Para emprender, hay que desprenderse


Una empresa, sea cual fuere, es el producto de una idea implementada correctamente en el momento y lugar adecuado. Una idea de negocio debe ser sometida a una prueba de viabilidad operativa y comercial, pues de nada sirve que se tenga ideas imposibles de poner en marcha y/o que las mismas no cuenten con un mercado demandante. 

Socializar las ideas tiene como objetivo no caer en la tentación de evaluarlas usando para ello la autoreferencia. Si esto sucede es muy posible que parezca estupenda y que se imagine una larga cola de clientes deseosos de adquirir el producto o servicio, vale aclarar que esto nada tiene que ver con ser optimista. 

En esta etapa de evaluación no se ha invertido dinero, simplemente se ha dedicado a jugar a que la idea se  lleva adelante, en este momento se debe aprovechar y madurar la idea para sacarla adelante sin enfrentar grandes riesgos.

Una vez que la idea ha pasado las pruebas de factibilidad, se puede  sentir orgulloso y alegre por contar con un proyecto comercial al que se lo deberá analizar nuevamente, con más detenimiento para evaluar si es comercial y operativamente viable. 

¿A quién le ofreceré el producto?, ¿cómo se hace  para que conozcan la oferta?, ¿a quién se le está quitando clientes, ventajas y desventajas concretas frente a los actuales negocios establecidos, ¿cuál es el precio promedio de mercado del producto que ofreceré?.

También es imprescindible conocer si se puede sostener operativamente el proyecto, cuántos productos se podrán elaborar con la maquinaria instalada, qué haría falta para poder producir X cantidad del producto, qué opinan aquellos que pueden ser potenciales consumidores, cuál es el capital total que requeriría para poner en marcha el proyecto.

Esta etapa previa a lanzar un emprendimiento es extremadamente creativa, es cuando el espíritu del emprendedor hace su aparición, con lo que tiene se las arregla para ir avanzando en un camino de incertidumbre.

El emprendedor es la materia prima del proyecto. Sin él no hay emprendimiento. Cuando se intenta darle mucha forma, la idea se queda instalada en cada emprendedor  y no se da cuenta, o se  olvida, que los negocios se hacen en el mercado. Es tanta la fuerza social de las creencias sobre temas referidos a las actividades comerciales que muchos emprendedores se pierden en el camino intentando regenerar la idea, imposibilitando el proceso de recrear lo inventado. En esta etapa también es posible matar ideas, para darle la bienvenida a otras nuevas que puedan resultar más atractivas.

Trabajar en un emprendimiento se asemeja a aquellos tiempos en los que jugábamos con arcilla, amasábamos durante mucho tiempo, sin apuro. Todo emprendimiento requiere un tiempo de maduración que depende, como es obvio, de cada persona. 

Un emprendimiento, requiere, sobre todo, que se desprenda de las creencias que dan por sentados ciertos aspectos que puede ser algo imposible de poner en marcha, no se sienta autosuficiente, busque nuevas posibilidades, nuevos conceptos.

Fuente: Latinpyme

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