Ya hemos analizado juntos como continuar un proyecto exitoso. Hoy nos dedicaremos a aquellos proyectos que, promisorios en su origen, finalmente no llegan a cumplir las expectativas imaginadas. ¿Cómo seguir en estos casos?
Expectativas y Realidad
Hablar de fracaso no debería ser un tabú, si se lo toma como una fuente de aprendizaje. Dolorosa quizás, pero formativa al fin…
La creación de expectativas se alimenta de dos importantes grupos de componentes: los reales y los que son producto de la fantasía, la imaginación y el deseo de que algo ocurra.
Cuanto más componentes reales tengan esas expectativas, mucho más cercanos serán los escenarios proyectados a los logros que se obtengan realmente.
El análisis previo del entorno del proyecto y la lectura de la mayor cantidad posible de variables reales que integren dicho entorno y el escenario esencial del emprendimiento, serán claves para que la probabilidad de éxito se maximize y se minimize la de fracaso.
Factores influyentes en el mercado de un proyecto promisorio
Usualmente, el fracaso sorprende al emprendedor cuando se trata de un emprendimiento que consideraba promisorio.
Sin embargo, una consciente revisión posterior al resultado suele demostrarnos que una importante fuente de sorpresa es haber dejado pasar señales bastante claras de alerta. Es justamente el deseo de que algo ocurra lo que lleva a imaginar que lo que debería ocurrir no ocurrirá y de que “los dioses jugarán a favor nuestro”. Esto, expresado de manera metafórica y con respeto por quienes sienten en la fé una fuente de garantía para desarrollar su emprendimiento, es algo que suele ocurrir y que con frecuencia produce malas experiencias.
La segunda razón importante de fracasos es la falta de gestión de factores adversos cuando estos hacen su aparición en la realidad.
Suele ocurrir que los proyectos promisorios producen un escenario emocional de cierta laxitud y relajación. La inicial consideración de éxito relativamente asegurado, predisponen al emprendedor con menor prudendia que la necesaria. En un entorno cambiante, que inesperadamente provee señales adversas repentinas, su falta de lectura o su minimización son peligrosas para el emprendimiento. En efecto, ignorarlas y no gestionarlas puede favorecer su crecimiento y entorpecer y hasta torcer el curso de los procesos originales.
Cómo gestionar cuando el fracaso es un hecho
Dando por hecho en nuestro escenario que el proyecto no terminó como se esperaba, o sea que fracasó, debemos retomar el curso de navegación pueda ser continuado.
El emprendedor debe lograr que el fracaso de un proyecto no comprometa todo el emprendimiento. “Show must go on”…expresado con responsabilidad y entereza: para que esto sea posible es necesario hacer algunas cosas y no otras.
Lo primero a entender es que ningún fracaso es eterno, así como ningún éxito. Por lo tanto será muy útil entenderlo y rearmarse rápidamente, sin embargo “rápidamente” no es sinónimo de “aceleradamente”. Ya veremos cómo.
A continuación algunos tips que intentan agregar a la gestión en situaciones como esta:
- Luego del fracaso, esperar un tiempo antes de ejecutar nuevas acciones;
- Ese tiempo de espera es activo: esto es que durante el mismo el emprendedor necesita pensar sobre lo que ocurrió, por qué ocurrió y cómo evitar que vuelva a ocurrir;
- Ese tiempo puede transcurrir tomando unas cortas vacaciones, realizando un corto viaje o retirándose por unos días a un escenario que favorezca el pensar.
- Cada uno tiene su propio escenario favorable: no hay uno recomendable por receta…
- Una vez terminado ese lapso inicial de revisión y elaboración de conclusiones, es necesario empezar de nuevo.
- Una pregunta usual es: recomenzar el mismo proyecto o empezar con uno distinto?
- Contestando la pregunta anterior, puedo decir que es importante ENTENDER CUANDO ALGO HA TERMINADO, y cuando su continuación sólo sería posible modificando su esencia, con lo cual, ya no sería lo mismo que originalmente.
- Estará en cada uno modificar su deseo por esa esencia original y retomar el proyecto en otras condiciones o arrancar con uno nuevo.
- Evitar cometer el mismo error dos veces es algo sugerido desde aquí. Esta es una de las posibilidades ciertas que encierra el retomar proyectos en los que se ha fracasado.
- Es muy aconsejable reiniciar la actividad con proyectos distintos, que agregan una importante carga motivacional y que, además nos obligan a incursionar en escenarios distintos, analizar distintas variables y vincularnos con personas distintas.
- Muchas veces, aplicar lo aprendido de fracasos anteriores es más sencillo en escenarios distintos a los anteriores.
El fracaso como fuente de aprendizaje
Finalmente, la actitud del emprendedor frente al fracaso debería ser la de tomarlo como fuente de aprendizaje…
En esto hay dos claras orientaciones posibles: o lo tomamos con pesimismo y nos sirve para ratificar la parábola de la tragedia; o bien como una experiencia dura pero que tiene sus costados positivos.
Estar preparado para fracasar es una de las mejores inversiones que todo emprendedor debería hacer y valorar.
No olvidemos que el éxito se disfruta y el fracaso enseña.
Espero consultas
Apliquen y disfruten de crecer!
Saludos!
Jorge
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Lic. Jorge González. Fundador y Director de G&A Pharma Consulting (ex González & Asociados), consultora especializada en Management y Marketing Farmacéutico, M&A y Desarrollo de Negocios Farmacéuticos en Argentina, Colombia, Chile y Paraguay . Asesor de Entidades Sectoriales. Especialista en Management y Gestión, desarrolla la Visión Humanista para la dinámica de las Organizaciones. Vincula al deporte de alta competencia y la empresa en necesidades de construcción de equipos (team building). Docente, escritor y conferencista