Nuevas clases de M.B.A. alientan un cambio social

Durante sus estudios de M.B.A. en la Universidad de California en Berkeley, Jeff Denby le dijo a todo el mundo que su meta profesional era fundar una compañía de ropa interior.

Pronto, sus profesores y compañeros en la Escuela de Negocios Haas empezaron a llamarle "el tipo de la ropa interior".

Pero Denby —que anteriormente había trabajado en el área de diseño industrial y estudió administración por su interés en la gestión de la cadena de suministro— decidió casi desde el principio que quería crear una compañía que trascendiera las prendas íntimas. Desde su punto de vista, era muy importante crear un producto que fuera ecológico y sostenible, y cuyas ventas ayudaran a apoyar buenas causas.
 
Este tipo de actividad empresarial con un componente social se está volviendo cada vez más atractivo para potenciales fundadores de empresas. La idea es hacer dinero al mismo tiempo que tener un impacto directamente entre los consumidores con sus servicios o destinar parte de sus ganancias a obras benéficas. Con frecuencia, estas empresas emplean a gente o recursos de zonas del mundo económicamente deprimidas.

Con un mayor interés en las actividades lucrativas con un componente de responsabilidad social, las escuelas de negocios se han visto presionadas para crear una nueva clase de cursos y especializaciones para ayudar a sus estudiantes de M.B.A. a determinar la mejor manera de sacar este tipo de proyecto adelante. Universidades como las de Oxford, Cornell y Dartmouth han visto un aumento de la demanda de instrucción en los negocios sociales.

Algunos administradores dicen que se trata de la evolución generacional de los estudiantes de negocios que han sido criados con una mayor conciencia social. Otros dicen que la falta de empleos tradicionales ha fomentado el interés en la creación de nuevas empresas, y que la atención al impacto social es en parte un modo de tratar de escapar del estigma de un "graduado de M.B.A. codicioso".

"Creo que el interés en nuevas empresas con un valor social [tiene que ver] más con el hecho de que la gente no puede conseguir trabajos tan fácilmente", sugiere Colin Mayer, decano de la Escuela de Negocios Saïd de Oxford, en el Reino Unido. "También hay un sentimiento de culpabilidad subyacente por lo que pasó durante la crisis".

Por su parte, Denby, quien se graduó en mayo de 2008, por mucho tiempo había querido usar sus conocimientos de negocios para bien. Antes de lanzar PACT Organic Underwear como una compañía sólo por Internet en agosto, investigó todos los aspectos de la fabricación y distribución para asegurarse de que sus productos fueran legítimamente sostenibles, desde la mano de obra que empleaba a los tintes usados para la ropa. Luego decidió asociar cada diseño de ropa interior con una organización benéfica. Por ejemplo, el 10% de los ingresos de un color azul inspirado por grabados en madera japoneses van a un grupo de conservación marina.

Parte del plan de estudio

Denby dice que su espíritu empresarial fue fomentado por el plan de estudio de Berkeley. En un curso centrado en la actividad empresarial con componente social, los conferencistas invitados cada semana discutían sus modelos empresariales. Denby también participaba en un taller para crear nuevas empresas donde se estudiaba con detenimiento en qué entidades benéficas centrarse, dice.

En la Escuela de Negocios Saïd de Oxford, los alumnos integran estos conceptos en sus planes de negocios. Entre sus proyectos recientes está construir sistemas de purificación de agua en África y desarrollar sistemas de banca por Internet en regiones sin mucha infraestructura tecnológica. La escuela también provee un fondo para nuevas empresas al que los alumnos pueden acudir para financiar proyectos valiosos. En estos casos, la escuela obtiene una participación accionaria en la empresa.

"Existe la sensación de que los buenos negocios pueden promover un cambio real en regiones económicamente deprimidas", dice Mayer.

Una empresa con fines de lucro con una base de responsabilidad social es más atractiva para inversionistas escépticos durante épocas de turbulencia económica que un plan de negocio tradicional, argumenta Gregg Fairbrothers, director de la Red Empresarial en la Escuela de Negocios Tuck de Dartmouth.

"La financiación es difícil para las nuevas empresas", dice Fairbrothers. "Para que los inversionistas se arriesguen con uno, ayuda tener un bien social tangible asociado, no sólo la promesa de una salida a bolsa suculenta que va a enriquecer a todo el mundo".

Mac Dougherty, un recién graduado de Dartmouth, por ejemplo, se asoció con dos profesores de informática y neurociencia para promocionar un microprocesador para servidores de computadora que usa mucha menos energía que sus competidores. Por ende, no sólo es más ecológico sino que podría ser útil para los países en desarrollo donde la escasez de energía es la norma.

Dougherty acogió el concepto de responsabilidad social en su primer año en Dartmouth y luego usó los recursos de financiación de la escuela para desarrollarlo. Incluso en su fase de planeación, la compañía de tecnología, llamada Cognitive Electronics, será promocionada entre agencias del gobierno y de defensa.

"Podemos colocar toda esta tecnología en las manos de la gente y desatar mucho potencial", asegura Dougherty.

Fuente: Diana Middleton (Wall Street Journal)

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