Los floggers suben sus fotos a Internet.
El que más visitas recibe en su fotolog es el más popular, el más exitoso.
Cumbio, su máximo exponente se ha convertido en un referente. Ya fue contratada para trabajar en un teatro en la calle Corrientes, le ofrecieron integrar una lista para las próximas elecciones y distintas marcas la contrataron para participar en sus eventos.
Las redes sociales explotan. Facebook, Hi 5 y otras cada vez tienen más integrantes.
Todos quieren estar, interactuar. Suben sus fotos, participan en grupos, cuentan sus actividades y opinan sobre distintos temas.
Buscan e invitan amigos y conocidos. Algunos incluso con los que hace años no se veían ni hablaban. A algunos apenas los conocen.
Miles de videos caseros se suben por día a Youtube para que sean vistos por centenares de miles de personas a las que casi seguramente nunca conocerán.
Los blogs inundan la red. Orientados a las más diversas temáticas exponen opiniones y posiciones intentando seducir y capturar lectores.
No es nada nuevo. Más allá de las formas y lo novedoso de la exposición, en Internet pasa lo mismo que pasó siempre fuera de ella.
Ya lo decía Roberto Carlos hace muchos años atrás, él quería tener un millón de amigos…
Todos queremos ser aceptados, queridos, deseados, “consumibles”.
Variedad, autoestima, sociabilidad… Seguramente psicólogos y sociólogos podrán analizar el tema mejor que yo.
Lo cierto es que con las marcas y los productos y servicios que representan pasa lo mismo. Está en su esencia.
Necesitan ser reconocidas, queridas, aceptadas y adoptadas para vivir.
Necesitan crear vínculos y relaciones y la comunicación es su manera de manifestarse y relacionarse.
Esos vínculos van incluso más allá de la compra y el consumo en si mismos.
Tienen que ver también con la identificación, la pertenencia, el sentir y pensar igual, con el sentirse representados.
Son vínculos simbólicos que se manifiestan concretamente en el consumo.
Los tiempos cambian. Aparecen nuevas nuevos medios, nuevas tecnologías, nuevos códigos y herramientas, pero la historia seguirá siendo siempre la misma.
Está en nuestra naturaleza. Un objeto en oferta intentando vincularse con un sujeto de demanda. O con millones según nuestro amigo brasilero. ¿Estará en Facebook?
Jorge Imhof
Director de OpenMind/ISF
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