Del amor y la copia, los extremos productivos de la creatividad e innovación

El amor y la copia. Extremos tan alejados y distantes que sólo encuentran un punto que los conecte. Ambos son fuente de creatividad e innovación. Algunas ideas:

El fenómeno de la creatividad es, mínimamente, tan curioso como el del amor.
Casualmente ambos son atravesados horizontalmente por atributos de:

Fluidez: todo resulta encadenadamente natural, entretenido, apasionante y con sentido.
La no decisión: de amar y de crear.
La decisión: de amar y de crear.
La oleada que inunda, el huracán creativo, las sensaciones de enamoramiento.
El remanso que deja abonado el terreno: el enamoramiento brutal que deja el fértil abono para poder convertirlo en amor o la capacidad creativa residual.
La atención selectiva y concentrada: no puedes pensar en otra cosa, hay una atracción tan potente como natural, tan apasionada como subconsciente que atiende 24 hs esa pulsión creativa de ideación amorosa.

El amor potencia el cerebro derecho, habitáculo natural del pensamiento divergente y creativo. Cuando estamos enamorados realmente pensamos en forma diferente alterando el pensamiento análitico alcanzando plenitud en pensamientos globales y visiones de futuro. Los psicólogos  Jens Förster , Kai Eptude y Amina Özelsel de la Universidad de Amstermdam encontraron que el amor realmente altera nuestros pensamientos, y que esta profunda emoción nos afecta. Tan intrincados, conexos y enlazados están el amor y la creatividad que grandes creaciones de la historia sobrevinieron de interacciones entre ambas (el Taj Mahal en la India, la escultura de Apolo y Dafne de Bernini, la pintura de La Venus de Botticelli, la obra de teatro Romeo y Julieta de Shakespeare, la composición musical de El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky entre miles de ejemplos de todos los tiempos ). Ideas que terminaron en conquistas del amor; el amor como refugio de expresión creativa a través del arte.

El amor ilumina el cerebro. Lo ilumina de inocencia (como la creatividad de los niños), de proyección en el tiempo (como la visión de futuro de los grandes innovadores), de desinhibición (se pueden decir y hacer las cosas más alocadas). El amor tiñe a las neuronas de naranja, el color de la creatividad. El amor pinta las sinápsis de amarillo, el color de la innovación.

Ambos, amor y creatividad, sin jerarquías que los categoricen, sin rótulos ordenadores, son solo «El Principio»la fertilidad para bocetar la plenitud anhelada y el camino para abrazar la escurridiza felicidad.

Pero también hay otros caminos hacia la creatividad. Más racionales. Menos románticos. Más calculadores. Menos idealistas. Más analíticos. Menos visionarios. ¿Igual de efectivos? Copiar también despierta creatividad y provoca innovación.

Si innovar implica tener una ventaja temporal, que dure solo unos pocos partidos o toda una temporada, justifica cualquier esfuerzo. Y una ventaja temporal, tras otra ventaja temporal, justifica ventajas temporalmente ampliadas, ventajas que rozan lo definitivo.

El proceso de imitación puede llegar a ser el inicio de un nuevo moldeo que termine en una creación única.

Porque la imitación es también el inicio de un camino. El deseo y la pulsión de hacer «eso», «lo del otro». Pero como siempre, al ser el deseo más grande el de máxima individualización deberíamos terminar otorgando atributos personales muy nuestros (como los atributos personales muy suyos del creador) que configuren desde el inicio (nivel copia) el final de un nivel superior original.

Copiar eternamente y con exactitud es una represión del yo, del nosostros, inaceptable en cualquier psiquis. Más tarde o más temprano surgirá un exteriorización del yo/nosotros otorgando atributos propios de nuestra individualidad/colectividad. El fenómeno de la copia como inicio de un camino es saludable, como inicio y fin es patológico.

La copia puede ser tanto el inicio como la muerte de la creatividad. Su uso o abuso decide la fertilidad o la defunción de la misma.

No se trata de la fórmula copiar + pegar sino de una más amplia, generosa y productiva que se compone de copiar + (combinar, crear, recrear, imaginar, superponer, eliminar, recombinar) para después pegar. Andy Warhol, cuyas obras valen por millones, entre otras anécdotas, copió y duplicó 30 veces la Mona Lisa hasta obtener su propia Mona Lisa.

La copia en su concepción más tradicional, como replica total y absoluta, es una declinación de las potencialidades. La copia, como método de inicio para finalizar en una copia creativa es una ampliación de las potencialidades. Es una apropiación ilegítima que, de finalizar en una creatividad superior al original, termina otorgando legitimidad a la apropiación. Vaya paradoja.

La copia total es moralmente ilegítima. La copia como inducción a adaptaciones creativas es moralmente aceptable y comercialmente viable.

Así como en el amor las neuronas se confabulan y en armoniosa iniciativa rinden culto creativo al arte de enamorar mediante ofrendas, prosas y otras galanterías, en la intención primaria de copia las neuronas se sublevan a la subestimación de su potencial, necesitando encontrar ideas que escapen a la lógica de la copia per se.

Amar. Copiar. En apariencia, y hasta los más contradictorios, todos los caminos conducen a Roma. Todos los caminos conducen a la creatividad.

• Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
Para diseño creativo de productos o servicios, acciones de marketing, publicidad, disertaciones, talleres o desarrollo del potencial de creatividad individualizada: info@ideavip.com.ar

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