Dr. Horacio Krell*
Lo sistémico se relaciona con la correcta organización de componentes funcionales del cerebro: los instintos, las emociones y los pensamientos. Holístico tiene que ver con el uso complementario de las inteligencias que caracterizan a la mente humana. Ecológico referencia una metodología intelectual que facilite los procesos y no un accionar basado en un esfuerzo excesivo. La sinergia es la optimización que se logra cuando el todo supera a la suma de las partes.
Resuelva este ejercicio ¿cómo podrían salvarse un ciego y un paralítico perdidos en el bosque?
Intente pensar en las respuestas individuales pero también en el formato de cooperación.
Las emociones ausentes en las aulas
Por la primacía de la razón sobre la emoción antes se enseñaba a controlarlas (los hombres no lloran) o a sacarlas del colegio reforzando el aspecto intelectual. Hoy en día se intentan desarrollar espacios de reflexión y de expresión corporal de las emociones con estructuras especializadas en gestión emocional.
Muchas escuelas no lo están implementando todavía y es una gran omisión a nivel social, porque el 80% del desarrollo de una persona depende de sus habilidades emocionales.
Se pone el acento en las habilidades duras como el conocimiento y la razón. El esfuerzo de la educación tradicional estaba puesto en ayudar a combatir el analfabetismo. Hoy existe el analfabetismo funcional, se da en personas que sabiendo leer no leen por falta de interés.
En el siglo XXI padecemos de analfabetismo emocional, que se ve reflejado en el consumo de drogas, la violencia, el índice de abandono escolar, suicidios, delincuencia y otros temas que tienen como causa la mala gestión de las emociones.
Esto es lo que viene a resolver la educación emocional: dar explicaciones de cómo funcionan las emociones y cómo gestionarlas para evitar las fallas y promover las emociones positivas. Las habilidades blandas deben ocupar un rol esencial en la educación. La escuela sigue igual, hoy detectamos nuevos desafíos pero también una gran resistencia en el ámbito educativo a incluir la capacitación emocional.
Una encuesta realizada por el Pew Research Center en los EE.UU. reveló que el 70% de los adolescentes consideraban a la salud mental como un tema preocupante, con la ansiedad y la depresión a la cabeza, seguidos de bullying y el uso drogas (sobre 1000 encuestados de entre 13 y 17). Asimismo se reportaban que la franja de los 18 a los 25 tuvo un incremento del 63% entre el 2009/17 en casos de depresión. Ya se habla de que la generación Z de nuevos nativos digitales probablemente sea la más estresada (¡más que los millennials!).
Por todos estos peligros llama la atención que el aspecto emocional haya quedado apartado de la educación, porque puede ser un factor clave para mejorar la calidad de vida. Al fin y al cabo, en distintas escuelas se le dedica a la educación artística, religiosa, e inclusive deportiva, tiempo y recursos. ¿Cómo es posible entonces que no se tenga en cuenta la educación emocional?
Gestor emocional
Primero los docentes deben aprender ellos, como referentes de los chicos, a gestionar sus propias emociones en modo creativo. Hay que explicarles a las personas con base científica el efecto que tienen las emociones en la vida, en el desempeño, y cómo, por ejemplo, cuando alguien se estresa se activa el sistema simpático (reacciones y reflejos viscerales) y con esto se desactiva el parasimpático (controla las funciones y actos involuntarios), y entonces se desactivan otros engranajes que tienen que ver con el descanso, el sueño, lo inmunológico, la reconstitución celular, la memoria, ingresando cuando estamos estresados o viviendo emociones displacenteras a lo que se conoce como modo de defensa.
Aprender a pensar
Los pensamientos son una expresión directa de las creencias, terminan transformándose en emociones e inciden en nuestro accionar cotidiano: desde cómo lidiar con el fracaso o las frustraciones, hasta la resolución de problemas, la capacidad para expresar lo que se siente y la forma de vincularse con los demás. Esto aplica para niños, adolescentes y adultos. La idea central por tanto es tener las herramientas para gestionar las emociones, ya que de esto dependerá que las cosas salgan bien o mal, según se use el modo creativo o defensivo.
Tanto en Europa como EE.UU. se viene trabajando con enfoques alternativos y en algunos colegios ya se implementan desde clases de mindfulness a sesiones de juegos en la naturaleza dependiendo del tipo de escuela. En otros países la educación emocional es considerada como algo novedoso pero ha quedado relegada a las escuelas privadas que son las que tienen recursos y autonomía, dejando de lado a las escuelas públicas que son las que más la necesitan.
Muchas cosas que hacen en el colegio parecen maravillosas cuando integran las motivaciones emocionales de los chicos. Tienen un taller desde el jardín donde a través de la expresión corporal van al zoom del colegio, se sacan las zapatillas y las medias, se relajan, respiran y cuentan con el cuerpo las cosas que les pasan. Lo que les preocupa, lo que les duele, lo que los hace felices, lo que disfrutan. Y trabajan mucho las emociones, que está bien estar triste, contento, enojado, y aprenden a manejar y a controlar todo eso (especialmente los enojos y peleas con énfasis bullying), y tienen un gran sentido de la responsabilidad para con el otro y con su propio cuerpo. Todas las mañanas tienen una reunión que ellos llaman encuentro, donde cada grupo se junta con los suyos y los docentes y charlan de las cosas que les preocupan.
El tema de la educación emocional hoy en día se trabaja en dos provincias argentinas, con el proyecto de ley aprobado. Son Corrientes y Misiones, y hay dos modelos: uno es trabajar capacitando primero a los docentes y que ellos luego lo planifiquen como cualquier otro contenido, transversalmente, es decir de forma conjunta con otras asignaturas, o verticalmente, que es por ejemplo haciendo una hora de educación emocional. En Formosa sacaron una resolución que invita a los colegios a aplicarlo, pero que todavía no tiene entidad de ley.
Por otro lado, se ha declarado el 10 de noviembre Día de la Educación Emocional, tanto en colegios como en otros ámbitos como el empresarial, y se fomenta expresar las emociones asertivamente durante este día para institucionalizar el hábito de decir lo que sentimos.
Lo que busca la ley es instalar esta educación en los colegios y que el alcance sea sistémico, sustentable, durable, y que la formación sea científica y de calidad para los docentes.
Lo cierto es que las emociones son un recurso genuino para la toma de decisiones, y tienen efectos probados no sólo en el desempeño educativo o laboral, sino también en los procesos biológicos de sanación o enfermedad, ya que si no expresamos o reconocemos las emociones podemos enfermar. No necesitamos nada, sólo tener procesos mentales adecuados donde aprendamos a respetarnos a nosotros mismos, a motivarnos y eso hará que estemos satisfechos con nosotros mismos y mantengamos la mente funcionando en modo creativo.
La educación formal está desconectada
Tanto del ámbito laboral como de las habilidades que los empleadores valoran, como las socioemocionales, la capacidad de decidir, el pensamiento crítico, la responsabilidad, la empatía, la planificación, saber formular objetivos, dominar estrategias y tener fortalecida la autoestima. A los empresarios les gustaría enseñarles su tarea pero que, los que lleguen, sean jóvenes responsables y disciplinados, que crean en valor del trabajo y del esfuerzo, y que vayan a trabajar. Esas competencias “blandas” no se aprenden en la escuela. Esas virtudes especiales incluyen capacidad de expresarse, de desenvolverse en diferentes contextos sociales, incluso hasta cómo vestirse. Hay un desacople entre lo que la escuela enseña y lo que el mercado necesita, una disociación entre educación y producción.
Con el título no alcanza. El diploma es una condición necesaria pero insuficiente, se necesitan las habilidades blandas. Las duras se concentran en el saber hacer. Un diseñador gráfico debe saber usar Photoshop, un camarógrafo saber operar una cámara, un programador debe conocer el lenguaje que usa la empresa. Hay gente con suficiente competencia profesional y con perfecta incompetencia social, son incompetentes bien preparados. La educación no les enseñó a vivir en sociedad y a convivir. Las habilidades blandas integran aptitudes, rasgos de personalidad, conocimientos y valores. Las más buscadas son las de comunicación, sociabilidad, creatividad, trabajo en equipo, ser responsable y honesto, comprometerse con el trabajo, ser proactivo y generar ideas innovadoras que ayuden a impulsar el crecimiento.
Habilidades sociales blandas
Los valores que se desprenden de la construcción de tecnologías de código abierto son transparencia, colaboración y comunidad. No se puede impartir una orden de innovar sino crear y catalizar las condiciones para que fluya a través de la participación.
El modelo convencional de organización dura es con una pirámide donde los líderes controlan, mandan y premian con jerarquías, rangos y salarios. A la inversa, en las organizaciones abiertas, las empresas se piensan de abajo hacia arriba. En la base de la pirámide se trabaja en el propósito de lo que hacemos, lo que impulsa el compromiso y la pasión de las personas.
Lo que importa es que emerjan y triunfen las mejores ideas sin importar de dónde vengan. Para esto despliega el concepto de meritocracia, en el sentido de que son las distintas comunidades las que trabajan con autonomía y dialogan (critican, corrigen y celebran) entre pares. ¿Cómo lo hacen? Los participantes se reúnen diariamente y exponen sus ideas, sugerencias y problemas. Luego, los que han escuchado intervienen para participar con sus ideas y soluciones. Así, cada miembro gana confianza y asume responsabilidades según su talento, y obtiene una reputación positiva por mérito propio. Cuando se juntan personas de múltiples organizaciones y disciplinas, trabajan con libertad y la habilidad para innovar crece.
Una organización abierta no busca la mejor decisión individual, sino la de miles trabajando juntos.
Cursos de inteligencia emocional
Lo que se busca es entrenar con experiencias de primera mano, antes que, el nivel verbal de segunda mano, transforme los sentimientos en recuerdos. Pensemos en que las emociones son impulsos que preparan al organismo para la acción. Ante la pasión, la mente pierde el equilibrio. Aristóteles se adelantó a la inteligencia emocional cuando dijo: «es fácil ponerse nervioso, lo difícil es hacerlo con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la manera correcta».
Las emociones activan primero el circuito tálamo-amígdala -la que actúa como memoria de significados-. Mientras que el hipocampo informa y reconoce, la amígdala asigna el valor. El control lo efectúa el lóbulo prefrontal izquierdo, que calcula estimando costos y beneficios. Pero en emergencias la respuesta que produce la amígdala lleva a errores fatales, – al confundir a su hijo con un delincuente un padre lo mató-. Pero en los cursos se aprende que sin inteligencia emocional la inteligencia intelectual no puede operar porque no tiene la orientación del deseo, entre las numerosas opciones que se le presentan.
Un alto coeficiente intelectual no garantiza éxito en la vida. Un superdotado depende a menudo de quien posee una inteligencia emocional más desarrollada. El que no puede sentir, no puede guiar a su inteligencia, la que opera como una computadora, sin capacidad valorativa, sin saber por qué le pasa lo que pasa. La capacitación emocional permite que las dos inteligencias se asocien estratégicamente.
Las emociones positivas generan felicidad, y las negativas desasosiego. Cuando Pandora abrió la caja de la que escaparon todos los males, la cerró a tiempo para atrapar a los antídotos, que son la esperanza y el optimismo. En las distintas etapas del adiestramiento se observa que la mayor productividad no implica sacrificio, sino un estado de plenitud, que comienza con el descubrimiento y prosigue con la potenciación de las aptitudes naturales.
Inteligencia social
La inteligencia emocional tiene una cara interna que consiste en administrar las propias emociones y una cara externa que es administrar las relaciones con los demás.
A saber lo que a uno le pasa, la empatía permite reconocer lo que le pasa al otro, percibiendo la congruencia entre lo que se dice, se piensa y se hace. Empatía es más que simpatía. En la empatía hay un valor agregado: sentir lo que el otro siente y en sintonía. La capacidad de comunicación es un factor clave en los cursos de inteligencia emocional.
La educación tradicional privilegia el coeficiente intelectual sobre la inteligencia emocional. Las tablas de la ley sirvieron cuando el cambio era lento pero hoy es frenético. Los genes dan una orientación pero la inteligencia emocional cambia el destino.
La clave está en darle una porción de inteligencia emocional a la pasión
De las 7 inteligencias; verbal- lógica- espacial- musical- plástica– interpersonal y psíquica las 2 últimas integran la inteligencia emocional: conocerse a sí mismo y al otro, conducir las relaciones, resolver conflictos, colaborar, son sus aptitudes básicas. Todo indica las ventajas de una alianza estratégica entre la amígdala (que orienta) y el lóbulo prefrontal (que evalúa).
Las emociones no esperan, son tan rápidas que actúan antes que la razón entienda. Pero son imprecisas y altamente falibles. Su efecto disminuye en instantes, pero perdura como estado anímico. La lógica del corazón tiene razones que la razón no entiende y opera sin el principio de la causa y el efecto. Le importa más lo que percibe que lo que es, se centra en sí misma como revela el relato: «el poste se me vino en encima». Con sentido propio se conecta a la memoria e influye tanto que la mente racional racionaliza, apoyándose en falsas razones. La mente racional puede también indicar cómo reaccionar. No es esclava, puede hacer inteligente a la emoción.
¿Cómo se salvan el ciego y el paralítico perdidos en el bosque? El ciego pone las piernas, es decir el movimiento que caracteriza a lo emocional. El paralítico se monta sobre las espaldas del ciego y aporta la mirada que simboliza a la inteligencia intelectual, y así salen tranquilamente. Lo invitamos a presenciar una clase demostrativa del curso de inteligencia emocional.