Mi cruda visión del ecosistema emprendedor argentino…

Hace un tiempo, me vine a vivir a Asunción. La capital paraguaya me está confirmando que fue una gran decisión, porque además de las muchas oportunidades que ofrece, me permite ver las cosas de mi país desde una perspectiva desapasionada y despegada del fragor del día a día. Y pensé mucho (y pienso) sobre el mentado “ecosistema emprendedor argentino”,

Nadie duda que  el término emprendedor está de moda, queda cool, es fashion y da un touch glam (mechar palabritas en inglés es “obligatorio” para considerarse un emprendedor).

Cuando comencé con Emprendedores.News, hace casi una década muy pocos tenían idea de que se trataba esta cosa de emprender. Hoy hay un ecosistema que,  aunque lejos de estar consolidado, crece en calidad y cantidad. Sin embargo, hay algunas cosas que me preocupan y que aún estamos a tiempo de cambiar.

La soberbia emprendedora es uno de esos temas que me causan ruido. Tan típica de argentinos, tan nociva para el país; créanme que la mayoría de los emprendedores locales con renombre están subidos a un caballo que puede hacerlos caer en cualquier momento. Y cuando digo la mayoría, me refiero a casi todos, con honrosas excepciones.

El vedetismo emprendedor es otro mal de nuestro ecosistema, Vas a cien eventos emprendedores y encontrás siempre a los mismos personajes parados cual planeta radiante y una audiencia rotativa que orbita a su alrededor. Una década de experiencia me enseñó a reconocer a quienes creen que son más importantes  que lo que tienen que decir… (Y son la mayoría de los que van a escuchar en los Valleys, Demo Days, Experiencia o el nombre que le pongan al evento)

Me preocupa el gueto emprendedor, integrado por un grupete que pegó un par de rondas de inversión o vendió y juega al emprendedor e inversor serial, da lindas charlas, escucha seriamente los planes de inversión de emprendedores, pero no pone nunca una moneda y además segrega start ups porque no son “2.0” y pero a su vez rechaza los “2.0” que se le acercan.

No me banco la hipocresía emprendedora de un creciente número de personas que te llamaban para pedirte favores cuando arrancaban y  te suplicaban que les publiques y después que empezaron a crecer miran para otro lado los llamás, cuando en fin…

Tengo escozor por la careta emprendedora de los que te hablan de millones de dólares pero no se le caen ni cincuenta centavos del bolsillo; de los que te hablan de como apoyan el ecosistema emprendedor pero en realidad no dan puntada sin hilo disfrazando su avaricia con un notable marketing personal.

Hagan un ejercicio simple: anoten el nombre de los speakers centrales de los principales eventos emprendedores del año; recorran el staff de los grandes centros de entrepreneurship, fundaciones y órganos oficiales de apoyo al ecosistema emprendedor. Luego aten cabos y se darán cuenta que el ecosistema emprendedor es una gran familia donde hay pocos “hermanos de sangre” y que la torta siempre se reparte entre los mismos

Sepan que cada vez que escucho a algún emprendedor hablar, entre otras cosas, del control del ego y la humildad me pica el alma y mi ser queda en alerta para verlos actuar en la vida real, más allá de los discursos lindos.

Es un buen ejercicio pero con un costo alto: perder la credibilidad en algunas celebrities emprendedoras.

Ayer leí este cuento y no pude evitar asociarlo con muchas de nuestras “stars” del pretendidamente luminoso ecosistema emprendedor argentino:

“Caminaba con mi padre, cuando se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:
– ¿Oyes algo más, que el cantar de los pájaros?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después, le respondí:
– Sí, es el ruido de una carreta.
– Eso es, – me dijo. – Es una carreta vacía.
Pregunté a mi padre:
– ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la hemos visto?
Entonces, otra vez más, me mostró su sabiduría:
– Es muy fácil darse cuenta: «Cuánto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace»
«Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y tratando con superioridad a los demás… O a aquellos, que no pueden estar, sin el estímulo de parlantes o de un televisor, que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:
– «Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace» Y a la vez: «cuánto se regocija el corazón, cuando vemos pasar una carreta repleta de carga preciosa… Silenciosa… Plena”.

Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.

Marcelo Berenstein
mberenstein@emprendedoresnews.com

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