CURIOSO: El almohadón ideal para dormirse en la oficina

Vamos a aclararlo de una vez por todas: cuando uno se queda dormido en público no hay forma humana de disimularlo. Todo el que te rodea lo sabe, no hace falta que hagas como que estabas pensando la solución de una ecuación o que estabas practicándote reiki sin tocarte porque eres todo un profesional. No. Has caído y ya está. Hay que reconocerlo.

Ahora mismo no se me ocurre ningún ejemplo personal de una situación así en una oficina, pero este último sábado, en un bar (sí, vale, lo sé) vi exactamente eso: un tipo dormido sobre una silla alta. Completamente dormido, con la gente alrededor apostando para ver hacia qué lado acabaría cayendo, con la música altísima (y no precisamente agradable), el camarero metiéndole cubitos de hielo por la espalda para comprobar que seguía vivo y algunas chicas dándole besos y haciendo gestos para reanimarlo.

Pues bien, el tipo despertó cuando le dio la gana, se abrazó a la barra y pidió otra copa. Ni siquiera miró alrededor para ver si la situación había cambiado. Nada. La decepción por parte de todos fue, como podéis imaginar, enorme. El maldito Bukowski se repuso, dio un par de cabezadas y salió del bar sin sufrir ni un sólo accidente. Paradójicamente, a los diez minutos estalló una pelea entre un motoquero y un japonés en el mismo lugar en el que estaba el tipo. Vamos, que tuvo la mejor noche de su vida y ni siquiera lo sabe.

Pero me he ido de tema: dormir en la oficina es casi más común que trabajar en la oficina; está claro que la propia posición del cuerpo exige una rendición paulatina a la gravedad que te va encorvando hasta que te sorprendes chupando la tecla Alt en público, sin el más mínimo decoro. El Almohadón Archivador de Oficina no va a evitar que la gente sepa que te has dormido, pero por lo menos lo vas a hacer con el elemento adecuado y como parte del trabajo, porque está claro que los sueños que transmite el Cojín Archivador de Oficina están enfocados a fomentar el rendimiento: paquetes de 500 folios rasgándose las vestiduras lentamente, bolígrafos bailando swing con las capuchas sudadas, agendas que susurran todos los nombres, los teléfonos y las direcciones de forma sugerente (y eso que dar una dirección de forma sugerente es difícil),… en fin, que para aumentar el rendimiento hay que provocar sueños húmedos. Es imprescindible, ya sabéis.

fuente: No Puedo Creer

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