) mucho más cómoda. Sólo falta una mente privilegiada que piense en una solución al orinal; no es molesto, pero hay personas que aseguran que es excesivo. Ese tipo de personas que no hay que tomarse muy en serio.
Como se puede comprobar en la fotografía, el Soft Office puede extrapolarse a la realidad (la mala, se entiende) y usarlo sólo como plato. Así nos resultará más fácil adaptarnos a toda esa parte de la existencia que no tiene cables y que es fría y despiadada. Aunque no sé por qué alguien querría hacer algo así.
fuente: No Puedo Creer