Para superar la crisis, nada como "recuperar los valores de la empresa familiar y lograr una sociedad más ética y sostenible".
El director general del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Fernando Casado, está convencido de que difundir los valores que impregnan el espíritu de las sagas empresariales más importantes del país es la mejor fórmula para superar la recesión.
“Teniendo en cuenta que, en España, por cada empresario hay doce trabajadores, se necesita nada más y nada menos que 375.000 líderes que quieran utilizar su apellido como pilar sobre el que levantar una próspera compañía y absorber así los más de 4,5 millones de parados que existen en España”, según explicó Casado, ayer, durante la presentación del informe sobre La RSE en la gran empresa familiar española, elaborado por el IEF.
Pero cualquiera no reúne el perfil que se necesita para esta épica aventura, donde los amantes del riesgo y el endeudamiento no tienen cabida. Tras años de bonanza, los valores que representan las firmas familiares vuelven ahora a estar de moda como patrón de comportamiento no sólo para sobrevivir a la crisis, sino para salir de ella reforzados.
En primer lugar, Casado se refiere a la austeridad en la gestión, pero siempre prevaleciendo el trato humano, “que a veces peca de cierto paternalismo, pero donde la relación entre empresario y trabajador va más allá de lo puramente económico”, lo que ayuda a aumentar el compromiso de la plantilla cuando llegan los momentos difíciles.
El director del IEF asegura también que este mayor compromiso se da también por parte de la familia fundadora, cuyo apellido está tan ligado a la compañía que incluso retrasan o aparcan decisiones como los recortes de personal o la deslocalización de la producción.
Ética
La reputación de este apellido también está en juego, por lo que, en general, el comportamiento ético de las empresas familiares es superior a la media, además de su apuesta por estrategias de desarrollo donde prevalece la cautela y la prudencia.
Sin embargo, todavía quedan asignaturas pendientes, como la autocrítica o la transparencia en las actividades. No en vano, el 74% de las firmas del IEF tienen códigos éticos, pero sólo el 33% publica una memoria anual con sus prácticas de responsabilidad social corporativa, a pesar de que sus políticas son más avanzadas que en muchas de las grandes cotizadas.
Fuente: Expansion