Dios los cría y ellos se juntan

Dios los cría y ellos se juntan
por Dr. Horacio Krell*

Dios los cría y ellos se juntan es una expresión alude con ironía a la inclinación natural que lleva a las personas a juntarse, sobre todo a los de un mismo genio y temperamento.

Sin embargo hay algo común en todos los seres humanos. Ante una oferta de capacitación el interés inicial es grande, el entusiasmo por mejorar crece, tiene una meseta y luego declina.

¿A qué se debe?

Hay dos fuerzas poderosas que influyen en el cerebro: una es proactiva, los lleva a averiguar, a aprender y a superarse. La otra es conservadora, pasiva, es la que induce a descansar, a no gastar la energía y a inventar excusas para diferir la capacitación. Se puede seguir haciendo lo mismo o darle un nuevo curso a la vida. Si triunfa la fuerza pasiva serán mucho menos de lo que podrían haber sido. Se adaptarán a una educación que no desarrolla el genio interior, impide su desarrollo y los condena a operar al 10% de su capacidad potencial.

El poder de los hábitos

A partir del conocimiento sobre el funcionamiento cerebral, es posible entrenar al cerebro con acciones en apariencia pequeñas, pero que, luego de un tiempo de repetición, se transforman en hábitos que impactan positivamente.
El 40% de las acciones cotidianas son hábitos aprendidos en el contexto familiar o escolar. 

En la edad adulta muchos hábitos no se eligen voluntariamente. Por eso es necesario revisarlos y hacerlos conscientes para ver cuáles se desean cambiar. Cuando los hábitos no condicen con los valores actuales, se pueden incorporar otros que estimulen respuestas positivas del cerebro. Son simples actos que atraen beneficios en dirección a una vida más feliz y de mayor bienestar.

Por qué y cómo hacemos lo que hacemos

Hacer una cosa en lugar de otra afecta al cerebro.  La teoría del hábito, las neurociencias  y  la capacidad del cerebro de generar nuevas conexiones o neuroplasticidad, se combinan para proponer cambios en la conducta hacia comportamientos saludables y revertir hábitos nocivos como la drogadicción, el tabaquismo o la obesidad

También se aplica a cambiar conductas de timidez o inseguridad. Las micro acciones pueden ser adoptar posturas típicas de personas seguras. Por ejemplo, poner los pies sobre un escritorio, las manos en la cintura, o levantar el mentón al hablar. El método consiste en entrenar micro-comportamientos, con puntos de apoyo, que estimulan al cerebro para generar cambios de hábitos que conducen al logro de objetivos saludables. Los hábitos empiezan a instalarse al tercer día de repetición, y su completa adquisición se da en uno o dos meses.

Compromiso con el bienestar

Para adquirir un hábito hay que evaluar su cumplimiento con objetivos de mínima. Si se cumplen el cerebro activa el circuito de recompensas y eso facilita arraigar el hábito. De lo contrario, el cerebro lo abandona ya que le genera displacer. 

Los nuevos hábitos se incorporan de a uno, no varios juntos ni en forma radical. Estos comportamientos mínimos empezarán a crear rutas cerebrales en un sentido positivo.

Es importante encontrar un propósito en lo que se desea cambiar, pensar y recordar en qué contribuye y ser optimista. Tener una visión positiva sobre la realidad favorece el buen ánimo.

Otro ejercicio es mantener una mente desafiada, leyendo, escuchando música distinta o aumentando la conexión con los demás. Organizar el tiempo para lograr un balance que permita conciliar la vida laboral, individual y familiar, puede contribuir a este objetivo. Practicar técnicas de meditación, como mindfulness, yoga, relajación y otras, muestra un impacto positivo en el bienestar. Al mismo tiempo, cuidar la salud física es un complemento de los más importantes para mejorar la calidad de vida. Es recomendable mantener el cuerpo en movimiento dos o tres veces por semana para cuidar la salud mental.

Se pueden ejercitar cinco áreas fundamentales: mental, física, emocional, social y nutricional.

Comer con los cubiertos al revés. Mejora la coordinación entre los hemisferios cerebrales e incrementa las conexiones neuronales. Puede mejorar las habilidades lógicas en un zurdo y la creatividad en un diestro. Bailar sin música ayuda a afrontar situaciones de estrés y ansiedad y moviliza los esquemas mentales. Se oxigena el cerebro y aumenta la producción de serotonina, que es un neurotransmisor que genera sensaciones de calma.  

Revisar con frecuencia los papeles, descartar lo que ya no sirve frena la tendencia por tener cosas innecesarias y ayudamos a combatir la cultura del consumo. Por otro lado, recordar buenas experiencias libera dopamina, generando placer. Ayuda a afrontar los malos momentos y a capitalizarlos a favor. Hacer gimnasia mental con números y palabras mejora la memoria RAM de las personas, se benefician con la mayoría de los cálculos mentales.  Tomar agua al despertar porque se amanece con sed. Hidratarse es fundamental para el cerebro. Ayuda a no estar ansioso, a tener claridad mental y a mantenerse activo. Cuando cerramos los ojos dejamos de lado la visión, que es el principal ingreso de información al sistema cognitivo.

Al dibujar o imaginar con los ojos cerrados se estimula la creatividad, la memoria y la audición. Los chocolates o almendras aumentan la tirosina, una sustancia previa a la síntesis de dopamina (hormona de la felicidad). Además de darnos placer, favorece la atención, la creatividad y la curiosidad.  Al sonreír frente al espejo se activan las capacidades analgésicas y se calma el dolor.  Tocar la rodilla derecha con la mano izquierda y al revés facilita las conexiones de neuronas que hay de un hemisferio al otro, la coordinación y el reconocimiento del propio cuerpo, la atención y también prepara para actuar.

Las creencias peligrosas

Pueden ser todavía peores que los malos hábitos. Cada época tiene creencias que fascinan a la gente y promueven nuevos caudillos. El novedoso experimento que conjugaba socialismo con el amor por la patria se encarnó luego en la revolución cubana y en sus imitadores de distinto tamaño y gradación, casi todos ellos aliados estratégicos.

Asociar nacionalismo y mejoras sociales, mezclar izquierda y derecha, es su armado político. Fue la opción entre el comunismo ruso y el capitalismo norteamericano (la tercera posición).

Al trabajar sobre las masas, las excita y les otorga una fe.  Así un dictador puede ser querido y temido. La multitud ama al hombre fuerte. Un pueblo sometido y transformado en un rebaño fiel. El fascismo empuja a la servidumbre, a una falsa alegría como si fuese una liberación. Horrible paradoja de los populismos que se repite desde la prehistoria y amenaza con proseguir.

Estados Unidos atravesó una grave crisis económica, pero salió adelante gracias al apoyo de la iniciativa privada, no como el fascismo, que propugnó la hipertrofia del Estado con estatizaciones. Su única religión es el oportunismo, lo resucitan y lo convierten en relato y en política exterior. El socialismo nacional fue pergeñado en los 70 y se consagró 50 años más tarde en América Latina, con un régimen de partido único y un Nuevo Orden.   

Pero fue el propio ideario anacrónico del “socialismo nacional” lo que los metió en el incendio actual. La superinflación y sus terribles secuelas sociales y económicas son resultado directo del plan, en un modelo según el cual el ajuste es demoníaco, la emisión es progre, la inflación no es un problema y el Estado debe garantizar el proteccionismo, sistematizar la dádiva, culpabilizar y acorralar a los empresarios y explotar al sector productivo con impuestos salvajes.

Todas estas supercherías económicas, operadas por médicos brujos, atrajeron su sonoro fracaso. El argumento delirante es que este operativo se hace para defender a los ciudadanos de la derecha. Una broma macabra aceptada por cerebros dominados por la ceguera ideológica.

Se pueden cambiar las creencias con nuevos hábitos

Las creencias están instaladas en las mentes de ciertos sectores como hábitos y no hay forma de que cambien. La mente se rebela contra la realidad y no la puede aceptar. Las facturas de energía eléctrica y gas están en el centro del debate público y relacionan la macroeconomía con el bolsillo. La ciencia viene estudiando cómo pequeños cambios de diseño y redacción pueden tener impacto en el ahorro de energía, satisfacción de los usuarios y la recaudación. Las creencias previas influyen en la comprensión.

Se hicieron varios experimentos para medir el impacto de estos pequeños ajustes, que se conocen como nudges y son un caballito de batalla de la economía del comportamiento.

Los nudges no afectan a todos por igual. Un estudio de la universidad de California evaluó el impacto de agregar, en las boletas de 35 mil vecinos, un reporte de su consumo de energía junto al consumo promedio de sus vecinos, para promover el ahorro. El mensaje produjo una reducción del consumo entre 2 y 4 veces mayor entre los votantes liberales que entre los conservadores. Es más, algunos hogares conservadores aumentaron su consumo para mostrar su desagrado con el mensaje ambientalista.

Los ciudadanos comprenden mejor los reportes cuando les llegan en formato de texto sintético, que vinculen los números con situaciones concretas y cercanas. 

Esa variante fue mejor que un texto largo, y que un reporte visual, basado en gráficos.

Hay cientos de formatos de boletas saturadas de información. El formulario del Gobierno para pedir el subsidio de energía tiene un instructivo con imágenes. Son 30 páginas de boletas. Intervenir puede ser barato y tener efectos positivos, pero suele requerir mucha energía.

Nosotros creamos los hábitos y las creencias

Luego ellos nos crean a nosotros. Un mal hábito, pese a que perjudica, se repite. Es necesario explicitar lo que se desea cambiar y trazar una ruta para que el reloj biológico se acostumbre. El hábito se perfecciona con la repetición. Sin motivación y entrenamiento no se consolida y se tratará tan sólo de un intento fallido.

Un hábito se crea al darle prioridad, planearlo, ejecutarlo y controlarlo. La actitud vale tanto como la aptitud. El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, de empezar y perseverar. Mientras más motivados estemos, más persistentes seamos, y menos resistencia pongamos a la rutina, más rápidamente podremos formar un nuevo hábito.

Los círculos de la rutina

Hay que aprender a salir del círculo vicioso de las malas costumbres y convertir en hábitos las buenas decisiones. Muchas se toman en piloto automático. Hay signos para identificar los síntomas de los hábitos que se quieren modificar. El primero es el disparador, que puede ser una sensación o una percepción; el segundo es el comportamiento rutinario en sí mismo, y el tercero es la recompensa esperada: Algo que satisface al cerebro y que por eso lo recuerda para poder repetirlo en el futuro. Mantener el disparador y la recompensa es importante porque producen la motivación, pero lo que se puede modificar es la conducta rutinaria buscando nuevas alternativas a través del pensamiento creativo. Lo que hay que descubrir son respuestas inesperadas  exitosas, para generalizarlas y poderlas aprovechar

Alcohólicos Anónimos, reemplazó la costumbre de ir al bar al salir de la oficina por encuentros grupales, que preservan el «premio» de la socialización. También el cambio de alguna sustancia que da un estímulo similar a la nicotina, se usa para dejar de fumar.

En la agenda de la innovación, una idea puede cerrar racionalmente, pero si no se incorpora como hábito, el proyecto se cae. Hay soluciones tecnológicas que funcionan, como poner alarmas o información nueva y también atajos propios de productividad personal. Todo suma.

Lo importante es desafiarse a hacer algo distinto cada día, ejercitar la voluntad y someterse a nuevas experiencias y conocerse más. Estos pequeños ejercicios atraen grandes cambios.

Aprender a soltar

Para pasar de lo malo conocido a lo bueno por conocer hay que desinstalar la rutina, elaborar el desafío y construir lo nuevo. Cuesta mucho soltar y dejar ir aquello que paraliza, creando relaciones nuevas que no fijen con el pasado y rompiendo las ataduras que impiden avanzar. Es preciso abrirse a situaciones creativas y distintas.

El problema es no cerrar, sostener lo que terminó, hacerlo seguir vigente o darle aire.

Círculos de atención

Concentrar la mente en una idea sin que nada interrumpa durante un minuto. Abrir la mente y aflojar la atención para que aparezcan ideas asociadas. Elegir la más interesante y concentrarse en ella, sin dejar que nada interfiera. Ahora aflojar la atención, relajar la mente y dejar que aparezcan libremente ideas asociadas con la principal. Seguir así hasta que el tema se haya enriquecido lo suficiente, intercambiando la concentración y la meditación. Confeccionar de eso un diagrama cómo si fuera la organización de un posible discurso.

Porque de eso se trata, de administrar las emociones: de darle inteligencia a la pasión.

Y administrar, en sentido amplio es alcanzar los objetivos … sin tanto control.

Los hábitos transformados en creencias rígidas son los más difíciles de cambiar.

*Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem. horaciokrell@ilvem.com
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