El buen genio

En la variada gama de las inteligencias múltiples todos nacemos con un genio especial, mientras que hay seres con características superiores que no saben usarlas para mejorar su desempeño. Sin motivación, sin esfuerzo, y sin práctica poco se consigue. Para colmo de males, la educación enciclopedista que nos rige impide detectar el genio interior y cómo aprender a gestionarlo.

La lámpara de Aladino. Tienes que entrar le ordenó su tío, hay una lámpara mágica que nos hará ricos. Aladino se rehusó, forcejearon y lo hizo entrar a la fuerza, tapiando la entrada con una enorme roca. Aladino divisó la lámpara y apareció la imagen del genio que dijo: Estoy para servirte. Pídeme lo que quieras. «Llévame con mi madre». Y fue transportado a casa. Le contó y ella dijo: «Te quiero vivo antes que todo el oro del mundo». Aladino repartió el oro entre los  pobres y pidió al genio que le concediese el amor de la hija del sultán. Al lograrlo se sintió el ser más feliz de la Tierra. El tío volvió para robar la Lámpara Maravillosa, pero el genio, cansado de sus abusos retornó donde Aladino. Aladino y su esposa recorrieron el mundo en la alfombra mágica que le concedió el bondadoso genio y fueron muy felices.

El sistema usado por Aladino interroga sobre el mejor modelo de aprovechamiento racional de un don. Debe considerarse el tiempo, porque el tiempo pone sus límites. Después del rayo de magia hay que volver a la realidad, pisar la tierra y administrar lo que se obtuvo. Al prolongar la magia se perdería el disfrute. No hay que devaluar el beneficio de la magia, despojándola del respaldo de la realidad.

Cerys Parnell a los 11 años tiene un CI que supera con 162 los 160 de Einstein. Obtuvo la cifra máxima del test Mensa ( www.mensa.org), una entidad que identifica y contacta a las personas de más alto nivel intelectual en todo el mundo. Muchos genios de este tipo fracasan en la escuela o tienen problemas de relación. Cuánto más altas sean las expectativas más pueden causar ansiedad y angustia. Reciben un don y deben aprender a utilizarlo, a convertirlo en conocimiento y en sabiduría. La escuela nos trata como si todos fuésemos normales, cuando somos diferentes y alejados de ese concepto de normalidad. Hay que educar al genio para que sepa qué hacer con él IQ (el cociente intelectual). Cerys se enoja cuando la comparan con Einstein: ¡él logró tantas cosas¡ No se puede juzgar sólo por su potencial. Sobre los valores que suman Einstein dijo: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.”

Mindfulness. Es un método que atrae la atención al momento presente, al aquí y ahora, a la mente vagabunda. Estimula a aceptar lo que surge, sin juicios críticos que provocan estrés y a atender una cosa a la vez.  Así se restaura la energía apelando a la sabiduría interior.

La meditación es un ejercicio neuróbico.  Las neuronas disparan temas específicos y se conectan con otras. Cuanto más se usen, más se fortalecen las conexiones y se crean redes que estimulan la actividad global del cerebro. Al domesticar la atención se la libera de la dictadura del futuro y de las anclas del pasado. Ocuparse rinde más que preocuparse. La atención plena incluye una serie de prácticas cotidianas: Comer con sabiduría, dejar que los pensamientos fluyan,  relajar el cuerpo, descansar de la tensión emocional al no alimentarla, practicar yoga: alinear la postura, las técnicas de relajación y respiración para tomar conciencia corporal y eliminar tensiones. La Escuela de Salud de Harvard halló que la atención plena conduce al incremento de la materia gris en el cerebro. Describieron los efectos positivos de este programa que aumenta la materia gris en zonas comprometidas con el aprendizaje, la memoria y la regulación de las emociones.

La regla de las 10.000 horas: ¿La práctica mata al talento? En tareas de alto nivel cognitivo, lo que hace la diferencia en las historias de éxito es la práctica intensa, y no tanto los dones naturales. La regla tiene defensores y detractores igualmente célebres. Cuanto más se analizan a los grandes genios, menor es el papel que se advierte del talento innato y mayor el protagonismo del entrenamiento metódico. Según Edison el genio es un 10% de inspiración y un 90% de transpiración. La experiencia en un campo determinado,  por sí sola, no garantiza el éxito. Hay que sumar la reflexión para no tropezar con la misma piedra, aprender, evolucionar y descubrir formas de hacer.

La experiencia es un arma de doble filo si nos deja pegados a modelos exitosos, pero que ya no lo son. La capacidad de desaprender y desapegar son tan importantes como la de aprender. En temas de creatividad, la inspiración pura es para amateurs; las ideas llegan cuando se investiga obsesivamente. Sabemos que las ideas llegan cuando estamos relajados, haciendo deporte, en la ducha; pero luego de pasarnos horas planteándonos dilemas. Hay correlación entre esfuerzo e ideas. Como dijo Picasso: cuando la inspiración llegue espero que me encuentre trabajando. Nathan Milstein, un famoso violinista, contó que el legendario Leopold Auer, afirmó que practicar todo un día mecánicamente equivalía a una hora usando la mente con atención plena. El estudio metódico y constante permite solucionar las dificultades técnicas del instrumento. Luego viene la mejor parte: trabajar en crear una idea musical. Y eso es lo que se valora en un músico.

El deterioro de la comunicación. Hay un grave deterioro en el modo en que nos comunicamos. Se generalizó una lengua disgregada y vulgar, donde la grosería encubre la carencia de vocabulario. Ya nadie parece escapar. Se ha instalado una grosería que, supondría la democratización de la comunicación. Sorprende que personas revestidas de representatividad social se comuniquen de modo procaz y violento. La construcción cuidadosa de la lengua y un rico vocabulario no son añoranzas. Está en juego un patrimonio del que no deberíamos privar a nuestros chicos. Tienen derecho a  herramientas que les permitan expresar mejor su visión del mundo y de sí mismos, a ser capaces de poner su vida en palabras. Confucio acerca del modo en que comenzaría a gobernar un país dijo: «Quisiera mejorar el lenguaje»

Todos los niños pueden ser Einstein. El libro de Fernando Alberca resume cinco ideas: 1ª: La inteligencia se adquiere. Lo importante no es el potencial con que se nace sino lo que se hace con él. Es trabajo de los padres estimular, de los maestros formar y de la sociedad brindar un ámbito donde se desarrolle. Es importante la actitud y la autoimagen del niño frente al aprendizaje, motivarlo a buscar soluciones sin dárselas servidas. Tras los fracasos escolares, está la falta de estimulación, motivación y la baja autoestima del alumno. El niño cuando aprende se hace inteligente. 2ª: Clasificación de los sujetos según su estilo de aprendizaje. Los ACTIVOS aprenden mejor lo que supone un reto, con actividades cortas y de resultado inmediato. Aprenden peor cuando se quedan en segundo plano, cuando deben analizar, interpretar y asimilar datos. Los PASIVOS: aprenden mejor como observadores, si pueden analizar situaciones, peor cuando se  ven forzados a ser el centro de atención, cuando han de actuar. Los TEÓRICOS: aprenden con facilidad teniendo modelos, teorías o sistemas a seguir, cuando han de investigar, indagar y peor con incertidumbre. Los PRÁCTICOS: aprenden mejor con actividades que relacionan teoría y práctica, practicando lo aprendido. Peor cuando lo que aprenden no correlaciona con sus necesidades o fines. 3ª: Todos experimentan la necesidad de ser valorados por las personas importantes para ellos. Es mejor la motivación como actitud  interna y no basada en premios y castigos. Hay que aplicar principios de estimulación como agradecer el esfuerzo, dar ocasión para que demuestre su valía,  que vean que no sólo sus padres tienen un concepto positivo de él, ayudándolo a dar los primeros pasos para lograr metas. 4°. Concentración: memoria y comprensión lectora. La silla de la inteligencia se sustenta en 4 patas: la imagen de uno mismo, la motivación, la habilidad para resolver problemas, la actitud. 5ª: Métodos de estudio, que debe dominar para que su aprendizaje sea eficaz y eficiente, son pilares sustentadores.
Sintonizar el sistema nervioso humano. El sistema autónomo, como la respiración, provee la información del entorno. Mantiene un estado de alerta que prepara al organismo para responder. El sistema emocional trae los recuerdos. Ambos brindan al cerebro la energía, según la intensidad del estímulo y el tipo psicológico predominante en cada persona, que puede ser sentimental, sensitivo, intuitivo o racional.

Las funciones se reparten en dos hemisferios conectados. Una fisura separa los lóbulos anteriores y posteriores. Descubrir el tipo personal  es descorrer el velo que impide conectarse con la vocación. Muchos desvían su origen  por factores culturales, sociales o educativos. Si mi papá es un abogado exitoso debo aprovechar la situación aunque nací soñador. Así adquieren competencias que luchan con las preferencias y surge el estado de insatisfacción. De los 4 tipos se suele ser muy bueno en el primero, regular en el segundo y débil en el tercero o cuarto. Cuando se desvía la preferencia natural se afecta la salud. Los lóbulos frontales tratan los problemas: el izquierdo  analiza, encuentra fallas, fija  prioridades. El derecho frontal intuye, imagina soluciones novedosas, descubre patrones o tendencias. El lóbulo posterior izquierdo, sensorial, se especializa en secuencias, rutinas, reglas, es objetivo y poco emocional, trabaja con las cosas, el posterior  derecho sentimental, trata de organizar lo que ve con lo que siente creando armonía y paz, privilegiando a las personas.

Tenemos un tipo dominante. El error es  desviarlo, dejar de ser auténtico para acomodarse a la realidad. Así aparece el estrés. De ahí la importancia de la percepción optimista sin ser iluso. La respuesta inteligente es realista, acomoda la percepción para transformarla en oportunidad. El que utiliza la brújula interior para elegir su preferencia es 100 veces más efectivo que quien maneja sólo la competencia.

Un sano equilibrio combina preferencias y modos auxiliares o compensa sus debilidades asociándose con  cerebros complementarios. Descubrirse es una tarea compleja por el déficit del sistema educativo que prioriza la socialización. Un sujeto insatisfecho, a la larga, se vuelve contra el tejido social. Al tratar a todos como iguales, enseña contenidos uniformes alejados de la preferencia y pierde la oportunidad de desarrollar el genio interior.  Instintos, emociones y pensamientos generan conflicto si no se armonizan ni se orientan en la misma dirección.  El que es gobernado por sus instintos puede parecer un reptil.  El que es dominado por las emociones negativas puede tener ataques de emoción, al que  lo conduce un pensamiento frío es capaz de  elaborar un plan  para arrojar una bomba sobre una población indefensa. Disociados son partes del problema. Trabajando en equipo, con claridad de objetivos, son de la solución.

En el año 399 antes de Cristo un hombre se suicidó por cumplir con su palabra. Un filósofo actúa como piensa. Hablamos de Sócrates,  hijo de una partera, era  partero de almas. Su técnica  era interrogar: ¿qué es la belleza? y  refutaba con preguntas: ¿Las cosas bellas son la belleza?, ¿qué hace que lo bello sea bello? Las contestaciones eran cada vez más breves hasta que el interrogado reconocía su ignorancia. Sócrates dijo “sólo sé que no sé nada”. Era partero de ideas pero no podía dar a luz, sólo cada persona  podía hacerlo aplicando un principio: “conócete a ti mismo”. Era el momento clave cuando el no saber de Sócrates hacía parir el saber y las ideas en el otro.

Hoy el miedo a la libertad lleva a refugiarse en lo seguro, la necesidad y no el deseo determinan el objetivo: ¿Quién lo impide? Para descubrirse hay que dialogar con las voces  del pasado que señalan lo que se esperaba de nosotros y con la  propia voz que transmite el deseo. “Se suponía que sería”…es un mandato a rechazar, las familias – conservadoras por naturaleza –  adiestran pero no escuchan,  aman pero no respetan el deseo,  consideran al hijo una propiedad que debe realizar sus sueños  Hay que rebelarse, hacer lo que apasiona para ser feliz. La seguridad es una traba, y la aventura tipo safari no crea compromiso. La verdadera aventura eleva el corazón, abre la mente y deja sin aliento. Para Demóstenes las palabras no acompañadas de hechos no sirven para nada. Los cerebros mejores cumplen lo que prometen.

Una mente piensa y otra siente. El cerebro no es como la mano que suplantó a la garra del animal, no parece creado para el hombre sino como un proceso de adaptación, que trajo sus errores. La inteligencia emocional es la base de la intelectual, como en la historia del ciego y el paralítico perdidos en el bosque. El paralítico sube a las espaldas del ciego y le señala el camino. Las emociones preparan al organismo. Ante la pasión, la mente pierde el equilibrio. Emoción proviene de mover y de alejarse. Aristóteles dijo que: «es fácil ponerse nervioso, lo difícil es hacerlo con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la manera correcta«.

Las emociones activan primero la amígdala -que memoriza significados-. El hipocampo informa, guarda y reconoce, pero la amígdala asigna el valor. El control  lo efectúa el lóbulo prefrontal izquierdo, estimando costos y beneficios. Pero ante emergencias la respuesta que produce la amígdala lleva a errores fatales, – al confundir a su hijo con un delincuente su padre lo mató-.

Qué es ser inteligente. El concepto ampliado pone a la emoción en el centro de las aptitudes para vivir y a aprender. La infancia y la educación son ventanas de oportunidad para enseñar los hábitos emocionales que gobiernan la vida. Se trata de darle inteligencia a la emoción. Como dijo el principito Es con el corazón como vemos correctamente; lo esencial es invisible a los ojos.

Son habilidades como ser capaz de motivarse, persistir pese a la frustración, controlar el impulso, demorar la gratificación, regular el humor para que los trastornos no alteren la capacidad de pensar. Un alto coeficiente intelectual no es garantía de éxito. Un superdotado depende a menudo de alguien que no estudió pero posee una inteligencia emocional mayor.  El que no puede sentir, no puede guiar a su inteligencia, la que opera como una computadora, sin capacidad valorativa, sin saber por qué le  pasa lo que pasa. Las emociones positivas generan felicidad, y las negativas desasosiego.

Inteligencia social. A saber lo que a uno le pasa, la empatía suma reconocer lo que le pasa al otro, percibir la congruencia entre lo que dice, piensa y hace. Empatía es más que simpatía, es sentir lo que el otro siente. La capacidad de comunicación es un factor clave. La profecía que se autorrealiza enseña que la capacidad autosugestiva de la mente  transforma en acto lo que decide aceptar. La educación privilegia el coeficiente intelectual pero los genes dan la orientación y la inteligencia emocional cambia el destino. La clave consiste en darle inteligencia a la pasión. De las 7 inteligencias múltiples: verbal- lógica- espacial- musical- plástica– interpersonal y psíquica las 2 últimas integran la inteligencia emocional: conocerse a sí mismo y al otro, conducir las relaciones, resolver conflictos, colaborar, son sus aptitudes básicas.

Una cosa es la realidad y otra la percepción. La emoción no espera, es tan rápida que actúa antes que la razón entienda. Pero es imprecisa y falible. Su efecto disminuye en instantes, pero perdura como estado anímico. La lógica del corazón tiene razones que la razón no entiende, y opera sin el principio de la causa  y el efecto. Le importa más lo que percibe que lo que es, se centra en sí misma como revela el relato: «el poste se me vino en encima». Comprueba con un sentido conectado al pasado. Influye de tal modo que la mente racional racionaliza, apoyándose en falsas razones. Pero la mente racional puede enseñar a reaccionar, no es esclava, puede hacer inteligente a la emoción.

Autoeficacia. Es conocer las emociones, administrarlas, motivarse, reconocer las de los demás, manejar las relaciones. Conocerse es la piedra angular de la IE, es la conciencia de los pensamientos y sentimientos en el momento en que se experimentan. Esto demanda una atención flotante y una asociación libre para identificar y nombrar las emociones que surgen. Saber lo que nos pasa es el primer paso para no quedar empantanado en las emociones. Tener palabras para describir los sentimientos es hacerlos propios. La razón sin emoción es ciega. Para tomar conciencia hay que registrarlos en la corteza cerebral. Hay que hacer consciente lo inconsciente.

Pandora recibió una misteriosa caja de los Dioses. Le pidieron que no la abriera pero un día la tentación la llevó a hacerlo y se escaparon todos los males que azotan a la humanidad. Pero la cerró a tiempo para atrapar los antídotos, que son la esperanza y el optimismo. La esperanza es algo más que aliviar dolores,  es creer que uno tiene la voluntad, la habilidad y los medios para alcanzar los fines.

El optimista cree que un fracaso se debe a algo que puede modificar, aprende del error. El pesimista cree que nada puede hacer y asume la culpa por su deficiencia. El optimista no es el iluso que construye castillos en el aire, tiene los ojos en el cielo y los pies en la tierra. Lo que conduce al éxito no es el talento natural sino la capacidad de seguir adelante después de la derrota. Se trata de la autoeficacia, lo que se piensa sobre sí mismo influye en la habilidad, abordar las cosas en función de cómo manejarlas sin preocuparse porque pueden salir mal.

El estado de flujo. Es el estado óptimo de inteligencia, donde las emociones están al servicio del desempeño y del aprendizaje, que se concentra en el acto sin evaluar. Para eso necesita una sensación de desafío, un punto medio entre el aburrimiento y la ansiedad, ni fácil ni imposible, con un gasto mínimo de energía. La atención está relajada y concentrada, el cerebro fresco y tranquilo. No está pensando en la ganancia sino en la tarea, la recompensa es interna y la motivación muy grande. Hay que motivar a los chicos desde el interior más que con premios y castigos, que estén ocupados en la tarea adecuada, como una consecuencia natural de sentirse felices con lo que hacen. Hay que ordenar las emociones para que actúen al servicio de su educación: canalizadas hacia un fin productivo, controlar el impulso y postergar la gratificación inmediata, regular los estados de ánimo para que faciliten el pensamiento, motivarse para persistir a pesar de los contratiempos.

La primera infancia sella el futuro. Los chicos que entran a primer grado en las escuelas públicas con un nivel de falencias importante, no podrán remontar esta desventaja durante su escolarización y menos durante su etapa laboral. Se da una paradoja: mientras que la tasa de escolaridad subió en América latina, y disminuyó la pobreza y la desigualdad, en los últimos 30 años la productividad bajó un 20%. En EEUU en cambio subió un 20%, y en el este asiático un 60%. No es que América latina invierta menos, tampoco se trabaja menos, pero su productividad es menor. Las pruebas internacionales PISA son tomadas como el abecé de las políticas de educación. En el caso de la Argentina, la calidad de la educación parece no ir de la mano con la inversión, que ha crecido. Se nota en las políticas que se invierte poco en los chicos de hasta 5 años, un período fundamental en la evolución. Los chicos van muchas horas al colegio, pero no aprenden lo suficiente. Existe una desconexión entre las habilidades de los egresados y las que necesitan las empresas.  Por tal motivo el 50% de los alumnos del secundario no logra completar sus estudios, y sólo uno de cada cuatro está preparado para el mundo laboral. 78% de los jóvenes que están a punto de recibirse de la secundaria no puede resolver una regla de tres simple.

Coeficientes encadenados. El CI -coeficiente intelectual- mide la capacidad de resolver problemas, el CE, emocional, la posibilidad de automotivarse y motivar, el CES -coeficiente de inteligencia espiritual-  cómo nos relacionamos con el todo y los principios universales. El CES tiene la fortaleza del porqué, el CI y el CCR -coeficiente creativo- sugieren qué hacer, la visión. El cómo hacer, implica la disciplina del CEJ – coeficiente de ejecución-, el CE es el Quantum de la pasión. La inteligencia espiritual orienta a las demás. Un potencial de realización implica un espacio de libertad que  precede a la respuesta. Mientras que los valores controlan la conducta, los principios universales generan consecuencias favorables, al sumar integridad, cumplir con las promesas y seguir  la voz de la conciencia.

Marketing personal. Steve Jobs desarrolló la imagen del hombre que se hizo a sí mismo, sin cumplir los cánones de Wall Street: no mostraba preocupación por los balances. La clave más poderosa fue su estilo: no trabajó por dinero; lo hizo tan bien que le pagaran por eso.

El cerebro de los grandes genios es parecido al cerebro común. Einstein donó su cerebro a la humanidad para descubrir el secreto.

No se notó diferencia de hardware, lo importante era el software con el que lo hacía funcionar. El cuerpo calloso que conecta los hemisferios reflejaba un tránsito intenso de su pensamiento, del hemisferio racional y dominante al emocional y creativo. Einstein definió la locura como hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes y creía que la imaginación es más importante que el conocimiento.

Un error es la discrepancia entre lo que es y lo que debería ser. Se detecta en la acción, el que no hace no se equivoca pero tampoco aprende. El hombre es el animal que choca dos veces con la misma piedra. Error repetido es error malo. El error bueno surge haciendo algo nuevo. Edison inventó la lámpara eléctrica porque no repitió los 999 errores previos. Pareto advirtió que el 20% de los factores provocan el 80% de los resultados. El error es no darse cuenta y darle igual importancia a todo. Eso lleva a correr detrás de lo urgente y no de lo importante. Neuroeducación. Las personas geniales suman las condiciones sociales que permitieron su despegue. Se necesita un cambio que provoque una reorganización, social para que, los que no tienen esas ventajas, tengan oportunidades y  un punto de partida más equitativo.

Bill Gates tuvo a su favor el número mágico para volverse muy bueno: 10 mil horas de práctica. El éxito no se logra sólo porque uno es bueno, la práctica hace al maestro. Bill fue a una escuela secundaria privada con una terminal de computadoras en un momento en el cual pocas tenían Internet. Cuando Harvard lo aburrió decidió retirarse sin obtener su título de ingeniero. Gates es brillante, pero los golpes de suerte lo ayudaron. Hay chicos brillantes como él. Es el deber del Estado nivelarlos.

Los chicos asiáticos estudian más horas que los occidentales, condición básica para rendir en matemáticas. Su herencia cultural de trabajo duro deriva del cultivo de arroz. Según reza el proverbio chino: Nadie que se levanta antes del amanecer durante 360 días al año deja de hacer a su familia rica. En Occidente, las vacaciones son parte de la cultura. Los niños pobres aprenden más que sus pares ricos, pero sin ir a clase, decaen por falta de estímulos. Una escuela marginal del Bronx al aumentar el 60% las horas de clase mejoró tanto el rendimiento que el 80% ingresó a la universidad. El programa se extiende ahora a todo EE.UU.

El tiempo libre es para divertirse, crear, soñar, descubrir al genio interior y salir del círculo de pobreza acumulando 10.000 horas de práctica. El hábito hace al monje. La educación es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos. Deberá aprender cómo fabricar genios.

Dr Horacio Krell: Ceo de Ilvem, entidad dedicada a educar la inteligencia. horaciokrell@ilvem.com

Salir de la versión móvil