Falsas promesas, falsos pronósticos, falsas esperanzas

falsas expectativas

La revolución tecnológica que predijo Keynes generó falsas expectactivas…

En 1931 Keynes dijo que la Gran Depresión era el presagio de  una revolución tecnológica que lograría que la productividad y el ingreso se multiplicaran y que se podría así satisfacer las necesidades trabajando sólo 15 horas a la semana.

Hoy el ingreso se multiplicó, pero se siguen trabajando 40 horas y los que más ganan, más trabajan, contradiciendo la intuición de que, saciado el consumo indispensable, se descansaría más. Para Keynes el objetivo de la vida es el amor, la creación, el goce creativo y la búsqueda del conocimiento. Creyó que satisfechas las necesidades básicas disminuiría el consumo suntuario y crecería el ocio. La aparición constante de nuevos productos generó la necesidad de ganar más dinero. La sociedad de consumo atrajo a un consumidor ávido por imitar a ricos y famosos. Le ofreció un radar y destruyó la brújula del autoconocimiento.

Para seguir la carrea del consumo es necesario permanecer en el mercado laboral más tiempo. El que no trabaja es visto como un vago. Parecer ocupado tiene su encanto porque el desocupado es percibido como un perdedor. El ocio fue marca de clase en el siglo XIX, hoy está mal visto.

Alcanzado el objetivo de salir de la pobreza, se descubre que se ha perdido el gusto por tiempo libre. El trabajo también es fuente de realización personal e integración social, y el desempleo deprime y afecta la dinámica familiar. La liberación de las masas por medio de la producción creó la vida privada, pero sin herramientas para llenarla. ¿Qué hacemos con las 30 horas semanales ganadas? Miramos televisión 26 horas por semana.

El fracaso del tiempo libre se debe a que somos educados para el trabajo y no para saber usar el ocio en la paciente apreciación estética o haciendo algo distinto al trabajo pautado y remunerado. Para algunos el tiempo libre es tan solo una versión moderna del infierno.

¿Trabajamos de más o ganamos de menos?  

El fracaso de la promesa keynesiana tiene su correlato en cómo se distribuye de la riqueza. Lo que se gana en productividad no vuelve al trabajador con mayores ingresos para que pueda reducir su jornada laboral. La era de las máquinas mejoró el ingreso pero empeoró la distribución. Trabajar 15 horas implica ganar muy poco. Este lado oscuro del progreso se relaciona con el fantasma de la sustitución del hombre por la máquina. La concentración del poder en los dueños de la tecnología generó ricos casa vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Si la máquina hace por 5 pesos el trabajo que alguien hacía por 10, el trabajador trabajará por 5 pesos (recortará 50% su salario), buscará otro trabajo o integrará la legión de los desocupados. La máquina sustituye al obrero, aumenta  el ingreso del dueño y reduce los salarios.

El premio Nobel  Wassily Leontief pronosticó en 1983, que el rol del hombre como insumo productivo bajaría así como disminuyó el rol de los caballos con  los tractores. El trabajo decaería como factor de la producción, y también su participación en la distribución del producto.

La contradicción de la época es que despertar a las 7 y trabajar 8 horas (más el tiempo de almuerzos y traslados) es el paradigma del yugo, mientras que el ocio continuo invita a la depresión. Sólo con una redistribución masiva del ingreso podríamos aspirar a las 15 horas de Keynes y al término medio que produzca la satisfacción. Pero una asignación universal no resolvería los aspectos psicológicos negativos del desempleo tecnológico.

La solución política es complementar la jornada reducida con una asignación universal fondeada por impuestos progresivos a la renta.

Quizás estemos en una transición con el distanciamiento de la cultura del trabajo en las nuevas generaciones (permanecen en la casa de los padres, estudian sin prisa, rotan de empleo). Los hijos del nuevo milenio, menos presionados por mostrarse ocupados, menos apurados por hacer carrera y formar familia, más desapegados del progreso económico, pueden estar mejor formateados para gozar del tiempo libre.

Falsas esperanzas

Cuando las metas y las soluciones no se ajustan a las posibilidades, generan frustración y perjudican la productividad. Se quieren lograr metas muy amplias que no se alcanzaron el año pasado: más ejercicio, menos internet, más tiempo libre, más calidad de trabajo. Son buenas intenciones que no tienen plan. La lista de imposibles se llena con buenas intenciones y se vacía de estrategias certeras Se proponen tareas imposibles, se hacen movimientos leves y se termina en fracasos y frustraciones. El deseo debe ser concreto y mensurable. Específico, Medible, Alcanzable, Realista y con un Plazo. Quiero ser feliz no es una meta válida. Se precisa redactar el objetivo, el escenario, los obstáculos y el plan. La lista de deseos debe convertirse en una guía de trabajo, y si no se cumple, se debe corregir sobre la marcha. El cambio es incremental. Un cambio de conducta requiere un recableado del cerebro y toma 90 días hacer el switch y asimilar la conducta temporaria como habitual.

Se necesita, además el monitoreo diario interno y un control y apoyo externo. Alguien con quien corregir los desvíos y festejar los logros.

La sociedad está atrapada en la falsa esperanza de que estamos condenados al éxito, de que deberíamos ser más ricos, de que tendríamos que tener un nivel de vida más alto. Es una creencia que viene de la Belle Epoque. Y cada tanto aparecen nuevas fantasías que alimentan esas creencias.

¿Cómo afecta esto la economía?

Genera presión sobre quienes gobiernan, una presión por priorizar el consumo sobre la inversión y el ahorro. Eso lleva a que el país invierta menos y ahorre menos porque “nos merecemos” más consumo. La política económica en las últimas décadas concilió esta creencia a través de más endeudamiento y políticas redistributivas cuando se gozó de buenos términos de intercambio. Y esos mecanismos terminaron empobreciendo y esa creencia culminó en otra profecía autocumplida: hay más pobreza que la que debería haber.

Pensamiento positivo

Cuando Pandora abrió la mítica caja que encerraba todos los males la cerró a tiempo para atrapar a sus antídotos: la esperanza y el optimismo. Desde entonces se evoca la importancia de aprender a pensar en positivo. De buscar el bien en lugar de evitar el mal, porque la opción polariza a la mente y el obstáculo ejerce una atracción fatal. Buscar el bien nos sintoniza con los principios rectores de la vida.

La escritura conecta la mano con el cerebro y a mayor lentitud  la idea se graba más profundamente. La mente tiene una capacidad sugestiva que le permite transformar en acto aquello que decide aceptar. Sembrar pensamientos positivos es un método para  ganarle a la negatividad.

El método del nuevo punto de vista

Consiste en enfrentar los obstáculos escribiendo 2 carillas, repitiendo una frase inductora, sin meditar y rápidamente. Se realiza antes de dormir y al despertar. Este es un ejercicio  basado en el supuesto de enfrentar la cobardía:
Yo  (mi nombre) soy valiente y hablo libremente
Yo  (mi nombre) soy valiente y me libero del pasado.
Yo   (mi nombre) soy valiente y vivo en paz.

La ley de la siembra y la cosecha

La visualización creativa anticipa el futuro deseado. El hemisferio derecho crea imágenes positivas si se lo estimula el estado de relax. Así se activa la conciencia moral que distingue el bien y el mal y se alinea con los principios que rigen el universo.

Ver una frase inductora en el cielo azul, inspirar y sentir que penetra, retener el aire mientras se  repite mentalmente y al exhalar percibir cómo se transmite a  las células del cuerpo. Imaginar ahora una tabla angosta a ras del piso e intentar mentalmente caminar sobre ella. Ahora hay que imaginarla  situada en la altura frente a dos edificios. El temor a caer inhibe la  realización del acto.

La imaginación es más fuerte que la razón y conduce fatalmente al obstáculo si se la deja actuar sin una dirección consciente.

Dominio personal

Pensar en positivo aumenta la aptitud  para crear resultados. Es saber lo que se quiere, concentrarse en el fin más que en el medio. El propósito es la misión. La visión es la imagen del destino, sin conexión con la visión la promesa es sólo  una buena idea, carece de fuerza. La realidad es una aliada, algo creado por nosotros, no conviene luchar contra ella o esperar a empeorar. Para cambiar hay que producir buenas ideas y observar la realidad sin supuestos rígidos. Reconocer lo que es y aceptarlo, comprometerse con la verdad,  ser auténtico, ensanchar la percepción, reconocer qué partes del pasado son condicionantes. La verdad tiene un poder liberador. Visión más compromiso con la verdad crea electores-creadores del futuro deseado. Una visión falsa  o la indignidad (no puedo, no merezco), la rebajan. La tensión entre visión y la situación actual produce la energía, toda tensión tiende a su resolución. La paciencia y la perseverancia incluyen considerar al error como parte del éxito.

Engañarse

No soportar la tensión lleva a alterar la realidad y el precio que se paga es reducir el logro, abandonar los sueños, o  manipular el conflicto. No hay que aplicar la fuerza para destruir el obstáculo. Hay que descubrir las creencias limitadoras y dotar al  inconsciente de  métodos para dominarlas. Silenciar la mente destructora y sembrar buenas ideas, elegir la mejor y experimentar el logro como si ya se hubiese producido.

Anclaje psicofísico

Le dicen: que bueno está el tiempo y contesta: es un asco. Esta alarma emocional se disparó para informarle que, cualquiera sea la razón, está perdiendo la calma. Lo esencial es pasar a la acción, sin dejar que una mala actitud arruine el día y que se extienda a la semana. Se puede hacer algo en cuesta abajo para evitarlo. Aprender a crear anclajes disponer de una técnica sencilla para acceder a los mejores recursos y estados activando un reflejo condicionado previamente entrenado. Y cuando aparece un bajón, se evita la caída, ejecutando el anclaje preferido.

Aplicar los 10 mandamientos

Ver virtudes y oportunidades. Lo que se ve, se piensa y se dice crea la vida. No hablar de más y cumplir las promesas.  Ganar confianza haciendo lo que se promete. Se cosecha lo que se siembra: quien vive dando, vive recibiendo. Compartir una parte es abrir la puerta de las bendiciones. Ser flexible: quien disiente no es un rival, sólo tiene una visión distinta. Romper la rutina y analizar la misión. Preguntar si se está haciendo foco en ella. Perseverar. Expresar el amor, decir “te amo”. Meditar. La materia prima de la vida son los pensamientos.

El amor es una fuerza poderosa

No quererse a sí mismo es la causa de muchos problemas, la crítica encierra mensajes negativos que forjaron las creencias negativas. Si el problema es financiero la creencia es no merezco, si es de soledad nadie me quiere, si es laboral no sirvo, si de infelicidad nunca logro lo que quiero. Se convierten en verdad cuando se creen, las profecías se cumplen. Y los que pueden-pueden  porque creen que pueden.

El  momento de desterrar la creencia que hace mal es ahora, cambiando la estrategia. La resistencia al cambio aparece de inmediato: cambiar de tema, aplazar la decisión, supuestos equivocados, creencias falsas, autoridades anónimas, tácticas dilatorias, negar la realidad, autoimagen, miedos.

La compulsión hacia la conducta negativa provoca la indecisión para actuar y el  problema es el síntoma de ello. No basta con cambiar de síntoma sino de conocer la causa utilizando la mente como el instrumento para desprenderse y renunciar a los aspectos negativos del pasado.

Efecto Pigmalión

Es una profecía autocumplida. Una mujer le dice a su hijo: Creo que algo muy malo pasará en el pueblo. Alguien escucha y se lo dice al carnicero. Llega un cliente y pide 1 Kg. Le dice lleve 2, andan diciendo que algo malo va a pasar y el cliente por las dudas pide 4. El carnicero en pocas horas vende toda la carne, en el pueblo todos creen que algo malo pasará. Huyen e incendian sus casas. Allí va la señora que tuvo el presagio y dice al hijo: ¿Viste  que algo muy grave iba a suceder en este pueblo? Inventa tu futuro, no creas en los malos presagios.

¿Cómo es? Los que cumplen sus promesas admiten que, cuanto más aprenden más deben aprender. No sólo preguntan ¿por qué? sino ¿cómo? Dan prioridad a la experiencia  sobre la especulación interminable. No dejan de buscar las causas pero se preguntan ¿cómo lo consigo? y ¿en cuánto tiempo?  No tienen todas las respuestas ni usan todo lo que saben. No preguntan ¿por qué?, preguntan: ¿Qué hacer para que mi promesa funcione?

Brainstorming

Es una técnica para solucionar problemas. Se sugieren ideas sin discutir su mérito. No se permiten críticas ni restricciones. Se participa en un diálogo abierto, aclarando que el resultado es incierto. La diversidad provoca el contagio colectivo. Se sale de lo convencional con la información disponible. Cuando las promesas se hacen falsas, porque se agotaron las ideas para lograr que se cumplan, a veces es necesario provocar una tormenta mental que ayude a generarlas. No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla.

Dr. Horacio Krell CEO de Ilvem, Contador Público y Licenciado en Administración de empresas (UBA). horaciokrell@ilvem.com
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