Ahora mi situación en el mundo académico no es tan común. Lo normal es que la enseñanza esté poblada de gente que fueron alumnos brillantes y llegaron a ser profesores. Es decir, se graduaron como alumnos brillantes y se quedaron siendo…alumnos brillantes. La correlación en la enseñanza entre tus notas como universitario y tu éxito es enorme. Pero esa correlación no es tan alta en el resto de las carreras y sin duda no en mi campo, entrepreneurship.
Fuera del mundo académico pasa algo parecido. Mucha gente que de joven eran considerados los mejores de la carrera, no llegan a ser los más exitosos en el campo en el que practican, ya sea arquitectura, moda, cine, medicina, ingeniería informática, y muchas otras carreras. No hay una altísima correlación entre los profesionales más exitosos y los mejores alumnos. En general les va bien, pero pocas veces son los más exitosos. Y lo opuesto ocurre frecuentemente. Muchas veces los más exitosos ni siquiera terminan la carrera, como se ve bien en La Red Social. Y, en cambio, España está llena de ex alumnos brillantes que sí terminaron la universidad, haciendo trabajos aburridos y mediocres, frustrados de que lo que les hizo destacarse en el colegio o la universidad no les sirvió para destacarse en la vida real. Y esto es justamente porque los profesores, o el mundo académico están tan desconectado de la vida real que no sabe juzgar bien a quien le irá bien en la vida real. El objetivo de la enseñanza tendría que ser acortar esta brecha.
He pensado mucho en esta paradoja durante mis cursos de Entrepreneurship en el Instituto de Empresa. ¿Cómo puede el sistema educativo predecir mejor el rendimiento de un alumno cuando salga a la vida real? Sobre todo en Entrepreneurship. Una de mis soluciones fue dejar de evaluar personalmente a los estudiantes y dejar que ellos mismos se evaluasen entre sí. Y he de decir que, en general, los estudiantes a quienes sus compañeros consideran más inteligentes suelen tener más éxito que aquellos a los que los profesores consideran más inteligentes. Especialmente aquellos profesores que enseñan Entrepreneurship pero no son emprendedores. Ser emprendedor es más un arte que una ciencia y yo prefiero que el arte sea apreciado por todo un público y no solo yo, el profesor. Aclaro que a mi me fue mal en mi clase de entrepreneurship en Columbia University, me dieron un B+, que en USA es el promedio de las notas. No es una mala nota pero no te destacas con un B+. En general fui un alumno B+ en toda mi carrera, un promedio 3,3 para los que conocen el sistema norteamericano. Si me destaqué en algo es en discutir con los profesores, pero aunque la rebeldía y la originalidad son indispensables para ser muy exitoso, en la universidad no premian a los rebeldes. También trabajé durante toda mi carrera, algo que en teoría estaba prohibido por la universidad.
Aún queda mucho recorrido para que las universidades sepan darle las mejores notas a los alumnos que mejor les irá en la vida. Quizás esto se deba a que no es lo mismo estudiar algo que hacer algo. No por estudiar la física del tenis se juega bien al tenis. No por estudiar contabilidad se gana mucho dinero. Es como que hay cosas que no se pueden realmente estudiar hasta que se hacen. O como se dice en inglés se pueden “study them to death”. Entrepreneurship es una de ellas, aunque yo hace 12 años que la enseño y trato de “encontrar a los emprendedores”.
He de añadir que mis comentarios sobre la riqueza se refieren exclusivamente a los estudios empresariales. En los negocios, volverse rico es una consecuencia directa del éxito. En otros campos, ser capaz no se corresponde con ser rico y eso está bien. La gente no debería ser juez, comandante militar, legislador, médico con el único objetivo de ganar mucho dinero.
fuente: El Mundo (España)