COLOMBO: 13 claves para discutir con tu jefe, y no perder el empleo

Tom Pumford (Unsplash)

Las relaciones laborales están llenas de emocionalidad. Lo dicho y lo no dicho -lo que subyace- conforma una trama que, como una telaraña, vicia y entorpece las relaciones. El vínculo con el jefe no es la excepción, y las diferencias se presentarán más tarde o temprano.

Entonces, ¿Cómo discutir con tu jefe y no perder el empleo? Aquí tienes 13 claves prácticas que te servirán, incluso, para limar asperezas y mejorar el vínculo.

Escucha

La actitud de escucha es fundamental para sentarte a plantear las diferencias

Aplica la empatía, que es la habilidad de ponerte en los zapatos del otro, y observar el problema desde su perspectiva. Deja que el otro se exprese libremente; no le interrumpas, y silencia tu auto charla negativa que posiblemente estará rumiando dentro tuyo. Apunta en un papel los conceptos claves que escuchas, y súmalos en tu argumentación. Recuerda: no hay una sola verdad; hay tantas verdades como visiones de cada uno. 

Prepara y avala tus argumentos

Un error frecuente es acudir en estado de ebullición a una discusión con el superior. Por más que pienses que necesitas “decirlo todo”, necesitas tener la información que sustente tu reclamo. Mejor aun es que, por cada situación a resolver, lleves al menos 3 soluciones. Esto te dará una gran ventaja competitiva, y abrirá un mundo de opciones frente a frente.

Mantén la calma

Es difícil lograr acuerdos cuando estás fuera de equilibrio. Respira y prepárate interiormente para mantener esta conversación difícil, al igual que lo harías cuando tienes algo similar en el plano personal.

Observa el lenguaje corporal (de ambos)

El cuerpo habla, y las emociones se expresan a través de él. Conviértete en un buen detective de la tensión y los músculos rígidos, el tono de voz, los gestos contenidos o muy ampulosos. Todo esto permite que, tanto en ti como en tu jefe, detectes dónde puedes mejorar desde lo corporal.

 Calibra la conversación

Significa que harás paso a paso todos los ajustes necesarios para que el intercambio fluya. Por ejemplo, puedes adoptar suavemente algún rasgo de la postura corporal, no imitando directamente, sino acompasando (yendo al compás del otro). Verifica al mirar directo a los ojos cómo se expresan las pupilas. ¿Qué ves allí? ¿Qué observas en ti mismo?

 Haz preguntas resolutivas

Sin necesidad de apurar el trámite, es fundamental que chequees más información de la que, de antemano, tu tienes. Por lo menos cada dos minutos intercala preguntas pro positivas que vayan hacia el futuro y apuesten a resolver las cosas.

 Arriba a pequeños acuerdos 

Si bien considerarás que te gustaría un resultado global desde tu perspectiva, es fundamental que logres pequeños acuerdos paso a paso, por mínimos que sean. Cuando sea tu turno de expresarte, deja en claro lo que acaban de acordar para ver si has entendido bien. Ofrécele, incluso, redactar un memorándum interno para dejar eso por escrito entre ambos.

 Recapitula intercambios claves

Si has tenido una discusión compleja con muchas aristas, es necesario frenar cada cinco minutos aproximadamente, ir hacia atrás ese tiempo y focalizarte sólo en los resultados positivos obtenidos, por mínimos que resulten. Esto sirve para traer a la consciencia de ambos que hay disposición a mejorar el curso de las cosas.

Divide la conversación por tramos

Cuando debas abordar más de un tema, o se deriven situaciones inesperadas, divide todo en partes; no intentes abarcar todo en cinco minutos. 

No traigas temas del pasado

Si bien puede haber un marco de referencia anterior, es importante que te focalices en lo que hoy están discutiendo. No sirve retrotraerse a situaciones de enojo de tiempo atrás, porque te quita energía para estar presente y proyectar hacia el futuro.

Enfócate en la solución 

En sintonía con lo anterior, no vayas sólo con problemas, sino con soluciones concretas; presenta tu visión sobre cómo implementarlo; no hagas un rosario de quejas, sino de oportunidades que se abren 

No seas engreído

Un punto crítico es cuando interfiere tu ego. Como no podrás controlar el ego del otro, al menos hazlo con el tuyo. Mantenlo equilibrado y controlado; no es necesario que seas soberbio ni engreído frente a tu jefe. Después de todo, es tu superior, y eso, de momento, quizás no cambie. Entrena tu humildad y disposición para las soluciones, no para complejizar los asuntos -que es lo que hace más del 80% de las personas- 

Prepárate para un resultado adverso

Como puede que no todo salga como esperas, prepara escenarios alternativos. Podrás reconvenir una nueva reunión; probar un tiempo con los acuerdos del momento, y, a futuro, retomar los otros, o cualquier otra fórmula que muestre tu flexibilidad y disposición para llevar a buen puerto las discusiones.

Para terminar, haz un acuerdo de confidencialidad con tu jefe si es necesario y cúmplelo de tu lado a rajatabla. Esto habla muy bien de ti, porque ya sabes lo que sucede cuando ven a alguien discutiendo con el superior: todo el mundo quiere estar al tanto; y quizás no sea lo más conveniente en estos casos.

Daniel Colombo. Con más de 30 años de experiencia, desde sus comienzos en radio a los 8 años, es comunicador profesional, escritor y coach especializado en desarrollo de carrera y alta gerencia. Ha sido Gerente de Marketing y Comunicaciones en empresas multinacionales y argentinas; creador de emisoras de radio, canales de TV (incluyendo populares marcas a nivel global), periódicos, portales, y presidente de su propia consultora de comunicación en Argentina durante 20 años. Tiene 14 libros publicados. Entrena voceros en motivación, liderazgo y espiritualidad en la empresa; es un reconocido líder en formación en media-coaching, oratoria y comunicación estratégica. Ha realizado más de 2500 proyectos para todo tipo de marcas, servicios y gobiernos, y dictado más de 500 conferencias, talleres y workshops en 18 países.
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