¿Excelencia o perfección?

Hace un tiempo en una empresa en la que estuve de reunión con uno de sus ejecutivos principales, este me contó acerca de la búsqueda hacia la excelencia para su gente (y para la empresa), evitando la perfección. En principio me llamó la atención. Profundizamos algo más en el tema y ahí quedó… flotando en mi inconsciente, saliendo a flote cada tanto.

La semana pasada publiqué en el News el manifiesto contra la perfección y el tema se me hizo más patente aún.

Históricamente perfeccionista, comprendí una nueva manera de interpretar el mundo.

Me surgieron muchas reflexiones. Es que la búsqueda de la perfección va en camino de una llegada. La búsqueda de la excelencia ES EL CAMINO. Con el primero corremos el riesgo de creer (de manera ilusa) haber llegado a la meta. Una ilusión de perfección nos deposita en un lugar de soberbia y posterior inmovilización (ya no queda espacios para la mejora). La arrogancia se apropia de nosotros y nuestra organización. LLEGAMOS!

El camino de la excelencia nos ubica en la realidad, siempre finita, de nuestras limitaciones. Nos baña de humildad y nos invita a la mejora continua. Es ver siempre posibilidades de crecimiento, es saber que el camino nunca tiene un fin. Es saber que nunca se llega a destino, más bien, como la utopía, siempre se nos escapa unos pasos más allá.

¿La búsqueda de la perfección no es la cobardía de NO aceptar nuestras humanas limitaciones? ¿O es una noble aspiración de superación? La distinción entre excelencia y perfección moldea con exactitud las diferencias actitudinales. Los modelos de realización personal y colectiva. Hasta los gestos y las palabras.

El camino a la perfección (hacia nosotros y hacia los demás) es despótico. Solo puede ser explorado con métodos de vertical rigurosidad que expelen el compromiso de quien los recorre (o los hace recorrer). Una vez llegada a la meta (ilusoria una vez más) la mirada atrás nos devuelve un recorrido espinoso, rudo y poco constructivo.

Es una llegada a ningún lado. Carly Simon es una famosa cantante que desde niña ha sufrido tartamudeos, además de sufrir consecuentes pánicos escénicos. En una continua exigencia en búsqueda de la perfección llegó hasta desplomarse en un escenario. Usando su experiencia podría decir sin animo a equivocarme que en la transición hacia la excelencia encontró su felicidad. Dijo: «No he logrado vencer el pánico escénico, y no tengo explicación para ello, «Pero he comprendido que nadie es perfecto, y he dejado de exigir -de mí misma- la perfección».

José Ortega y Gasset se preguntaba «¿Qué perfección es ésta que complace y no subyuga, que admira y no arrastra?». Su falta de contagio emocional redobla el valor de la excelencia. La perfección es procedimental; la excelencia espiritual.

El sendero a la perfección es frustrante por inalcanzable. El de la excelencia logra prosperar hitos de renovada motivación. El primero, al solo admitir la perfección, se pierde en el camino la belleza de lo imperfecto. Al fin y al cabo una pequeña imperfección (por mínima que sea) deviene en NO perfección. Desde esta perspectiva una nubecilla es capaz de ensombrecer el paisaje más bello. Desde la otra, es solo un elemento más de la naturaleza que embellece el paisaje. Mientras uno reniega,el otro disfruta.

El camino a la excelencia es tolerable y tolerante. El tropiezo, el error, el fracaso son parte de un proceso de necesario e imprescindible valor. En él se configuran las enseñanzas que construirán las certezas futuras. Son aprehendidas en el sentido amplio de la palabra. El sujeto no necesita «lecciones y moralinas». Pudo vivenciarlas en un ámbito de aceptación de limitaciones y desafíos de superación.

Siento que un camino es más placentero que otro. El primero con exigencias que hastían el alma y enturbian el carácter. El segundo no tiene menos exigencias. Están mejor orientadas.

Se me ocurre una analogía. Y elijo la calesita. Si, elegí un ejemplo del cual nadie pueda sentirse excluído.

Quien busca la excelencia disfruta todas y cada de las vueltas.

Quien busca la perfección disfruta solo obtener la sortija.

Un camino ya lo sufrí hace unos cuantos años; el otro lo estoy disfrutando. Recién ahora tomé conciencia de la gran diferencia.

Quizá el manifiesto contra la perfección complemente mucho mejor mi perspectiva. Te invito a leerlo.

* Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
Para diseño creativo de productos o servicios, acciones de marketing, publicidad, disertaciones, talleres o desarrollo del potencial de creatividad individualizada: info@ideavip.com.ar

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