Emprender a veces es comprometerse con un rol social a favor del progreso del mundo. Es adoptar una actitud innovadora frente a las carencia de herramientas que facilitan la vida cotidiana. Es alimentar la confianza en uno mismo y darse la posibilidad de desplegar el propio potencial. Es desarrollar un invento a partir de las instrucciones del sentido común y responder a una necesidad insatisfecha. Emprender, a veces, es tender a la búsqueda con la seguridad de que se producirá el hallazgo.
Ladislao José Biro nació el 29 de septiembre de 1899 en Budapest, Hungría. Compartió la infancia con su hermano hasta que en 1914 fue convocado para participar en la I Guerra Mundial. Recibió una formación escolar orientada hacia la biología, la filosofía y el latín; luego inició estudios de medicina, los que debió abandonar debido a un accidente. Tras éste, empezó a ocuparse, en Hungría, en el desarrollo de técnicas hipnóticas para lograr efectos analgésicos. En 1930, su reciente matrimonio lo estimuló para la invención de una máquina para lavar ropa. Sin embargo, ya en 1928, había inventado una lapicera a fuente, pero sin obtener inicialmente el éxito esperado. En 1938 patentó un modelo rudimentario de bolígrafo en su país, en Francia y Suiza. Ese mismo año, en el que se desempeñó como reportero gráfico de un periódico húngaro en Yugoslavia, fue sorprendido por el entonces presidente argentino, Agustín P. Justo, mientras efectuaba una nota en el hotel donde estaba alojado. El presidente manifestó curiosidad por el instrumento que Ladislao había utilizado para escribir, y lo persuadió para que produjera su invento en la Argentina. Sin desechar aquella posibilidad, Ladislao viajó a París, donde trabajó como pintor, periodista y, más tarde, en los laboratorios secretos de las fuerzas armadas, en los que desarrollo numerosos productos químicos. Invadida Francia por los alemanes, Ladislao viajó a la Argentina con un amigo, Juan Jorge Meyne. Llegó a Buenos Aires en mayo de 1940, adoptó la ciudadanía argentina, y formó la Compañía Biro-Meyne-Biro junto con su hermano y Juan Jorge Meyne. La birome fue, sin embargo, una de las 32 invenciones logradas, entre las que se encuentran: caja automática del auto, cerradura inviolable, termógrafo clínico, perfume de bolilla, espejo estampa, entre otras. En 1981 comenzó a trabajar en lo que sería su último invento: el enriquecimiento del uranio, el cual no pudo concluir.
Ladislao José Biro falleció en Buenos Aires el 24 de octubre de 1985, no sin asegurarse antes la propiedad intelectual de sus inventos a través de una firma estampada con su propia tinta.
* Gisela Mancuso. Abogada, redactora, escritora, ganadora de numerosos concursos literarios. [email protected]. autora del libro Abrazo Mariposa http://ar.geocities.com/abrazomariposa/abrazomariposa.html