por Ing. Andrés Ellmann
Si hubiera que explicarlo en dos palabras, se podría decir que Six Sigma es la aplicación del método científico a la resolución de un problema. Con una ventaja adicional: no es preciso ser científico para llevarlo adelante.
Básicamente, Six Sigma es una metodología para encarar proyectos cuyo fin es conseguir un ahorro económico, en industrias o servicios.
Consta de cuatro instancias: medir, analizar, implementar y controlar.
Medir implica hacerlo sobre el sistema que está produciendo un gasto excesivo. A partir de ello, es preciso determinar qué variables mensurar. Esta etapa se da por terminada con la asignación de un porcentaje de error de los defectos del sistema.
El siguiente paso es analizar. Conlleva mirar detenidamente esos datos a partir de un riguroso trabajo estadístico. Esta etapa finaliza cuando se encuentra la causa-raíz y se pueden cuantificar financieramente las pérdidas que ella ocasiona.
Le sigue la tarea de implementar. Se trata aquí de resolver la causa-raíz del problema. Con ese fin se efectúa una simulación o una prueba piloto.
El último paso, relativo a la función de controlar, comienza con un plan de verificación para asegurar que la implementación dé los resultados esperados. Ello incluye el
Gerenciamiento del cambio.
Cuando todo está realmente bajo control y se obtienen beneficios económicos mensurables, puede decirse que el proyecto ha concluido.
Otras dos tareas
Con anterioridad y con posterioridad a la implementación de un proyecto de Six Sigma, se efectúan otras dos tareas: definir el proyecto y realizarlo.
Definir el proyecto significa plantear una posible causa, como cuando se fija una hipótesis de trabajo en una tesis.
La etapa de realización exige medir exhaustivamente los ahorros conseguidos en conjunto con el área financiera.
Estas dos instancias permiten, al final del proceso y luego de tres meses, determinar si la labor ha sido exitosa o no.
Cuando el proyecto dio los frutos esperados, lo lógico es que se busque cómo replicarlo generando un leverage o apalancamiento. Si bien cada proyecto es sumamente específico, puede repetírselo, por ejemplo, en una sucursal de la compañía que lo impulsó o en otra de sus plantas industriales.
El método científico
Si hubiera que explicarlo en dos palabras, se podría decir que Six Sigma es la aplicación del método científico a la resolución de un problema. Con una ventaja adicional: no es preciso ser científico para llevarlo adelante. De hecho, lo más interesante y uno de los motivos de su gran difusión, es que puede ser aprendido por personas de distinta formación.
Quien lidera el proyecto es llamado Black Belt. Los que integran los equipos son Green Belts.
Por otra parte, se comprobó que, para potenciar sus logros, lo más adecuado es combinar Six Sigma con Lean Management, una metodología que comprende herramientas como el trabajo en células, los entornos de polivalencia, el Kanban o la programación finita con sistemas de programación, la flexibilidad en la producción y el autocontrol de la calidad. Surge así el Lean Six Sigma, como una superación de Six Sigma y con cada vez más adeptos.
Además de los roles de Black Belt y Green Belt, Six Sigma cuenta con la certificación de Yellow Belt para aquellos que desean adquirir conocimientos básicos sobre la metodología. Un curso de Six Sigma Yellow Belt es una excelente manera de entender cómo funciona la metodología y cómo puede ser aplicada en la resolución de problemas en un entorno empresarial. Al completar este curso, los participantes adquieren habilidades para identificar oportunidades de mejora y contribuir en proyectos de Six Sigma bajo la supervisión de un Black Belt o Green Belt. Por lo tanto, se recomienda a todos aquellos interesados en mejorar sus habilidades en el análisis de datos y resolución de problemas, considerar un curso de Six Sigma Yellow Belt.