- Serás optimista. Todos tus empleados están pendientes de lo que haces. No dejes que tus preocupaciones e inquietudes los afecten, porque eso, seguramente, te llevará al fracaso. En contraste, contágialos de optimismo.
- Tendrás una dirección clara. Crea una visión clara de a dónde vas en la mente de los que te siguen. “Falla en esto y tu organización va a vagar en el desierto”, dice James.
- Crearás un plan viable. Aunque ningún plan debe ser grabado en piedra, pues deben ser capaces de modificarse cuando las condiciones lo requieran, si fallas en la planificación; lo que encontrarás será el fracaso.
- Asegurarás los recursos suficientes. La fe no mueve montañas, lo que mueve un montaña es un montón de “excavadoras, camiones de volteo y empleados pagados que saben cómo usarlos”, afirma James.
- Escucharás más de lo que hablas. El liderazgo no consiste en dar órdenes, sino en comprender lo que otros desean y aprovecharlo para el bien común.
- No harás reuniones si no están agendadas. Antes de cada reunión envía la información que define lo que se discutirá y por cuánto tiempo se hará. Tienes que apegarte a esto, porque la productividad de todo tu equipo depende de ello.
- No humillarás a tus empleados. La humillación pública crea resentimiento. En caso de que un empelado merezca ser reprendido, proporciónala en la intimidad de tu oficina.
- Predicarás con el ejemplo. Los líderes realmente exitosos son capaces de hacer exactamente lo que le piden a sus empleados.
- Delegarás. Si insistes en tomar cada una de las decisiones, el progreso de tu organización se detendrá.
- Le darás a tu equipo el crédito. Los verdaderos líderes aceptan la culpa cuando las cosas van mal y no toman ningún crédito que no les corresponde.
fuente: Mundo EJecutivo